Madrid, 28 nov (EFE).- Un estudio presentado este jueves alerta del aumento en los últimos cinco años del 38 por ciento en el número de suicidios entre la población migrante, con tasas más elevadas que la media de España y especialmente altas en el grupo de mujeres extranjeras de entre 15 y 29 años.
Lo pone de manifiesto el informe "Suicidio y migración" de la ONG Diaconía, con el apoyo del Ministerio de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones y basado en entrevistas a 351 personas de origen migrante, con predominio de población femenina, el 70 por ciento del total, y edades entre los 18 y 76 años, si bien más de la mitad de la muestra (56 %) tenía menos de 40 años.
El 87 % de los entrevistados es originaria de Latinoamérica y el 8,7 % proviene de África, mientras que la presencia de personas de Europa del Este y Oriente Medio es considerablemente menor.
Para el informe, los promotores han partido de algunos datos, como que 23 de cada 1.000 muertes de personas migrantes fueron en 2022 por suicidio, frente las 8 por cada 1.000 en la población española.
Además, cuatro de cada diez inmigrantes -el 40 %- que se quitaron la vida eran jóvenes de entre 15 y 29 años, mientras que en la población española ese porcentaje fue del 16 %.
Según la situación de actividad, la tasa de suicidio más alta se produce entre las personas desempleadas (15,21 %), en otras situaciones de inactividad (12,39 %), y con invalidez permanente (10,14 %). Precisamente, estos grupos presentan tasas superiores a la media nacional.
Si se analiza la ocupación laboral, son los trabajadores del sector agrícola (12,5 % ), de la industria manufacturera (8,5 %) y personas vinculadas a ocupaciones elementales (8,4 %) los que cuentan con las tasas más altas.
Son sectores que "suelen caracterizarse por la precariedad laboral, exigencias de esfuerzo físico y la falta de estabilidad económica, lo que genera un entorno de mayor vulnerabilidad", recalcan los autores.
Las entrevistas permitieron a los investigadores detectar los factores de riesgo para esas conductas suicidas entre los migrantes.
Así, en cuanto a las variables sociodemográficas, las personas sin vínculo de pareja, así como las que trabajan en puestos menos cualificados que su nivel educativo mostraron un nivel más alto de conducta autolítica.
Con respecto a la situación sentimental, un 86 % del total de las personas solteras reflejaron un nivel de riesgo moderado (63 %) y alto (23 %).
Aproximadamente 4 de cada 10 personas migrantes con riesgo alto cuenta con estudios universitarios. De ellas, el 35 % se encuentra desempleada y de las que trabajan, el 30 % lo hace en sectores para los cuales están sobrecalificadas (hostelería, limpieza/cuidados o almacén), en tanto que el 52 % tiene condiciones inestables de empleo (sin contrato o temporales).
De ese modo, el estudio concluye que el nivel educativo superior pierde valor como factor de protección y en su lugar aparecen "configuraciones psicológicas concomitantes con el riesgo de suicidio asociadas a sentimientos de frustración, subvaloración o pérdida de la valía personal".
Asimismo, el informe recalca el mayor riesgo de suicidio en las personas que dejaron su país para evitar situaciones de conflicto, inseguridad y violencia.
Respecto al sexo, de las personas con riesgo alto que experimentaron acoso y amenazas en su país de origen, el 72 % fueron mujeres, como era el 100 % de las supervivientes de violencia sexual.
Por otro lado, el 80 % de quienes estuvieron encarcelados en su país y presentan un alto riesgo de suicidio fueron hombres.
También es alto el riesgo de quitarse la vida en el 67 % de los que sufrieron algún tipo de accidente durante el trayecto a España, así como quienes fueron detenidos en países de tránsito y quienes llegaron en condiciones de irregularidad.
El estudio ha identificado que los hombres con alto riesgo experimentan con mayor intensidad sentimientos de soledad y aislamiento, mientras que las mujeres sienten nostalgia y dolor constante por la separación.
Un resultado "de impacto", subraya el informe, es que siete de cada 10 personas de riesgo alto han percibido "constante resistencia por parte de la sociedad de acogida". EFE