Cookie Muller, la diva de John Waters y Nan Goldin que se ha convertido en la musa literaria del verano

‘Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro’ es el invitado estrella de cualquier escapada que se muestra por redes sociales y narra las vivencias de una heroína de la contracultura estadounidense de los 70 y 80

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'Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro' es el fenómeno literario del periodo estival
'Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro' es el fenómeno literario del periodo estival

“Tenía dos amantes y no me avergonzaba”, “una vez quemé la casa de un amigo por accidente y no quedaron ni las cenizas” o “sé que los perros sueñan, les he visto correr mientras duermen”. Cookie Mueller (Baltimore, 1949-Nueva York, 1989) fue, sin duda, una mujer de muchos enunciados. Sus anécdotas y vivencias vitales se explican a través de un humor podrido, crudo e irónico que le permitió lidiar con las vicisitudes de su realidad.

Aunque los titulares de su corta vida, pues murió a los 40 años de edad a causa de una neumonía relacionada con el sida, la consideraban la musa del cineasta John Waters o la íntima de la fotógrafa Nan Goldin, Cookie (de nombre real Dorothy Karen) era una fabulosa escritora. Actriz del género underground y trash, aventurera, musa, madre e icono de la transgresión de los años 70 y 80, Mueller empleó su libreta para ahondar en las miserias (y anécdotas) de una vida marcada por la tragedia.

Violaciones, sobredosis, incendios, terapia de choque, secuestros, fumar marihuana con Charles Manson o huir de la policía en Berlín son algunos de los pasajes vitales que le han servido como material de escritura y que, este año, se han recopilado en Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro (Los Tres Editores), una obra crepuscular sobre una vida singular que se ha colado en la lista de lecturas imprescindibles del verano (y cuyos textos se editan, por primera vez, en castellano de la mano de la traducción de Rodrigo Olavarría). En un story de Instagram o en un post de X (antes Twitter) o TikTok. La obra se ha convertido en el acompañante perfecto del periodo estival, siendo así un fenómeno explicado por medio de la calidad narrativa de sus páginas y que, por fin, la convierte en protagonista.

Portada de 'Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro'
Portada de 'Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro'

¿Quién fue Cookie Mueller?

“Escribía como un lunático tío Remus: hilando pequeñas historias infernales que harían reír a carcajadas a cualquier lector”, dijo de ella John Waters. El director de Hairspray la convirtió en una de sus musas (más allá de Divine), sacándola a relucir en cintas como Multiple Maniacs, la icónica Pink Flamingos, Cosa de Hembras y Vivir Desesperadamente. El cineasta confirmó lo que las páginas de Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro muestran: Cookie tiraba de humor a la hora de abordar los tira y afloja de su realidad.

La diva contracultural de la década de los años 70 creció con sus padres, Frank Lennert Mueller y Anne (Sawyer) Mueller, en los suburbios de Baltimore, Estados Unidos. Su casa tenía un bosque cerca, pero también un hospital psiquiátrico, una dualidad que explica su particular sentido del humor. ‘Cookie’ nació como un mote de la infancia y mutó a título nobiliario (del universo trash que tan bien representó). “No se sabe por qué, comenzaron a llamarme Cookie antes de que empezara andar. No me importó, me podían llamar como quisieran”, declaró la protagonista.

Durante su infancia, viajó por carretera por todo el país junto a su familia. La muerte de su hermano a los 14 años (le cayó un árbol muerto encima) la marcó, pero le permitió emplear el papel como una salida de su desagradable rutina. Hippie, libre y adolescente, Cookie siempre había encontrado en la escritura un escaparate para la (in)comprensión.

Cookie Mueller, en una escena de 'Pink Flamingos'
Cookie Mueller, en una escena de 'Pink Flamingos'

La verdad fotográfica

Además de ser una de las divas ‘secundarias’ del cine underground de Waters, Cookie también fue predilecta de la lente de Nan Goldin y Robert Mapplethorpe. La realidad de su enfermedad fue retratada por la fotógrafa que, junto a Laura Poitras, ganó el León de Oro del Festival de Venecia con el documental All the Beauty and the Bloodshed (La belleza y el dolor), una obra en la que la directora habla de la pugna de la fotógrafa con la familia Sackler y su implicación en la crisis de los opioides en Estados Unidos.

En La belleza y el dolor, Goldin recupera su cronología para rememorar a los perfiles que no tuvieron reparo en posar ante su cámara, pero que se apagaron con una epidemia sanitaria que terminó con sus vidas. Cookie no fue la única conocida de la fotógrafa que murió por sida, pues la artista vio cómo, poco a poco, sus imágenes adquirían cada vez más valor por la desaparición de sus protagonistas.

No es el único homenaje que Goldin efectuó para Cookie, pues creó y exhibió por todo el mundo The Cookie Portfolio 1976–1989 tras su fallecimiento: una muestra con quince fotografías suyas en la que se expuso La boda de Cookie y Vittorio (1986), una imagen que documenta la boda de Cookie con Vittorio Scarpati, un artista italiano y diseñador de joyas de Nápoles que murió de sida siete semanas antes que Mueller.

Antes de su muerte, y tras el furor de sus apariciones cinematográficas, Cookie se trasladó a Nueva York, ciudad en la que apostó por la escritura y el periodismo. Una de sus colaboraciones más notorias fue su columna de salud Ask Dr. Mueller para la revista cultural East Village Eye, pero también habló de arte para el magacín Details. Las obras How to Get Rid of Pimples (1984), Ask Dr. Mueller (1996), una recopilación de las columnas que publicó en el East Village Eye, Walking Through Clear Water in a Pool Painted Black (1990), sus memorias que acaban de ser traducidas al español, y Garden of Ashes (1990) ya son clásicos de culto.

Cookie Mueller fotografiada por Nan Goldin (Sotheby's)
Cookie Mueller fotografiada por Nan Goldin (Sotheby's)
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