Madrid, 31 ene (EFE).- Un equipo de científicos ha descrito dos fósiles de pseudoescorpión, diminutos arácnidos que parecen escorpiones pero que no tienen ni cola ni aguijón. Estos insectos, que vivieron en el Cretácico inferior, tienen más de cien millones de años de antigüedad y estaban excepcionalmente bien conservados en ámbar (resina fosilizada).
Los detalles de la investigación, realizada por científicos del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC) y de la Universidad de Barcelona (UB), se han publicado en un artículo en la revista Papers in Paleontology.
Estos pseudoescorpiones, de alrededor de un milímetro de longitud, fueron hallados en los yacimientos de ámbar del Cretácico de Álava y Teruel, que son dos de los yacimientos de ámbar más importantes del mundo.
Los falsos escorpiones -un grupo de arácnidos que aún existe- habitan en la hojarasca del bosque y en zonas de cavernas y, aunque están entre los primeros artrópodos adaptados a la vida terrestre hace más de 385 millones de años, su registro fósil es muy escaso.
Hasta ahora, solo se conocían doce especies en ámbar del Cretácico, de las que diez fueron halladas en Myanmar y las otras dos en Francia y Hungría, explica una nota del CSIC.
El estudio describe dos nuevos géneros y dos nuevas especies de la familia Garypinidae, que estaban preservados en ámbar en el yacimiento de Peñacerrada II (Álava).
Además, el estudio documenta la presencia de una pinza de uno de estos arácnidos que pertenece a un género que aún existe, Pseudogarypus, en el yacimiento de San Just (Teruel).
Los pseudoescorpiones, que carecen de cola y aguijón, son depredadores voraces que utilizan sus potentes palpos (apéndices articulados) con pinzas para capturar y manipular a sus presas; en algunos casos, incluso inyectan veneno a través de una glándula situada en el extremo de las pinzas.
Gracias a la excepcional preservación de estos fósiles, ha sido posible estudiar en detalle muchos aspectos anatómicos. Uno de los ejemplares conserva hasta restos de musculatura interna.
Los yacimientos ambarinos españoles están entre los más antiguos del mundo, junto con los de Birmania y Canadá (todos ellos del Cretácico) y los del Báltico, México y República Dominicana, que van desde los 42 millones de años a los 20 millones de años de antigüedad.
En España "tenemos ámbar de un momento del Cretácico en el que hubo una revolución ecológica, porque fue cuando aparecieron y se diversificaron las plantas con flor. Su estudio nos ayuda a entender cómo fueron entonces las comunidades de arácnidos e insectos", explica la investigadora del IGME y primera firmante de la investigación, Alba Sánchez-García.
De hecho, este hallazgo representa el primer registro de este orden en el ámbar del Cretácico de España, y el registro más antiguo conocido de las familias Garypinidae y Pseudogarypidae.
Aunque la diversidad de pseudoescorpiones descubiertos en el ámbar español es modesta, Sánchez-García destaca que estos hallazgos subrayan la importancia "de seguir explorando los yacimientos de ámbar en España". EFE