Ramón Orosa
Bilbao, 22 dic (EFE).- El Athletic Club remató en Pamplona, remontando al CA Osasuna en El Sadar, un 2024 inolvidable, el año en el que el conjunto vasco fue de nuevo fue rey de la Copa, la Gabarra volvió a surcar la Ría y regresó a Europa tras más de un lustro sin poder visitar el continente.
Un Athletic que más allá de todo eso, que fue consecuencia de una brillante temporada 2023-2024, está elevando en este curso 2024-2025 el nivel a cada jornada, a cada partido que juega y se está mostrando casi imparable tanto en LaLiga como en la Liga Europa, en las que se ha incrustado entre los mejores de la competición.
En la Liga terminó el choque ante Osasuna fortaleciendo una cuarta plaza desde que la divisa a escasa distancias las tres primeras posiciones, aunque la victoria posterior del Atlético de Madrid en Montjuic le alejó el liderato a cinco puntos, que podrían ser ocho si los colchoneros se imponen en el choque de la primera jornada liguera de 2025.
Pero del FC Barcelona, líder arrollador hasta hace unas semanas y ahora segundo, está ya a dos puntos, y del Real Madrid, tercero pero con dos partidos menos jugados, a solo uno. Y lo que es mejor para los de Ernesto Valverde, con unas ventajas sobre sus perseguidores de un mínimo de seis puntos.
Esta destacada situación clasificatoria en LaLiga no alcanza, no obstante, a la de la Liga Europa, en la que los leones son segundos y colíderes junto a la Lazio romana después de sumar 16 de los 18 puntos que ha disputado. Los quince últimos en una tacada de cinco triunfos consecutivos.
Semejantes números en los dos torneos, desconocidos en décadas en Bilbao, son consecuencia de un fútbol sólido, pétreo en defensa, asfixiante en la presión, fluido en la elaboración y al abordaje en ataque, en el que son figuras principales los hermanos Williams, Iñaki y Nico, iconos ya del club, del fútbol español y hasta del fútbol internacional.
La estrella es Nico, cuya continuidad en Bilbao se celebró en verano casi como un título, pero el futbolista determinante está siendo Iñaki, quien ayer dio en Pamplona, su ciudad de acogida cuando de crío abandonó su Bilbao natal, un recital de lo que debe hacer un delantero.
Goleador en lo que va de curso con ocho tantos marcados, cuatro en cada competición, ante Osasuna volvió a ser asistente -lleva ya seis pases de gol- y por un momento hasta mago. Porque emuló a un Nico en los últimos partidos menos brillante con un eslalon por la línea de fondo en la que no paró de deshacerse de rivales hasta dejar hecho un gol a Gorka Guruzeta que evitó una parada para el recuerdo de Sergio Herrera.
Junto a Iñaki, que no dejó de percutir todo el partido sobre una defensa rojilla a la que acabó abatiendo, solventaron el encuentro dos secundarios que empiezan a ser ya de lujo. Porque Gorka Guruzeta y Alex Berenguer distan del glamour y el poderío de los Williams y también de la clase de Oihan Sancet, la tercera estrella, pero están para lo que se les pide y aprovechan cualquier resquicio para hacerse valer.
En El Sadar tiraron además de calidad, que también tienen. Porque hay que dominar bien el arte del remate para conectar un cabezazo como el de 'Gurugol' saltando por encima de un rival en el empate a uno -a un gran centro de Iñaki- y enganchar como enganchó Berenguer el balón caído del cielo, escorado y con plomo, que concretó la remontada.
No obstante, al notable cierre a un año para recordar aportaron todos, principales y secundarios. Entre los primeros también un Unai Simón todavía en proceso de ir cogiendo portería tras su larga lesión pero ya protagonista de una tremenda parada a Aimar Oroz que hubiese supuesto el 2-1; y un Sancet que acarició el 1-2 en la jugada en la que se hizo un esguince que le obligó a ser sustituido.
El primer tiempo del 'Lince de Mendillorri' muy cerca de su casa fue estimable, como también el del emergente Mikel Jauregizar, quien empieza a discutirle a un Beñat Prados siempre a gran nivel el sitio en el doble pivote al lado de Iñigo Ruiz de Galarreta. La primera media hora de 'Galaxy' no fue la que acostumbra pero se recuperó y acabó comandando junto a 'Jaure' el juego de su equipo.
Un fútbol que supuso el decimocuarto partido seguido sin perder de los de Valverde, entre ellos diez victorias y cuatro empates. Números de consideración que en liga se rebajan a seis victorias y cuatro igualadas para una racha de 22 puntos de 30 posibles que le han aupado a la parte más alta de la tabla.
En la que, algo impensable en los últimos años, ve como rivales más al Madrid, al Barcelona y al Atlético que al resto de equipos de Primera División. Algo que tendrá que confirmar 2025, que para empezar tiene reservadas al Athletic dos nuevas competiciones, las últimas en las que levantó un trofeo, la Copa del Rey (2024) y de la Supercopa (2021).
Oportunidades para continuar la línea de 2024, un año que, además de inolvidable, fue rematado a la altura por el Athletic en El Sadar. EFE