José Luis Sorolla
Zaragoza, 23 dic (EFE).- Las vacaciones navideñas del Real Zaragoza serán algo más tranquilas de lo que podía preverse de no haber ganado al Rácing de Ferrol en la última jornada de la primera vuelta, pero llegan con numerosas dudas que la entidad deberá despejar las próximas semanas.
La dolorosísima derrota que encajó cuatro días antes frente al Real Oviedo (2-3), tras adelantarse 2-0, le dejó a la misma distancia del descenso que de la promoción de ascenso, seis puntos.
Además provocó el primer gran terremoto del año. Víctor Fernández presentó su dimisión irrevocable en su enésima etapa en la entidad blanquilla. El entrenador zaragozano que ha vivido sus mayores éxitos deportivos en el banquillo blanquillo, superado por los acontecimientos, decidió abandonar la nave.
Su último gran servicio a la Sociedad Anónima Deportiva de Jorge Mas fue lograr la permanencia unos meses antes tras hacerse cargo del equipo en una delicadísima situación en la que la amenaza de quedarse fuera del fútbol profesional era cierta.
La salida de Víctor Fernández deparó la interinidad de David Navarro, sin precisar tiempo porque la entidad busca un entrenador en el mercado, aunque de no demorarse en exceso, podría haber sido por un único partido. La expulsión al final del encuentro del novel técnico por su duro enfrentamiento con su homólogo en el banquillo ferrolano puede dejarle fuera del banquillo al menos todo el mes de enero.
Ahora la duda para los rectores zaragocistas, con Juan Carlos Cordero como máximo responsable y sin la vigilante tutoría de Víctor Fernández, es qué hacer ante la inminente apertura del mercado invernal y la posible llegada de refuerzos necesarios para reforzar una plantilla que ofrece más dudas que realidades.
En la que es su duodécima temporada consecutiva en la categoría de plata, la entidad maña señaló sin atisbo de dudas que el ascenso era el objetivo y a pesar de un más que esperanzador comienzo de temporada, la realidad lo ha ido diluyendo como un azucarillo.
Las tres victorias iniciales y un empate permitieron a los blanquillos moverse primero en posiciones de ascenso directo, después pasar a puestos de promoción de ascenso, lo que maquillaba las numerosas dudas que ya dejaba entrever el equipo.
Las últimas semanas el equipo entró en su peor dinámica y el peligro de caer al precipicio empezó a verse como una posibilidad demasiado peligrosa.
La última victoria liguera fue el 2 de noviembre frente al Granada, precisamente el equipo que unas semanas después en la tanda de penaltis lo dejó fuera de Copa del Rey.
Tras el triunfo ante los nazaríes, en los siete siguientes partidos los maños únicamente fueron capaces de sumar cuatro puntos con otros tantos empates y cayeron en los otros tres partidos. La victoria ante el Rácing de Ferrol le permitirá hacer la digestión de los turrones con un poco de tranquilidad.
La segunda vuelta la arrancarán a cuatro puntos de la promoción de ascenso y un colchón más tranquilizador de ocho puntos sobre el abismo del descenso. EFE