‘Emily en París’ introduce el Me Too en el mundo de la moda con su habitual dosis de encanto ingenuo

La primera parte de la cuarta temporada de la serie de Netflix protagonizada por Lily Collins se mantiene fiel a su espíritu candoroso, aunque introduzca alguna cuestión de actualidad incómoda

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El drama nunca fue tan chic... Ya llega la temporada 4 de «Emily en París»: la parte 1 estará disponible el 15 de agosto y la parte 2, el 12 de septiembre.(Crédito Netflix)

Emily en París irrumpió en Netflix en 2020 y pronto de convirtió en un suculento caramelo para los aficionados a las ficciones con encanto, con ubicaciones de ensueño y personajes guapos y con estilo chic.

La serie supuso la enésima resurrección del productor Darren Star, responsable de buena parte de las comedias generacionales que han marcado una época, desde Sensación de vivir- 90210 a Melrose Place hasta llegar a Sexo en Nueva York, con la que Emily en París guarda muchos paralelismos, sobre todo a lo que se refiere a estilismos y a marcar tendencias a través de ellos, así como a su capacidad para introducir temas de actualidad dentro de una trama naïf y superficial en la que priman los romances rebuscados.

Ahora, Emily en París llega a su cuarta temporada, que se dividirá en dos a imagen y semejanza de lo que ocurrió con la última tanda de episodios de Los Bridgerton. La primera parte, que consta de 5 capítulos, ya se encuentra disponible, y la segunda lo estará a partir de 12 de septiembre.

Una americana en París

En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins en una escena de 'Emily en París'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)
En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins en una escena de 'Emily en París'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)

La historia en sus inicios contaba la desembarco de una joven americana, Emily (Lili Collins) en París para trabajar en una agencia de marketing que su empresa había absorbido, para aportar su punto de vista de la Generación Z, que incluye, como no puede ser de otra manera, la relación con las redes sociales, algo que ella también explorará a través de su hashtag en Instagram #emilyinParis, que la llevará a convertirse en una ‘influencer’.

Entre los personajes principales, por una parte, su entorno de trabajo estará formado por su jefa Sylvie Grateau, una mujer curtida por la experiencia (Philippine Leroy-Beaulieu), sus empleados Julien (Samuel Arnold) y el extravagante Luc (Bruno Gouery) y, por otra, entablará amistad con Mindy (Ashley Park), hija de un multimillonario chino que ha renegado de su herencia, así como Camille (Camille Razat), que mantiene una relación con el que será el objeto de deseo de Emily, un chef de lo más sexy que, además, es su vecino, Gabriel (Lucas Bravo).

Una cuarta temporada entre bailes de máscaras y Me Too

En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins en una escena de 'Emily en París'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)
En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins en una escena de 'Emily en París'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)

La tercera temporada culminó con la ruptura entre Camille (supuestamente embarazada) y Gabriel, y el desconcierto de Emily y su nueva pareja, Alfie (Lucien Laviscount) ante esta nueva situación. En estos nuevos episodios nos encontramos a la protagonista todavía perdida entre la elección de su objeto amoroso, aunque ya se encuentra totalmente integrada en la agencia y en su vida social y profesional en París, ciudad por la que ya decidió apostar dejando atrás definitivamente Estados Unidos.

En realidad, las tramas suelen ser lo de menos. Aquí lo importante son las situaciones y los escenarios y cómo se les saca el mejor partido posible, por ejemplo, un baile de máscaras con carruajes, que incluye referencia explícita a la escena de Penélope y Colin en Los Bridgerton, el decorado playero de la fiesta ‘setentera’ de la inauguración del club del marido de Sylvia y el lío con los apartamentos de Emily y Gabriel y los triángulos amorosos.

En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins, izquierda, y Lucas Bravo en una escena de 'Emily in Paris'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)
En esta imagen proporcionada por Netflix, Lily Collins, izquierda, y Lucas Bravo en una escena de 'Emily in Paris'. (Stephanie Branchu/Netflix vía AP)

Aunque, eso sí, en la serie se abre un espacio para otros temas de actualidad, como un Me Too dentro del mundo de la moda que destaparía el abuso de poder de un magnate de la industria del lujo. También se aborda el engaño de productos ‘milagro’ en Tik Tok que no dejan de ser una estafa, en este caso un lubricante vaginal que causa efecto ‘glow’ en el rostro. Y se acerca con ironía al movimiento ‘sober curious’ (la relación sana con el alcohol), ya que seguramente sea la serie en la que más vino y chupitos se consume sin que los personajes pierdan en ningún momento la compostura.

También se incluyen algunas pinceladas intelectuales, como la mención a la película de Michelangelo Antonioni La aventura para describir la desaparición de Camille, así como la escapada a la casa del pintor Claude Monet en Giverny, donde se continúan cultivando sus famosos nenúfares.

Así es Emily en París, superficial, pero sin ínfulas, repleta de clichés, pero con un tímido encanto que no puede molestar a nadie y que apuesta por el romance de lujo para marcar las tendencias de la moda de las próximas temporadas.

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