“Las conspiraciones más largas y detalladas son mis favoritas”, dice. Sean Price Williams (Delaware, Estados Unidos, 1977) está a escasas horas de convertirse en padre (su mujer podría cortar la entrevista en la que está presente Infobae España en caso de que rompiese aguas). Pendiente del teléfono por si tiene que salir corriendo de casa, muestra, en una llamada por Zoom, una mastodóntica estantería que viste con sus largometrajes y álbumes predilectos.
Price Williams, conocido principalmente por su labor como director de fotografía (uno de sus últimos trabajos ha sido participar en el videoclip de Please, Please, Please, el último éxito de la joven cantante Sabrina Carpenter), estrena ahora su primer largometraje: The Sweet East, un viaje por los infiernos de la América que conspira y que tiene el cajón repleto de artefactos explosivos recogidos (y protegidos) por alguna de sus enmiendas. Este miércoles llega a la taquilla española una película muy especial que navega por las incertidumbres de una sociedad estadounidense marcada por la moral corrupta y las banalidades que narran su estética e idiosincrasia.
The Sweet East es un viaje por la diversidad ideológica y política de una América sumergida en el caos a través de los ojos de la joven Lillian (interpretada por Talia Ryder, que está acompañada por Jacob Elordi, Ayo Edebiri o Simon Fox). Aunque muchos la han denominado una nueva (y coyuntural) versión de Alicia en el País de las Maravillas, su director quiere desmarcarse de ella, pues la inspiración para la cinta nació de una anécdota personal que él y Nicholas Pinkerton (a cargo del guion) vivieron en su adolescencia. “Nick y yo fuimos a Washington DC y los dos tuvimos, en una extraña coincidencia, una gran pelea con nuestras novias. Estábamos en un viaje escolar y huyeron de una discusión. Así que dijimos: ‘hagamos una película sobre la chica que se va’”, dice el director.
Eso es, precisamente, lo que hace la joven Lillian en un viaje de fin de curso. Escapa aprovechando que, en el restaurante de pizzas en el que su clase está cenando, un joven irrumpe con un arma pidiendo ver dónde está el sótano en el que se esconden los niños de los que los dueños están, supuestamente, abusando (un guiño al Pizzagate, una teoría conspiratoria que alegaba que existían mensajes codificados que conectaban a varios restaurantes estadounidenses y funcionarios de alto rango del Partido Demócrata con una supuesta red de tráfico de personas y abuso sexual infantil).
Su escapada lleva a Lillian a diversos parajes que narran la diversidad estadounidense. Será la Lolita de un solitario hombre que querrá evitar todo tipo de contacto físico (pero que está ensimismado con su (no tan) inocente belleza) o la nueva musa interpretativa de una banda de esnobs neoyorquinos que narran su vida por medio de la cantidad de cafés de especialidad que adquieren al día. “Algunos críticos han considerado que el personaje de Talia es como una pizarra en blanco y los dos odiamos eso porque no es verdad. Lillian no siempre habla, es más callada y reflexiva, pero porque puede dejar que los demás hagan el ridículo”, admite Price Williams.
“Del personaje de Talia han dicho que es una pizarra en blanco, pero no es verdad. Es callada y reflexiva, prefiere que sean los otros los que hacen el ridículo” | Sean Price Williams, director de ‘The Sweet East’
“Superficialmente, al menos, somos los más diversos”
En el día en el que se produce la entrevista con el director, los Juegos Olímpicos de París 2024 seguían su curso. “Hablo de las Olimpiadas porque las he estado viendo todos los días”, dijo entonces Sean Price Williams para enfatizar la diversidad que se podía apreciar en la capital gala. Con la ceremonia de clausura ya finalizada (y todos los ojos pacientemente posados sobre Los Ángeles 2028), toca regresa a una rutina no patrocinada por el éxito deportivo ajeno.
