Ángel Alonso Giménez
Madrid, 29 nov (EFE).- El cineasta Albert Serra, nacido en Banyoles (Girona) hace 49 años, decidió hace mucho tiempo que su vida y su arte serían la misma cosa, y asumió el "precio" por ello, movido por una visión. "Como artista, tienes que imponer tu estética al mundo, y vencer", afirma en una entrevista a EFE.
'Tardes de soledad', su documental sobre el toreo, le dio en septiembre la Concha de Oro del festival de cine de San Sebastián, dosis de polémica y un foco mediático que en España, hasta la fecha, se le escapaba, lo que no le ocurre en gran parte de Europa, sobre todo en Francia.
Su cine es diferente, incómodo. Es admirado por ello, pero también denostado. No piensa cambiar, asegura, y precisamente por su independencia, el festival 'Márgenes', en Madrid, le dio el martes pasado su premio especial.
Que sea incorrompible y que le den igual los premios, y que haya decidido firmemente vivir y filmar fuera de los códigos mayoritarios, viene de lejos y lo lleva aún más lejos porque vive como piensa. "Es lo coherente, para bien y para mal".
Lo explica: "Para bien porque la vida se transforma en algo más divertido y un poco subversivo. Para mal porque en 'Pacifiction' (su anterior película) estuvimos tres montadores trabajando nueve meses siete días a la semana; o en 'Tardes de soledad', dos montadores, seis meses, siete días a la semana. No tengo hijos. No hago vacaciones".
Serra considera que ese es el "precio" por fundir vida y arte. "Como artista, tienes que imponer tu estética al mundo. Y ganar. Almodóvar impuso su estética, tan 'kitsch' y típicamente española, al mundo. La gracia es vencer imponiendo tu arte. Vencer mediante la adopción del cine comercial es infinitamente más fácil", asegura.
A juicio del autor de 'Honor de Cavalleria', 'Liberté' o 'Historia de mi muerte', "cine independiente sin concesiones", al lugar que ocupa actualmente, tras 20 años haciendo películas, ha llegado gracias a "la ambición artística" y a "no tomarse en serio".
"Lo lúdico permite que no te preocupe mucho el éxito", en tanto que "la exigencia artística hace que al final solo te importe el arte", según su razonamiento.
Sus largometrajes suelen sobrepasar las dos horas de duración tras pulir un material filmado vastísimo. ¿Por qué?
Serra, cuando rueda, rueda mucho, sin descanso, en busca de la exploración de la imagen, de exprimir su potencial.
Al cineasta catalán le obsesiona la forma. Como espectador, huye de las películas de mensajes evidentes y estructuras "esquemáticas". Como cineasta, también.
"Si tienes algo que decir, la película será un cliché y se reduce el potencial de la ambigüedad de las imágenes", señala.
La forma. La estética. Esto es lo que busca y busca, el motor de su arte. "Porque el misterio de la imagen es tan fascinante como el misterio de la vida. Es caótico y también sensual. Cuando las imágenes son puras, aparece como una sensación de incomodidad, el pequeño sufrimiento derivado de la incomprensión de las imágenes", insiste.
Albert Serra está aún surfeando la ola de 'Tardes de soledad', cuyo estreno en salas comerciales se espera en febrero o marzo del año que viene. Antes, la selección de los trabajos que aspiren a los Goya, y quién sabe...
Pase lo que pase, seguirá inmerso en su nuevo proyecto, que abordará ni más ni menos que el choque Estados Unidos-Rusia al comienzo de la guerra de Ucrania en "tono de comedia" y desafiando "lo políticamente correcto".
No hay mejor estímulo para Serra: "La ficción se inventó para ir más allá de lo políticamente correcto, para que todos los demonios y la abyección humana se puedan concentrar en un receptáculo". En el cine. El cine tal y como lo ve y vive Albert Serra. EFE
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