Martina Castells
Barcelona, 14 feb (EFE).- La psicóloga y especialista en terapia sexual Elena Crespi, autora de 'Confidències' (Rosa dels Vents), ha explicado en una entrevista con EFE que "conviene desmontar mitos como que la penetración es la única fuente de placer".
Elena Crespi (Torelló -Girona-, 1981) denuncia que el modelo de sexualidad que se ha establecido como la norma es "machista y cuantitativo" y parte de un enfoque "centrado en la penetración".
"Aún persiste la idea de que el 'sexo de verdad' es aquel que incluye penetración, mientras que el resto son meros preliminares", señala Crespi, que asegura que "este enfoque excluye múltiples formas de placer, genera frustración tanto en hombres como en mujeres y no toma en cuenta la diversidad de cuerpos y experiencias".
En este sentido, Crespi argumenta que "el placer sexual se puede conseguir de muchas maneras, pero si solo se focaliza en la erección y la penetración, habrá un momento en que muchas personas se verán obligadas a recurrir a medicación o a renunciar a su vida sexual".
Además, la psicóloga insiste en que la sexualidad no debe centrarse en la cantidad: "Estamos en un momento en el que parece que cuanto más sexo tengamos y más experiencias acumulemos, mejor, pero la buena sexualidad pasa por escoger lo que realmente nos apetece".
El libro también analiza cómo la sociedad ha moldeado la sexualidad femenina dentro de estructuras "machistas" y busca "desmontar el mito" de que el placer sexual debe girar en torno a la penetración: "Si nos centramos solo en el coito, estamos limitando nuestra experiencia", indica la autora.
Crespi denuncia que la sociedad está focalizada en la idea de que el orgasmo debe provenir únicamente de la penetración, cuando en realidad muchas mujeres no alcanzan el clímax de esta manera: "Sí que hay mujeres que pueden llegar al orgasmo a través del coito, pero suele ser porque hay una estimulación simultánea del clítoris", explica.
En este sentido, la psicóloga argumenta que en la mayoría de los casos, sin embargo, la penetración por sí sola "no es suficiente" y, en muchas ocasiones, incluso provoca dolor en la mujer: "Si los hombres creen que simplemente con penetrar la otra persona estará alucinando de placer, cuando ven que no es así, el choque es muy grande", advierte Crespi.
La autora explica que el clítoris tiene más del doble de terminaciones nerviosas que el pene y que, en comparación, la vagina es una zona bastante insensible.
Según reflexiona Crespi, "la educación sexual influye profundamente en la forma en que vivimos el deseo y aunque ha habido avances, aún queda un largo camino por recorrer".
Crespi advierte que "los hombres han sido educados para sentirse dueños de su sexualidad, mientras que a las mujeres se les ha enseñado a estar siempre disponibles para el otro".
"Nos han inculcado que debemos estar siempre bonitas, listas y sin levantar demasiado la voz y esta desigualdad impacta directamente en la autoestima y en la dificultad de muchas mujeres para reivindicar su placer y sus derechos sexuales", puntualiza la autora.
Crespi sostiene que muchas generaciones han vivido una sexualidad no plena, especialmente las mujeres: "El modelo de pareja y sexualidad ha priorizado el placer masculino, durante décadas, la sexualidad femenina se ha reducido a la penetración, un enfoque que solo beneficia a quien tiene pene y no vagina".
En un momento en el que se debate mucho sobre el consentimiento, que Crespi prefiere llamar "consenso", la psicóloga defiende que "el sexo es un juego de acuerdos en el que nadie debe imponer su criterio".
Para la terapeuta, el juego de la seducción implica un diálogo constante en el que ambas partes deben asegurarse de que el otro está cómodo y disfrutando: "No podemos pasar por encima de los deseos del otro como una apisonadora", señala.
Desde esta perspectiva, la autora explica que "históricamente, los hombres han llevado la batuta en la sexualidad, pero ahora es momento de cuestionar esas dinámicas" y, por eso, enfatiza que "las mujeres que hemos sido educadas para callar, debemos empezar a alzar la voz".
Crespi también advierte que la pornografía ha influido "enormemente en nuestra visión de la sexualidad, promoviendo un modelo en el que el hombre exige y la mujer obedece".
Por eso, para la autora, la clave de la "revolución sexual femenina" pasa por rechazar este modelo y aprender a identificar "qué nos apetece y qué no, sin ceder a presiones externas".
Incluso en relaciones disidentes o fuera de la heteronorma, Crespi observa que es difícil salir de los roles preestablecidos: "El modelo heterocentrado se sigue reproduciendo independientemente de la identidad u orientación sexual".
En este sentido, destaca que el cambio "debe ir más allá de la identidad de género y orientarse hacia una sexualidad basada en el consenso y la igualdad". EFE
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