Alberto Fuentes
Málaga, 24 nov (EFE).- Miles de aficionados italianos abarrotaron el Palacio de los Deportes José María Martín Carpena en la final de Copa Davis que Italia logró ganar a Países Bajos con el protagonismo de Jannik Sinner, jugador más aclamado, durante una competición que será recordada por el adiós precipitado de España y la retirada de Rafa Nadal.
Málaga era sede por tercer año consecutivo de esta copa del mundo de tenis que aspiraba a romper todos los récords de asistencia desde el primer hasta el último día. La razón tenía nombre y apellidos: Rafael Nadal Parera.
Sin embargo, el público español tuvo que conformarse con disfrutar del grueso de la competición como aficionados neutrales. El jarro de agua fría de la eliminación de España en cuartos fue una gran desilusión que incluso instó a muchos de ellos a vender sus entradas.
La despedida torcida de Rafa Nadal supuso un frenazo en seco a la ilusión del público nacional, muchos malagueños y otros cientos procedentes de todos los rincones de España y del mundo, que confiaban en que la retirada del mito mallorquín fuera con una Ensaladera.
Pero lo que encontraron en la pista central del Carpena entre el 19 y el 24 de noviembre fue un torneo donde reinó de nuevo Italia y el número uno del mundo, Jannik Sinner, que a sus 23 años domina el tenis a su antojo.
Ya se coronó en 2023 en suelo malagueño y este año ha repetido, completándosela un histórico doblete para Italia, que además ganó la Copa Billie Jean King el pasado 20 de noviembre, un doblete histórico.
El fervor por el equipo italiano se reflejó cada día en las gradas del pabellón malagueño, plagado de una marea azul de hinchas del país vecino. Este domingo, en la final, hubo una proporción 70-30 con respecto a la representación neerlandesa.
Pese a que merecen especial mención los seguidores argentinos, eliminados en cuartos por Italia y que también se contaron por miles, los transalpinos ganaron también en las gradas. Jugaban con la ventaja de tener una ruidosa banda de aficionados con trompetas y bombos, situada junto al banquillo del equipo.
“¡Oe, oe, oe, oeee, Sinner, Sinner!”, fue uno de los cánticos favoritos de una larga lista, además del grito de guerra, sílaba por sílaba, de “¡I-TA-LIA, I-TA-LIA, I-TA-LIA!”. Terminaron siendo la banda sonora de la Copa Davis.
El Martín Carpena parecía por momentos una pequeña Roma decorada con banderas, bufandas, pancartas, camisetas y hasta divertidas pelucas de rizos pelirrojos, imitando el peinado de Sinner, héroe nacional por segundo año consecutivo. EFE
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