Belén Gil Orantos
Madrid, 27 feb (EFE).- Algo se mueve en Vox, un partido que desde hace un tiempo está padeciendo pequeños terremotos internos que se van sucediendo sin pausa contra el férreo liderazgo de Santiago Abascal, cada día más cuestionado por ejercer un poder absoluto tanto en la organización interna como en la estrategia política de la formación.
Desde la decepción de las últimas elecciones generales, en las que perdió buena parte de su representación, la crisis interna ha estado acechando como una constante a Vox, motivada por la marcha paulatina de miembros destacados de la formación.
Iván Espinosa, Rocío Monasterio, Macarena Olona, Rubén Manso, Víctor Sánchez del Real, Juan Luis Steegman, Juan García-Gallardo y Mazaly Aguilar son algunos de ellos. Salidas cuyas repercusiones el aparato del partido ha contenido durante año y medio negando problemas, asegurando la unidad y acallando cualquier disidencia con un mando único centralizado en Madrid.
Una centralización que Abascal defiende con el argumento de que Vox es un partido nacional y su estrategia también, por lo que las directrices y las decisiones las marca él, pero que se le puede volver en contra.
Ahora son más las voces que en público y en privado discrepan de su control y el de su guardia pretoriana de Bambú, formada por Enrique Cabanas, Kiko Méndez Monasterio, Ángel López Maraver y Gabriel Ariza. A estos se suman otros pocos, como el secretario general, Ignacio Garriga, más en Barcelona que en Madrid, o el eurodiputado Jorge Buxadé, en Bruselas.
Algunos de los disidentes ya están organizados. Son los llamados "críticos". Cargos municipales en activo, excargos y exdiputados, procedentes en su mayoría de comunidades autónomas, se reunieron el sábado en Madrid en demanda de un congreso de refundación del partido para volver a los objetivos fijados en su acta fundacional.
Denunciaron la falta de democracia interna y rechazaron las nuevas alianzas de Vox con el húngaro Viktor Orban y la francesa Marine Le Pen en Europa y con la adhesión a Donald Trump en Estados Unidos.
Dos días después, la dirección nacional les subestimó. "Tengo reuniones de amigos más numerosas", ironizó el portavoz nacional, José Antonio Fúster, asegurando que Vox sigue creciendo en afiliación.
Pero como los críticos, también hay otros desencantados que están tratando de organizarse en la sombra con la intención, aseguran a Efe fuentes próximas a este sector, de crear un partido de corte liberal que se situaría a medio camino entre el PP y Vox.
Los populares, según las fuentes, ven con buenos ojos su germen como fórmula para desengancharse definitivamente de la dependencia de Abascal en el camino de Alberto Núñez Feijóo hacia la Moncloa.
Fuentes de Bambú tampoco dan importancia a este movimiento, pero señalan ven que algunos exdirigentes del partido se están dejando "engatusar" por cantos de sirenas procedentes de Génova.
El eurodiputado Herman Terstsch es uno de los convencidos de que el PP está detrás. "Se creyó su propia mentira de que podía fagocitar a Vox. Ahora lo vuelve a intentar con el fichaje de un grupo de enemigos personales de Abascal", ha escrito en las redes, en la que también han salido en defensa de la dirección los diputados Manuel Mariscal, Carlos Hernández Quero y Rocío de Meer.
Las posibles alianzas con los populares planean constantemente sobre Bambú y, aunque muchas perviven a nivel municipal, ahora son más complicadas, especialmente en el ámbito autonómico, donde la ruptura en julio pasado de las coaliciones de ambos partidos en las comunidades se está trasladando a las negociaciones presupuestarias.
Entremedias de los dos, se está configurando esa nueva corriente que apuesta por el entendimiento con el PP, como defiende el exportavoz parlamentario de Vox, Iván Espinosa, y que aspira a convertirse en ese partido capaz de entenderse con Feijóo.
A estos dos frentes de críticos y liberales se suma un tercero conformado por personas convencidas de la viabilidad de Vox, pero muy disgustadas con el rumbo del partido y con la pérdida de los principios fundacionales.
Javier Ortega Smith se ha desvelado este miércoles como uno de ellos. La, a su juicio, excesiva cercanía de Abascal a los postulados de Trump ha sido la guinda que le ha llevado a hacer público su malestar con el aparato del partido.
Pero prefiere pelear dentro de casa. Ortega Smith fue uno de los fundadores de Vox y sigue creyendo en sus valores iniciales. Además de ser vocal del Comité Ejecutivo Nacional (CEN), es el portavoz en el Ayuntamiento de Madrid. Antes fue vicepresidente y secretario general del partido.
Otros han decidido marcharse del partido, como el militar retirado Agustín Rosety, diputado en las dos primeras legislatura de Vox en el Congreso, la de 2019 y la que se inició en abril de 2023 y finalizó en noviembre de ese mismo año. La adhesión plena a Trump, el motivo. EFE