José Miguel Blanco
Madrid, 27 nov (EFE).- Diez años y cuatro meses. Ese es el tiempo transcurrido desde que Pedro Sánchez fue elegido por vez primera secretario general del PSOE hasta el Congreso que el partido va a celebrar este fin de semana en Sevilla y que va a volver a certificar su liderazgo absoluto.
No ha tenido un camino fácil. Ni en su formación política ni en el periodo al frente del Gobierno que comenzó en junio de 2018 después de que triunfara la moción de censura presentada contra Mariano Rajoy.
Fue la primera vez que en la actual etapa democrática prosperaba una iniciativa de ese tipo. Una más de las muchas primeras veces que ha protagonizado en esta década, como el haber sido defenestrado por su partido, haber vuelto a tomar de nuevo las riendas y formar un Gobierno de coalición inédito en este periodo constitucional.
Son apuntes de una trayectoria llena de obstáculos que ha ido afrontando con una actitud que resume perfectamente el título de su libro de cabecera: "Manual de Resistencia".
Resistió las presiones para votar a favor de la investidura de Mariano Rajoy (lo que le costó el escaño); resistió el empuje de quienes le disputaron primarias como Eduardo Madina o Susana Díaz; y resistió el fuego amigo procedente de Podemos cuando liderado por Pablo Iglesias tenía ya a este partido como socio.
También aguantó con las encuestas en contra la prueba de las urnas en julio del año pasado y consiguiendo después una investidura para la que, como reconoció, tuvo que hacer de la necesidad virtud y contradecir a su hemeroteca facilitando la amnistía para los implicados en el procés.
Esa decisión fue uno de los episodios de mayor controversia interna desde que recibiera el testigo de manos de Alfredo Pérez Rubalcaba, pero esa tensión ya la observa como algo del pasado, sacando pecho al interpretar que la amnistía fue un paso más que ha propiciado que el independentismo siga perdiendo fuerza y que hoy sea un socialista, Salvador Illa, quien se siente en el Palau de la Generalitat.
Pero su capacidad de resistencia pareció tambalearse en ese momento de abril en el que se dio un paréntesis de cinco días para decidir si le merecía la pena seguir en el cargo ante los ataques que estaba recibiendo su esposa, Begoña Gómez, y a los que augura que no tendrán recorrido.
Su reflexión le llevó a continuar "con más fuerza si cabe", como él mismo aseguró, y a mostrar su disposición a ser de nuevo candidato cuando llegue el turno de unas nuevas elecciones generales que él garantiza que serán cuando tocan, en 2027.
En Sevilla dará un paso para ello. Será reelegido como secretario general del PSOE sin que nadie se haya atrevido a disputarle el liderazgo, con una escasa contestación interna que sólo tiene algún verso suelto como el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page.
La capital andaluza medirá también si a cuenta de asuntos como la financiación autonómica elevan el tono voces críticas de otras federaciones a la espera de un ciclo de congresos regionales en los que deberán ser renovados algunos liderazgos.
El de Juan Lobato al frente de los socialistas madrileños ya parecía estar en duda, y ahora queda aún más en el aire tras los reproches de sus compañeros de partido (que ha llegado a calificar de "linchamiento") que no entienden su actitud ante las informaciones relativas al caso de la pareja de la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso.
Lobato y el testimonio ante el juez del empresario vinculado con la "trama Koldo" Víctor de Aldama son asuntos que sobrevolarán la cita congresual y que pueden desviar algunos de los focos que Ferraz había preparado para iluminar sin distorsiones la figura de Sánchez, pero sin alterar el guion previsto para su aclamación.
Abrirá una nueva etapa del "sanchismo" con la duda aún de si dará alguna sorpresa a la hora de conformar el equipo con el que seguir escribiendo capítulos de su historia al frente del PSOE.
La que le queda por escribir al frente del Gobierno puede verse afectada más por quienes apoyaron su investidura que por la estrategia de una oposición cuyos ataques está convencido de que van a seguir yendo a más.
Esos socios son los que tienen en sus manos decidir si ven la luz o no proyectos emblemáticos como el de los presupuestos para 2025. Tras lograr que todos ellos avalaran recientemente el paquete fiscal, Sánchez ha renovado esperanzas para la negociación pendiente de las cuentas del Estado.
Pero tiene asumido que, en cualquier caso, no será un paseo. El paseo es lo que le tiene reservado Sevilla. EFE