María Vicente
Madrid, 27 nov (EFECOM).- Pepe Álvarez afronta su tercer y último mandato como secretario general de UGT, una decisión que le ha quitado horas de sueño y le ha obligado a justificar que pese a haber cumplido 68 años lo hace movido por una genuina vocación que le obliga a mantenerse en la lucha sindical.
"Cuando llegas a un momento de tu vida en que una parte te dice, oiga, que usted ya tiene una edad, puede ir a jubilarse y a vivir tranquilamente (...) pero hay otra parte que te dice, puedes hacer un último esfuerzo, tu país necesita que el sindicalismo no pare", reflexionaba el líder ugetista en una reciente entrevista con EFE.
"El sindicato me ha dado la oportunidad de hacerlo todo", reconocía entonces emocionado respecto a una organización que se encargó de renovar en su primer mandato, mientras que en el segundo tuvo que negociar la protección frente a la pandemia y reformas de calado como la laboral o la de pensiones.
Álvarez (1956, Belmonte -Asturias-) dejó su tierra natal con 19 años para ir a trabajar a Barcelona a la empresa Maquinista Terrestre y Marítima (actualmente Alstom), donde entró en el mundo sindical y terminó siendo elegido secretario general de UGT Cataluña en 1990.
Veinticinco años después y ya prejubilado de Alstom en el marco de un ERE, centró todas sus fuerzas en alcanzar el liderazgo del sindicato, y lo consiguió en 2016 tomando el relevo de Cándido Méndez en una carrera muy reñida y ajustada imponiéndose por diecisiete votos a la candidatura de Miguel Ángel Cilleros.
Su primer mandato estuvo muy condicionado por tres elecciones generales hasta que se constituyó el actual Gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos, en el que Álvarez encontró el mejor interlocutor posible para derogar la reforma laboral del PP de 2012, su principal caballo de batalla.
El segundo, ha estado marcado por la pandemia, las negociaciones en el ámbito del diálogo social para sacar adelante los nuevos ERTE, la reforma laboral y la de pensiones, así como otras como la ley rider, los planes de igualdad y en defensa del colectivo LGTBI, entre otros.
Álvarez ha sacado adelante todas estas medidas siempre con unidad de acción sindical junto al líder de CCOO, Unai Sordo, pero también con acuerdo con los presidentes de las patronales CEOE y Cepyme, Antonio Garamendi y Gerardo Cuerva.
No obstante, en los últimos años el consenso social habitual tras la pandemia ha desaparecido y, salvo por el Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva (AENC) que los agentes sociales suscribieron en 2023, no ha habido grandes pactos.
En el plano interno, con una estructura ya mucho más ligera y ágil, Álvarez se enorgullece de haber logrado llegar más a los trabajadores en estos últimos cuatro años, en los que ha aumentado un 25 % el número de delegados sindicales, hasta los 106.000.
De cara al futuro, asegura que dará la batalla para lograr una reducción de la jornada laboral, para mejorar la financiación de los sindicatos, para terminar con los bulos y para defender una inmigración que es necesaria, social y económicamente.
Moderno, de mente abierta, ácido en sus comentarios, Álvarez defiende a los trabajadores con un lenguaje de la calle, sitio en el que le gusta estar y no en vano muestra con orgullo toda una pared de su despacho decorada con un grafiti.
La obra refleja sus ideales: protección a la clase trabajadora, defensa del medioambiente y apuesta por la digitalización, y todo desde un alegato por la diversidad que Pepe transmite, incluso, en su forma de vestir. EFECOM