Teresa Díaz
Rota (Cádiz), 14 dic (EFE).- "Estamos con el cuchillo en la boca. El barco está a tope de adiestramiento", asegura Salvador Moreno, el comandante de la fragata Reina Sofía, que el próximo mes de febrero se integrará en la Operación Atalanta para luchar contra la piratería en el Índico. Antes ha tenido que pasar una exhaustiva evaluación.
Aunque las fragatas son "buques escolta", su gran versatilidad les permite operar en misiones como Atalanta, la operación puesta en marcha en 2008 por la Unión Europea (UE) para proteger de los ataques de los piratas el tráfico marítimo, especialmente a los buques del Programa Mundial de Alimentos de la ONU, pero también a los mercantes y a los pesqueros que operan por el océano Índico.
"Hay más casos de piratería de lo que la gente cree", asegura el comandante de Atalanta, el vicealmirante español Ignacio Villanueva Serrano, en un encuentro con periodistas durante una visita al Cuartel General, ubicado en la base naval de Rota (Cádiz).
La máxima capacidad de la misión son dos buques de superficie, uno español y otro italiano, además de un avión de patrulla marítima. En estos momentos solo está desplegada la fragata Santa María, a la que en dos meses sustituirá la Reina Sofía.
Este buque cuenta con una dotación de 220 personas, de las cuales 50 son mujeres, una proporción muy superior a la media de las Fuerzas Armadas. En Atalanta participarán alrededor de 180 marinos, a los que habrá que sumar otras 50 personas ajenas al barco, entre ellos, efectivos de operaciones especiales.
También algún lingüista para facilitar la comunicación con los pescadores de la zona o con los propios piratas si fuera necesario y un psicólogo.
Además, embarcará un helicóptero SH-60B (Bravo), un equipo de drones, unidades de guerra naval y un equipo especial de sanidad capaz de realizar ciertos tipos de cirugía a bordo, muy necesarios en este tipo de operaciones.
Para poder enfrentar la misión, la fragata ha sido sometida a un riguroso examen durante más de cinco semanas, en el que se ha puesto al barco "en situación de combate aplicado a la operación".
Se han evaluado aspectos como su capacidad de defensa antiterrorista o la de proyectar equipos de asalto a otro barco, "que es como se combate a los piratas", explica el capitán de fragata Serrano.
Después de esa exhaustiva evaluación, que ha superado con éxito, el barco ha sido certificado en todas las áreas y la tripulación está motivada e ilusionada por volver a zona de operaciones.
Les esperan cinco meses de convivencia en los que el "primer pilar" son los valores de los embarcados: compromiso, compañerismo, lealtad, respeto, humanidad o empatía, enumera con orgullo Serrano. Pero también se cuida la comida, uno de los momentos de 'relax' a bordo. "Comemos de lujo", afirma.
Y, por supuesto, la práctica de deporte, que se ha generalizado en los últimos tiempos en los buques, y las nuevas tecnologías que permiten a la tripulación un contacto permanente con sus familias, además de disponer de entretenimiento.
"Estamos preparados para el combate", afirma el comandante de la fragata, que el próximo será su quinto despliegue en Atalanta, en uno de los cuales fue testigo directo del secuestro del pesquero español Alakrana.
La zona en la que tendrá que operar la Reina Sofía es muy extensa (un tercio del océano Índico), en la que cabría toda Europa. Allí realizará su misión de seguridad marítima y estará preparada para intervenir en caso, por ejemplo, de que un barco sea atacado o secuestrado por piratas.
En el cuartel general se ubica el Centro de Operaciones Tácticas (JOC, por sus siglas en inglés), una especie de 'Gran Hermano' en el que a través de una pantalla gigante se monitoriza el mar en tiempo real: 24 horas al día los 365 días del año.
El tráfico marítimo en la zona es intenso. Todos los barcos tienen la oportunidad de registrarse de forma previa en el sistema de Atalanta, lo que facilita la intervención en caso necesario.
Los buques están clasificados y se les asigna un color en función del riesgo. "A mayor riesgo, mayor vigilancia", explican los responsables de este centro en el que trabajan un centenar de militares de países como España, Portugal, Francia, Serbia o Colombia.
"Somos capaces de barrer toda la costa de Somalia cada 8 o 5 días, según se trate de periodo monzónico o intermonzónico", señala el vicealmirante Villanueva.
Un cambio de rumbo o de velocidad son señales que alertan de que algo está ocurriendo. Otras veces, la voz de alarma se recibe mediante una llamada telefónica, que da paso a una reunión del gabinete de crisis para decidir las acciones a adoptar, incluido el abordaje del barco secuestrado una vez valorados los riesgos.
En estos momentos la fragata española Santa María está monitorizando un pesquero chino secuestrado en aguas territoriales de Somalia, lo que complica la intervención, ya que el mandato de Atalanta es para aguas internacionales.
Este es el único episodio de estas características registrado durante los últimos seis meses del año frente a los 45 ataques de piratas del primer semestre, en seis de los cuales Atalanta "se ha involucrado muy activamente, con mucha fuerza", explica el vicealmirante.
El año va a acabar con 62 piratas sentados ante un juez, lo que supone un golpe para estos grupos criminales, a los que no les va a ser fácil reclutar gente.
En estos momentos la amenaza pirata en la costa de Somalia y el golfo de Adén es moderada, lo que significa que la posibilidad de que un barco sea atacado es real, asegura el comandante de Atalanta, que vaticina un año 2025 menos intenso, con una veintena de ataques. EFE
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