José Miguel Blanco
Santander, 13 dic (EFE).- "Nos vamos como llegamos". "Salimos con las manos vacías". "Vinimos sin propuestas y nos vamos sin respuestas". "Sin acuerdos ni compromisos".
Esas frases pronunciadas por varios líderes autonómicos del PP al término de la Conferencia de Presidentes celebrada este viernes en Santander resumen el resultado del debate entre Pedro Sánchez y los máximos responsables de las comunidades.
O más que debate, según lamentan, una serie de monólogos que en medio de la crispación política que se vive en España y el enfrentamiento total entre Gobierno y PP, ha impedido acuerdo alguno casi tres años después de la última reunión de este tipo, la celebrada en la isla de La Palma.
Allí el entonces presidente de la Generalitat de Cataluña, Pere Aragonès, evitó hacerse la foto de familia con el rey, pero en la capital cántabra, su sucesor, Salvador Illa, ha estado presente en ella y eso ha llevado al Gobierno a destacar, a falta de acuerdos, la recuperación de la plena normalidad institucional.
Es más, Cataluña, y en concreto Barcelona, albergará la próxima reunión de la Conferencia, la que será la número 28, tras la propuesta en ese sentido hecha por Illa y que ha contado con el respaldo incluso de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
Ella, según asistentes a la reunión y fiel a la sucesión de choques políticos con Sánchez (con quien solo ha cruzado un frío apretón de manos protocolario al inicio), ha protagonizado una de las intervenciones más críticas rechazando de plano las intenciones del Gobierno sobre la financiación singular de Cataluña y la condonación de parte de la deuda no sólo a este territorio, sino también a otras comunidades.
El presidente del Gobierno, en el principal anuncio de la cumbre, ha avanzado que en enero se convocará al Consejo de Política Fiscal y Financiera para tratar precisamente esa condonación de las deudas autonómicas.
Pero la respuesta generalizada, tanto de Ayuso como de los otros diez presidentes de comunidades gobernadas por el PP, es que ese Consejo debería dedicarse a otro asunto: la búsqueda de un acuerdo para renovar el modelo de financiación autonómica.
La coincidencia es que eso es urgente. Lo creen también algunos presidentes socialistas, y el de Castilla-La Mancha, Emiliano García Page, ha llegado a plantear que en el plazo de tres meses el Gobierno presente un borrador marco sobre la reforma de ese sistema.
El debate sobre esta cuestión ha absorbido el protagonismo de la jornada pese a que se ha hablado de otros epígrafes como el reparto de menores migrantes entre las comunidades a la espera de un acuerdo para ello, la sanidad o la vivienda.
Pese a todo, la ausencia de acuerdos (un guion que se antojaba escrito de antemano) no es para el Gobierno sinónimo de fracaso. Lo ha afirmado el ministro de Política Territorial, Ángel Víctor Torres, encargado de hacer balance de la Conferencia por parte del Ejecutivo y quien ha asegurado salir de ella más contento que como entró.
Las discrepancias ha afirmado que han ido acompañadas de un buen tono. Pero eso no ha disipado la sensación de frialdad del encuentro a la que ha aludido García-Page asegurando entre bromas que ha visto el ambiente muy frío hasta que se han puesto calefactores.
Sánchez ha contribuido a ese ambiente siendo bastante inflexible con el tiempo de intervención por parte de algunos presidentes, que veían en un cronómetro cómo se iban consumiendo los diez minutos de que disponía cada uno.
No obstante, en la parte socialista se llega a ver incluso en las posiciones de algunos barones populares un atisbo de esperanza para llegar a acuerdos en un futuro.
Entre ellos no está Ayuso, quien creen que demuestra que conviven dos PP, el que ella enarbola y otro más moderado con representantes como el presidente de la Xunta, Alfonso Rueda.
La confrontación Sánchez-Ayuso es el ejemplo más vivo de cómo se ha desarrollado la relación Gobierno-oposición en este año que termina.
Ambos han compartido junto al resto un menú que han podido degustar sin detener la reunión y compuesto por matrimonio pasiego (anchoa sobre una tosta de sobao), albóndigas de centollo y secreto asado.
De postre, tarta de queso. O fruta como alternativa para los intolerantes a la lactosa.
Cinco horas de encuentro para evidenciar desencuentros. Cinco horas para constatar una intolerancia que parece enquistada entre Gobierno y autonomías del PP. EFE
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