Alberto Sabio reivindica en una biografía la figura política y cultural de Joaquín Maurín

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Jose Oliva

Barcelona, 24 nov (EFE).- El historiador aragonés Alberto Sabio traza en 'Excomunistas. De la Revolución a la Guerra Fría' una biografía de Joaquín Maurín, con la que quiere "reivindicar la figura política y el papel en la cultura de uno de los grandes líderes sociales de la primera mitad del siglo XX en España".

Perseguido por el fascismo y el estalinismo, Maurín fue la indiscutible cabeza del comunismo heterodoxo español: "Recorrió y dirigió diferentes organizaciones obreras, desde la CNT al PCE, y llegó a crear las suyas propias, como el Bloque Obrero y Campesino o el POUM; luego soportó más de diez años en las cárceles franquistas".

Una de las grandes aportaciones de 'Excomunistas' (Galaxia Gutenberg) es el seguimiento de Maurín en su exilio estadounidense, que, según explica Sabio en una entrevista con EFE, "acostumbra a quedar en la penumbra, a pesar de que creó una agencia literaria y periodística conectada con Sender, Miguel Ángel Asturias, Gómez de la Serna, Araquistáin y Madariaga".

Alberto Sabio, catedrático en la Universidad de Zaragoza, sitúa a Maurín en la estela de "Albert Camus, Jorge Semprún, Hannah Arendt o George Orwell, personajes que ayudan a entender muy bien el siglo XX desde la crítica al estalinismo".

El propósito del autor es "ir más allá de algunas adulaciones poco rigurosas que se han hecho de Maurín, que están movidas más por la militancia o por las emociones que por la razón, y rechazar infamias no demostradas que lo convirtieron en alguien maldito, después de que algunos lo acusaran de ser un agente infiltrado del franquismo o un espía a sueldo de la CIA".

El historiador, que ha podido ver la documentación inédita de Maurín que se conserva en la Universidad de Stanford y en la de Miami, en Estados Unidos, asegura que "frente al mito de Andreu Nin, asesinado en plena Guerra Civil y que cuenta actualmente con una fundación que lo recuerda, la figura de Maurín ha quedado más difuminada, vista por algunos testimonios interesados como traidor a la causa, siempre agente de alguien, primero de Franco y después de la CIA".

Sabio revela en el libro la implicación de Maurín en la Guerra Fría cultural, "primero, con su participación en segunda línea en el Congreso por la Libertad de la Cultura; a través de la revista Cuadernos y de la agencia de prensa y la agencia literaria que creó".

El historiador defiende que Maurín, que llega a Nueva York en 1947, cuando EE.UU. crea la CIA, "está defendiendo una cosmovisión del mundo acorde con Estados Unidos, pero su agencia de prensa no recibió financiación" de la agencia de inteligencia americana. "No era una organización pantalla como había otras muchas, sino que él mantuvo siempre el prurito de mantener su independencia económica", asegura.

Detenido al principio de la Guerra Civil por las tropas franquistas, Maurín se pasa diez años en las cárceles antes de ser sometido a un consejo de guerra en Barcelona que le condena a treinta años en 1944, un año en el que el franquismo comienza a virar ante el cambio en la Segunda Guerra Mundial en favor de los aliados.

Salió de la cárcel en 1946, al haber cumplido ya una gran parte de la condena y no tener delitos de sangre, pero se le prohibió vivir en Barcelona y, tras una temporada en Madrid, consiguió en 1947 salir hacia el exilio en Nueva York, donde consiguió la nacionalidad estadounidense en 1961.

En sus inicios sobrevive con trabajos muy precarios, hasta que un accidente doméstico lo deja inmovilizado en casa durante un año y durante la convalecencia piensa en la creación de una agencia de prensa y literaria, que fue prosperando hasta llegar a trabajar con cien periódicos que publicaban en español en Nueva York, Los Ángeles, Miami y Latinoamérica.

Es entonces cuando consigue hacerse con un elenco de escritores, entre ellos varios premios Nobel, como Miguel Ángel Asturias, Arturo Uslar Pietri, las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, Salvador de Madariaga o Pablo Neruda.

Allí donde está, subraya Sabio, Maurín es crítico: "Acusa a la CNT de falta de análisis económico y de no tener una alternativa, y después se aproxima al Partido Comunista, por simpatía con la Revolución rusa -relata-. Pero cuando viaja a la Rusia de Stalin se acaba desencantando al constatar que el modelo de los soviets no sirve para España y porque abomina de la dependencia soviética".

Ya antes de ir a Estados Unidos, Maurín evoluciona hacia "unos postulados que hoy podríamos considerar de socialdemocracia europea", después de que en las elecciones de 1936 salga elegido como único diputado del POUM en el Frente Popular.

En la Cámara de Diputados, apunta el autor, Maurín tiene mucha cercanía con el grupo de Francisco Largo Caballero y con la gente de la UGT, y "cuando llega a Nueva York, esa inclinación hacia la socialdemocracia es muy clara, como denota el círculo con el que se relaciona, en el que están Francisco García Lorca, Francisco Ayala o Fernando de los Ríos; y al final de sus días se declara admirador de Willy Brandt".

Para Sabio, "Maurín es pionero en no blanquear el estalinismo, en el discurso de la reconciliación en España, que lanza ya en 1947; es ya un europeísta, es federalista y se declara partidario de la reunión opositora en Múnich, lo que se acabó llamando el 'contubernio', un intento de reconciliación aunque allí no estaban ni los comunistas ni los franquistas", advierte el historiador.

El autor desmonta en el libro "mentiras" vertidas en la prensa sobre Maurín a su muerte en noviembre de 1973: "No fue a Estados Unidos en un avión pagado por Franco, sino que viajó en barco; tampoco mató a un montón de gente durante la Guerra Civil, porque estaba en la cárcel desde el principio; ni tampoco recibió los santos sacramentos a su muerte, como le acusaban los comunistas ortodoxos, porque Maurín, que nunca fue anticlerical, era laico, y murió de un ictus instantáneo". EFE

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