Juan José Lahuerta
Madrid, 3 ene (EFE).- Apenas dieciocho minutos fueron los que necesitó Borja Mayoral para marcar después de superar una recaída en la rodilla izquierda y regresar al césped para vestir la camiseta del Getafe, necesitado de gol de forma alarmante y aliviado frente al Granada con el regreso del que será sin duda su mejor fichaje del mercado de invierno.
El cuadro andaluz sufrió en sus carnes la reaparición de un delantero que decantó a favor del conjunto azulón la eliminatoria de los dieciseisavos de final de la Copa del Rey. Todo de lo que carecía el Getafe, cuestionado por la ausencia de un 'killer', lo arregló Mayoral con un remate en la prórroga que vale una clasificación que llena de esperanza a los hombres dirigidos por José Bordalás.
El entrenador del Getafe, desde el primer momento de la pasada pretemporada, vio la gran carencia de su equipo: la ausencia de gol. El grueso de los jugadores que el curso pasada habían celebrado un tanto cuando se lesionó Mayoral a falta de once partidos de Liga para el final, ya no estaban en la plantilla azulona al inicio del curso.
Mayoral entró en la enfermería tras lesionarse durante el partido ante Las Palmas de la jornada 27. En ese momento, acumulaba 15 goles, exactamente el 41,6 por ciento de todos los tantos que había marcado el Getafe hasta ese instante. El resto, se lo repartían entre Mason Greenwood (6), Nemanja Maksimovic y Jaime Mata (4), Juanmi Latasa (2) y Stefan Mitrovic, José Ángel Carmona, Carles Aleñá, Gastón Álvarez y Óscar Rodríguez (1).
Todos se fueron en verano excepto Aleñá, que también se ha pasado una parte de la temporada lesionado. Los 15 tantos le bastaron a Mayoral, pese a perderse once encuentros, para hacerse con el trofeo al jugador español con más goles de la Liga. Y Bordalás, consciente de la necesidad de refuerzos, pidió hombres experimentados que nunca llegaron.
El Getafe firmó a jugadores con poco tiempo en la elite. Y, entre los delanteros llegaron Álvaro Rodríguez, procedente del Real Madrid Castilla con minutos residuales en pocos partidos del primer equipo, y Bertug Yildirim, con la experiencia de una temporada en una ligas inferior como la francesa. Necesitaban una adaptación a la élite que aún afinan.
Sin Mayoral y sin los jugadores con los que el Getafe engordó sus estadísticas anotadoras, el Getafe acudió a la cita del Granada con un bagaje en Liga de once tantos con el dudoso título honorífico de ser el equipo con menos goles de las cinco grandes Ligas europeas junto al Lecce y el Le Havre.
Bordalás suspiraba por la vuelta de Mayoral, que lo intentó en el primer tramo del curso. Logró acumular 130 minutos en diferentes partidos (Betis, Leganés, Barcelona, Alavés y Osasuna), pero se resintió de su rodilla izquierda y tuvo que volver a parar.
En Navidad no se fue de vacaciones y trabajó en solitario para acelerar su regreso. Bordalás, satisfecho, dio una buena noticia en la víspera del choque ante el Granada: "Puede que Mayoral tenga minutos. Hoy se ha entrenado con normalidad. Todos sabéis que es un jugador muy importante y tenemos ganas de recuperarle. Está con ilusión y con ganas de ayudar al equipo. Ojalá lo podamos tener".
Sus deseos se hicieron realidad. Con el Getafe atascado otra vez ante el Granada y sobreviviendo gracias a las intervenciones de su portero Jirí Letácek, Mayoral apareció sobre el terreno de juego a los 80 minutos para sustituir a Christantus Uche.
El choque terminó sin goles a los 95 minutos y tres después de la reanudación en la primera parte de la prórroga, remachó a la red una jugada de resistencia de Bertug, que se peleó con media defensa del Granada para servir en bandeja a Mayoral el tanto de la victoria (0-1).
Fue suficiente para el Getafe, que después aguantó para alcanzar los octavos de final gracias a la aparición de un jugador prácticamente inédito esta temporada para el equipo de Bordalás, que se ha encontrado con el mejor fichaje posible para el mercado de invierno: se llama Borja Mayoral, bueno, bonito, barato y gratis. Ya ha tomado carrerilla para recuperar el tiempo perdido. El Getafe, por fin sonríe. EFE