The Sweet East pretende romper con la idea de que Estados Unidos sea un país que suele definirse por sus dos grandes costas, el tamaño extragrande de sus productos o sus estrellas de Hollywood. Sí, están los perpetuadores del eslogan MAGA (Make America Great Again), los cantantes de country, las Kardashian, las operaciones estéticas creadas en Los Ángeles, el consumo exacerbado de Ozempic y los seguidores de la NFL (National Football League) que hacen una barbacoa cada fin de semana en su casa alejada del centro de la ciudad. Hay mucho más allá de los clichés que nadan hasta otros continentes. “Superficialmente al menos, sin duda somos los más diversos”, dice el director de su país. “La película encarna una gran cantidad de culturas totalmente diferentes”, añade.
Sin embargo, no considera que Estados Unidos sea el único país con opuestos antagónicos. “El norte y el sur de Italia ni siquiera se reconocen entre sí, todos son italianos, pero se enfadan entre ellos al hablar de qué les define”, admite, una realidad que también percibe en América. “Creo que, en la actualidad, hay diversidad en todas partes, y siempre va a haber conflictos, sólo hay que saber qué tan bien nos llevamos con ella”, apostilla Price Williams, mostrando una fascinación por las diversas facciones que componen su país (y que tan bien muestra en The Sweet East).
“Creo que, en la actualidad, hay diversidad en todas partes, y siempre va a haber conflictos, sólo hay que saber qué tan bien nos llevamos con ella” | Sean Price Williams, director de ‘The Sweet East’
“Las armas traen más armas”
El retrato que The Sweet East hace de la sociedad norteamericana es “ligero”. A Sean Prince Williams no le interesaba demonizar a los colectivos que pueden tener pensamientos opuestos al suyo. “Quería que fuese divertida, no quiero pensar que nuestra película vaya a cambiar el mundo, pero cuando la gente vea al personaje de Andy Milonakis, que es el chico del Pizzagate, quizá se dan cuenta de lo estúpido que resulta todo y se lo piensen dos veces antes de entrar en un lugar con un arma”, indica. El director tampoco sabía que la promoción de su primer largometraje iba a coincidir con el ataque al candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump, que recibió un impacto de bala en su oreja durante un mitin electoral en Pensilvania. “¿Quién era? ¿Estaba enfadado con su padre? ¿Qué quería conseguir con ello? La gente necesita reflexionar antes de hacer este tipo de cosas”, dice Price Williams.
“Cuando la gente vea al personaje de Andy Milonakis, que es el chico del ‘Pizzagate’, quizá se den cuenta de lo estúpido que resulta todo y se lo piensen dos veces antes de entrar en un lugar con un arma” | Sean Price Williams, director de ‘The Sweet East’
De nuevo, no quiere culpar a las armas, pues durante la entrevista afirma que creció con ellas, pero sí considera que su empleo y aplicación a la vida cotidiana no es el adecuado. “A estas alturas creo que las armas traen más armas. Si tienes un arma es porque alguien te va a disparar. Crecí con armas, pero la gente es realmente estúpida con ellas. Creo que, tal vez, estas personas podrían ser artistas, pero seguramente nunca aprendieron a hacer fotos o pintar cascadas”, dice irónico.
Al fin y al cabo, The Sweet East es un coming-of-age que emplea una marcada ruta ideológica como ‘excusa’ para plasmar el crecimiento de su protagonista. Price Williams dice que no está nada al tanto con la última hora que se cuece en redes sociales (en ese aspecto recibió ayuda de su guionista), pero considera que, ante todo, la experiencia de dejar atrás la adolescencia es un sentimiento universal con un código compartido. “Das por sentado a tus profesores y las experiencias que te marcan. Todo sigue siendo igual y estaba interesado en plasmar eso”, indica.
Talia Ryder no será Alicia en The Sweet East, pero Sean Prince Williams sí lo es en su día a día. “La mayoría de mis amigos son más jóvenes que yo, no me gusta la gente de mi edad”, indica entre risas. “Me decepcionan todo el tiempo”, dice de sus quintos. “También me gusta viajar a países en los que no entiendo lo que los otros dicen porque, cuando les oigo hablar sus idiomas, pienso que todos deben estar recitando poesía y diciendo cosas bonitas en vez de hablar de gilipolleces o del fútbol”, concluye.