Eva Ruiz Verde
Sevilla, 18 ene (EFE).- La vuelta de María Jesús Montero como secretaria regional del PSOE a la política andaluza, de la que salió en 2018 para ascender a lo más alto de la nacional de la mano de Pedro Sánchez, sube la apuesta socialista en una comunidad en la que se suceden sus derrotas electorales y en un partido que, según ha demostrado, la esperaba como agua de mayo.
El de la sevillana era el único nombre capaz de unir a los militantes y despejar el camino en las primarias, y el único también capaz de generar una ilusión que hacía tiempo no se veía entre los socialistas andaluces.
De hecho su único contrincante, Luis Ángel Hierro, que ha retirado este sábado su precandidatura a la Secretaría General, admitió que no se habría presentado si ella hubiera anunciado antes su intención de liderar a los socialistas andaluces.
En sus primeras intervenciones públicas Montero, que nunca ha participado demasiado en las cuestiones orgánicas de la formación, ha puesto todo su empeño en transmitir a través de palabras y gestos fuerza, vigor y entusiasmo, con una promesa a los simpatizantes socialistas: "Vengo a ganar y vamos a ganar".
Dejó Andalucía meses antes de que llegara la pérdida del Gobierno regional para los socialistas después de 37 años al frente de la Junta, una etapa amarga que no ha vivido en primera persona, como tampoco conoce todavía lo que es hacer oposición en la comunidad a un PP de Juanma Moreno que ahora cuenta con una amplia mayoría absoluta.
Para ello contará con la experiencia de sus seis años y medio en Madrid, siempre en gobiernos de coalición con socios cuanto menos incómodos, que le han servido para fajarse en situaciones no demasiado sencillas.
Como titular de Hacienda puede presumir de acuerdos para sacar adelante tres presupuestos y hacerlo, además, con el reconocimiento de su facilidad para el diálogo, incluso por parte de sus adversarios.
Vicepresidenta primera del Gobierno desde diciembre de 2023 y vicesecretaria general del PSOE desde julio de 2022, Montero, de 58 años, dice que para cualquier político presentarse tanto en su comunidad como en su ciudad "es una de las tareas más gratificantes", aunque muchos duden de su deseo real de regresar en este momento.
Sin embargo asegura que es precisamente ahora cuando "es muy importante que Andalucía tenga ambición" para, a través de "un proyecto fuerte y de progreso" con el que quiere contar, poder evitar situaciones como la del Ayuntamiento de Sevilla, donde el PP y Vox han firmado un acuerdo de presupuestos que "obliga a dar pasos atrás".
Dispuesta a continuar de momento en todos sus cargos, la también ministra de Hacienda insiste para hacerlo en que es "una persona de equipo" que piensa "delegar tareas" y rodearse de "hombres y mujeres que son capaces de poner lo mejor de sí mismos", algo que considera "posible cuando hay un partido como el socialista que se conoce Andalucía y tiene la mayor implantación y capacidad de llegar a todo el mundo".
Una de las incógnitas que se abre ahora es precisamente saber quiénes serán esos hombres y mujeres, tanto en la cúpula de San Vicente -la sede regional del PSOE- como en el Parlamento andaluz, donde Montero no está y donde se antoja difícil que Juan Espadas pueda seguir defendiendo las posiciones socialistas en el tiempo que queda de legislatura.
Con las elecciones andaluzas previstas en principio para antes del verano de 2026, la nueva responsable del PSOE andaluz cuenta a priori con más de un año para difundir un discurso en el que tiene que combatir las acusaciones del PP y de la Junta sobre su "maltrato" a Andalucía con la financiación autonómica y las concesiones a Cataluña.
Así lo ha hecho ya en los diez días transcurridos desde que anunció su decisión, en los que ha negado que la región pierda 1.500 millones de euros al año, como argumentan los populares, y ha asegurado que la comunidad "no va a perder financiación nunca" y que con Pedro Sánchez ha recibido 53.800 millones de euros más que en los siete años anteriores.
Montero debe convencer a los andaluces de eso y de que su llegada no representa una "vuelta al pasado", como critica el PP, que ha recordado que fue consejera -desde 2004 y hasta 2018- en los gobiernos de Manuel Chaves, José Antonio Griñán y Susana Díaz, con la que no siempre reinó la buena sintonía, quizá porque su nombre siempre sonó como posible sustituta de la expresidenta de la Junta.
En ese camino se cruzó -hasta ahora- el escenario nacional para esta médica de profesión, que presume precisamente de que en su etapa como responsable de Salud en Andalucía la sanidad estaba "en todo lo alto" y lamenta que "ahora se haya deteriorado de forma tan importante", un debate que ella y Moreno afrontarán más de una vez en la carrera que ahora se inicia hacia la Presidencia de la Junta. EFE