Las redes sociales (y cualquier conversación anclada en 2014) siguen ensimismadas en comparar cuál de las dos series es mejor: ¿La que se avecina o Aquí no hay quien viva? El debate sigue tan vivo, tan encarnizado, como el de la tortilla de patata con o sin cebolla, pese a ser una de las recetas clásicas de la gastronomía local. Las series marcan nuestra vida. Cada generación ha crecido con una historia, un relato que ha marcado una etapa esencial de su crecimiento.
Médico de familia, Farmacia de guardia, Verano azul, Hospital Central, Un paso adelante, El internado... la ficción española ha gozado de una salud grandiosa, una herencia que se ha mantenido con la llegada del streaming: una herramienta que ha hecho volar a nuestras series más allá de nuestras fronteras. La casa de papel, Veneno, La mesías, Fariña... títulos que encuentran una segunda familia (y oportunidad) en rincones inesperados del planeta. Para rendir homenaje a los grandes capítulos que han acompañado al español medio, la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) presenta la exposición Las series de nuestra vida: un repaso a más de siete décadas de productos audiovisuales que han sido claves para la construcción de la memoria social (y política) de España.
Totalmente gratuita y localizada en la sede de la SGAE en Madrid, la muestra se podrá visitar hasta el próximo 3 de noviembre. Comisariada por el crítico de televisión Lorenzo Mejino (autor del blog Series para gourmets de El diario vasco) y Maribel Sausor (responsable del departamento de Actividades Complementarias de SGAE), la exposición no sólo reproduce algunos de los espacios más notorios de las series más laureadas de nuestra historia, también cuenta con alrededor de un centenar de objetos (fotografías de rodajes, piezas de atrezzo y vestuario, recortes de prensa, productos promocionales, claquetas, guiones y story boards originales).
Los comisarios pretenden, a raíz de todos los objetos anteriores, recoger los ingredientes de las historias “que más nos han influenciado socialmente a lo largo de la historia televisiva española, desde sus albores hasta sus más recientes éxitos”, ha explicado Mejino. “Son series con las que hemos reído, llorado, sufrido, amado… Han marcado nuestras vidas y la historia de nuestro país, y sin duda se han convertido en referentes ineludibles para entender quiénes y cómo somos”, ha añadido Sausor.
El paseo por el baúl de los recuerdos comienza con Los Tele-Rodríguez, una serie pionera en España que empezó a emitirse en febrero de 1957, apenas cuatro meses después del inicio de las retransmisiones regulares de Televisión Española. Después, la muestra sigue tejiendo la cronología audiovisual del país con ficciones como El Séneca o la galardonada Historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador. El periodo de la Transición estuvo marcado por ficciones míticas como Curro Jiménez o Verano azul, mientras que, en los años 80, las series fueron un espejo del cambio social, económico, estético y político de su tiempo: destacan Turno de oficio o Anillos de oro.
Las series de nuestra vida no se olvida de las grandes batallas de audiencia que se sucedieron cuando las series comenzaron a emitirse en cadenas privadas como Antena 3, Canal+ o Telecinco. En 1990, “la audiencia comenzó a fragmentarse, si bien dieron pie a muchas series sin las que no puede entenderse la historia de nuestro país durante aquellos años”, ha comentado Sausor refiriéndose a producciones familiares como Farmacia de Guardia o Médico de familia, cánones adolescentes como Física o química y Compañeros, o las comedias 7 vidas y Las chicas de hoy en día.
La última parte de la exposición pone el foco en el aterrizaje de la TDT y las plataformas de streaming, una herramienta que ha permitido, no sólo que la producción de ficciones originales españolas sea mucho más fructífera, también que consiga llegar a un público más amplio y diverso. La casa de papel, Élite, Fariña, La mesías, Paquita Salas, Veneno... series que han conseguido un éxito rotundo dentro y fuera de España (y que agrandan la leyenda del músculo audiovisual patrio).
En la muestra de la SGAE no faltan algunas de las series que han marcado un antes y un después en la historia de la televisión (y tampoco algunos de sus decorados y objetos más icónicos de sus capítulos): por ejemplo, el mobiliario del salón de la familia Alcántara de Cuéntame cómo pasó, la maqueta del Banco de España y cinco lingotes de oro con la cara de Dalí que se usaron en La casa de papel, el faldón del toldo del bar El Asturiano de Amar en tiempos revueltos, el icónico vestido de novia de la firma Oh qué luna! que lució Lydia Bosch en el último capítulo de Médico de familia o los histriónicos vestidos que Ana López Cobos diseñó para las Stella Maris en La Mesías.