Mario Betancort
Madrid, 20 dic (EFECOM).- Las grandes operaciones corporativas han vuelto en 2024 con el anuncio de la opa del BBVA sobre el Sabadell y otros intentos de toma de participaciones en Naturgy, Talgo o Telefónica, en los que el Gobierno ha jugado un papel clave, al margen del sonado debut bursátil de Puig.
Aunque el año había empezado relativamente tranquilo, el Ejecutivo ya había dado orden para que el Estado, a través de la Sociedad Estatal de Participaciones Industriales, la SEPI, se hiciera con un 10 % de Telefónica para contrarrestar el interés de la saudí STC.
A finales de mayo, la SEPI se había hecho con ese 10 % de Telefónica tras invertir 2.284 millones y Arabia Saudí mantenía su plan de llegar al 9,9 % de la teleco española, para lo que requería el visto bueno del Gobierno, que llegó a cierre del pasado noviembre.
En paralelo, en los últimos días de abril se conoció que el BBVA quería volver a negociar la compra del Sabadell, como a finales de 2020, pero la cúpula de esta entidad rechazó la oferta y defendió que tenía más futuro en solitario.
Tras esta decisión, el 9 de mayo el BBVA anunció una oferta pública de adquisición (opa) de acciones sobre el Sabadell, con una prima del 30 % sobre los precios del 29 de abril o del 50 % sobre la media de los tres meses anteriores.
La idea del BBVA era que los propios accionistas del Sabadell pudieran decidir su futuro y fusionar la entidad catalana si más del 50 % del capital aceptaba la propuesta, que pasaba por el canje de acciones.
Sin embargo, el año termina sin que el BBVA haya lanzado su oferta porque sigue a la espera de que se pronuncie la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, la CNMC, que decidió profundizar en el análisis de la operación que el Gobierno ha rechazado desde el primer momento.
Pero esta no ha sido la única opa que ha vetado el Ejecutivo, que también se opuso a la oferta lanzada sobre Talgo por el grupo húngaro Ganz-Mavag en marzo, que ofrecía 619 millones de euros y contaba con el respaldo de la sociedad Pegaso, que posee más del 40 % de la compañía al unirse a accionistas de referencia como el fondo Trilantic, con un 29,9 %, la familia Abelló y algunos miembros fundadores.
En esta ocasión, el Gobierno apeló a riesgos de "seguridad nacional". Antes del verano el grupo checo Skoda presentó una propuesta de unir los negocios, pero no formuló una contraopa, por lo que sus planes no prosperaron.
Ya en octubre se confirmó que el grupo industrial Sidenor, con el apoyo del Gobierno central y el vasco, también estaba interesado en Talgo y barajaba comprar la participación del 29,9 % en manos del fondo Trilantic.
También estuvo en el foco de la noticia Naturgy, en un primer momento porque en abril se desveló que Criteria, principal accionista de la compañía, negociaba con la emiratí Taqa lanzar una opa sobre el 100 %, una vía para dar salida a los fondos CVC y GIP, que controlaban más de un 41 %.
Dos meses después, en junio, esas conversaciones saltaron por los aires, entre otras razones porque Criteria, como el Gobierno, consideraba "estratégica" la compañía. Posteriormente, el fondo Blackrock pasó a tener la participación de GIP.
Mientras tanto, el fondo australiano IFM, con cerca del 11 % de Naturgy desde principios de 2021, siguió ampliando su presencia y posee ya más del 16 % del capital, afianzando su posición como cuarto accionista.
La multinacional española especializada en derivados del plasma ha sido otra de las protagonistas del año porque, tras sufrir un descalabro en bolsa por las dudas planteadas en un informe de la firma de análisis Gotham, luego despertó el interés de Brookfield.
Desde julio, el fondo canadiense exploraba una opa con el apoyo de distintos miembros de la familia fundadora de Grifols, que controlan cerca del 30 %. Sin embargo, el consejo de administración rechazó la oferta, que valoraba la compañía en 6.450 millones.
En agosto, IAG, el conglomerado dueño de Iberia, renunció a la compra del 80 % de Air Europa, una operación iniciada a finales de 2019, antes del estallido de la pandemia, y para la que las autoridades de competencia europeas exigían cesiones de rutas inasumibles para el grupo hispano-británico.
Tras el primer acuerdo, por el que Iberia pagaría 1.000 millones de euros por la aerolínea de Globalia, la transacción se rebajó a 500 millones.
Mientras, Air Europa ha anunciado una ampliación de capital, a la que Iberia acudirá para mantener su actual participación del 20 %, que busca fortalecer a la aerolínea, que despierta el interés de los grandes grupos europeos, sobre todo de Air France-KLM.
El año ha tenido también tres salidas a Bolsa, la más sonada la de Puig, la multinacional de productos de belleza y perfumería, que debutó en mayo con una valoración por encima de 10.000 millones.
Después de Puig, Inmocemento, la sociedad que agrupa la mayor parte de los negocios inmobiliario y cementero del grupo FCC, se estrenó en el mercado, y tras ella lo hizo la compañía de infraestructuras de energía y tratamiento de aguas, Cox.
Otras, sin embargo, no consiguieron su objetivo de estrenarse en el parqué, como Europastry, la compañía de panadería y bollería congelada, que abortó en octubre por segunda vez en el año su debut bursátil por la valoración a la baja de sus acciones.
Pero Europastry no fue la única empresa que dio marcha atrás este año a su debut en el mercado español, ya que otras compañías como Astara, filial del grupo Bergé; la aerolínea Volotea; o el grupo textil Tendam, dueño de Cortefiel, decidieron aplazar o suspender su estreno. EFECOM