Álvaro Vega
Córdoba, 24 nov (EFE).- La diversidad como "una cosa plural, donde hay muchas identidades", la huella de los objetos "tan íntimos" que se utilizan en lo cotidiano y "la escucha como una práctica estética" son los ejes de tres de las residencias artísticas que se desarrollan en el Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) a través de la séptima edición de esta convocatoria, que se desarrolla en Córdoba.
Tres de los seis residentes han relatado a EFE sus reflexiones sobre los procesos de creación en los estudios de los artistas residentes y en la Sala 0 del C3A, cuyas obras se pueden conocer hasta el 8 de diciembre.
Isaías Griñolo (Bonares -Huelva-, 1963) mantiene aún en creación su proyecto 'Trazos & fandangos', que parte "de un libro de viajes que se llama 'Los trazos de la canción', de Bruce Chatwin, en el que los cantes de las tierras van construyendo identidades y territorios".
Para Griñolo, según ha explicado a EFE, "el territorio no solamente es físico, sino que también es de alguna forma musical”.
Aunque ha elegido el fandango porque "es el único cante que en toda Andalucía existe prácticamente en todos los pueblos", su trabajo "no va sobre la identidad andaluza".
A su juicio, "hay una perversión con la palabra identidad, todos queremos ser identitarios", algo que intenta proyectar en su creación ante una Andalucía que "es muy diversa frente a los identitario, que es una cosa monolítica".
Así, ha preparado "una obra fílmica" con la que reescribe "a partir de un lenguaje fílmico", para lo que utiliza "materiales filmados por mí o por otra mucha gente y tiene", con distintas calidades.
También, "en cada provincia he estado trabajando con un poeta, cuatro hombres y cuatro mujeres, porque creo que se adelantan al designio de los tiempos, van captando sensibilidad de cosas que están en el ambiente, que la poesía es capaz de vislumbrar".
Para Isabel Bonafé (Sevilla, 1991), el objetivo es "hacer un proyecto sobre mi abuela, pero llevármelo a mi práctica actual, es decir, alejarme del medio fotográfico y materializar esa relación tan íntima que ya tiene y tan virtual con sus pensamientos, con sus emociones, con sus recuerdos en la cocina, en una 'obra instalativa', en una instalación".
El proyecto 'La loza' "es un elogio a mi abuela Isabel, que quien siempre se ha dedicado a ser ama de casa y a cuidar a los demás" y a la que lleva fotografiándola más de diez años "en sus acciones rutinarias en los espacios domésticos y en particular en la cocina, que creo que es el lugar más íntimo para ella, donde un poco la vorágine de sus pensamientos se manifiestan".
Así, se ha alejado del "medio fotográfico que he estado utilizando ahora con ella" y "me he concentrado, sobre todo, en el fregadero y en la acción de lavar las vajillas, de lavar la loza".
Para ello, ha utilizado "los elementos claves de mi práctica, que son el poliéster y la luz, pero esta vez, en lugar de utilizar impresión fotográfica, utilizar papel, he estado utilizando servilletas", que son "las esculturas que conforman la instalación", ha dicho a EFE, aunque convertidas en utensilios, la "vajilla más íntima" de su abuela, "su taza de café, su cucharita, su plato y así de una manera poética".
Estas servilletas vienen del recuerdo de su abuela, de "tener una servilleta en las manos y hacer formas inconscientemente con ella, y luego, a lo mejor, se la mete en la manga del vestido, continúa con sus quehaceres y luego le vuelve a seguir dando forma", con lo que "invita a recorrer la sala expositiva y encontrarse con efectos visuales, como la aparición y desaparición de la imagen, trampantojos, sutilezas ópticas que al final son características de mi práctica actual".
La creación de Samuel Perea-Díaz (Marchena -Sevilla-, 1988) "surge como una investigación artística que explora la escucha y la sonoridad en relación con la arquitectura pero también están de espacios urbanos y entornos naturales y entornos naturales".
Con 'Escuchas desde el intersticio' "enfatizo esa parte de la dimensión urbana, hasta diferentes localizaciones del río Guadalquivir", en un enfoque vinculado "a la producción artística que acoge o invita a reflexionar desde la práctica de la escucha crítica, no solo del paisaje natural, también del contexto del arte sonoro contemporáneo y aborda así las diferentes narrativas que existen entre lo que conforme el entendimiento del paisaje".
De ahí que se trata de "unos ejercicios de situar la práctica de la escucha como una práctica estética", al tiempo que plantea también una instalación audiovisual. "Es una pieza que no solo se puede entender desde la mirada, hay que escucharla", ha referido a EFE.
Perea-Díaz plantea "una composición sonora, que va cambiando", en la que "se van entrelazando diferentes paisajes sonoros que relocalizo del río al C3A en diferentes texturas sonoras".
La obra cuenta con veinte imágenes impresas en técnica lenticular, "que generan dos fotografías en una, se crea un paisaje virtual entre esas diferentes fotos que están fragmentada en cuarenta piezas y en total" que se pueden ver y escuchar en cuarenta cajas resonantes con dieciséis altavoces.
El trabajo dispone de un mapa digital para invitar a los visitantes a acceder a los lugares de las grabaciones. EFE
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