El horror nazi en primera persona llega al cómic con “Adiós, Birkenau”

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Javier Picazo Feliú

Madrid, 23 nov (EFE).- A Ginette Kolinka se le quedó grabado el olor a muerte del campo de exterminio de Birkenau, tampoco olvida esos paisajes inhóspitos pintados de barro y cubiertos de humo, en dónde aprendió a convivir con el duelo mientras protagonizaba su propia agonía. Recuerda la ausencia de vida, naturaleza y un cielo sin pájaros: “No había ni uno. No se atrevían a acercarse aquí”.

Ginette tenía apenas 19 años cuando llegó al centro, conocido también como Auschwitz II. Ahora, a punto de cumplir 100 años, su horror se retrata en el cómic “Adiós, Birkenau” (Norma Editorial), un descenso a los infiernos para ilustrar y documentar una vida dedicada a la memoria de las millones de víctimas del Holocausto.

El dolor y el horror, pero también el orgullo y la resiliencia, acompañan cada viñeta de un cómic hecho para honrar su memoria, rota con su llegada al campo: “A partir de ese momento, creo que dejé de pensar. Como si mi cerebro se desconectara. Puede que dejar de pensar fuera lo que me salvó la vida”.

El 13 de abril de 1944, Ginette (París, 1925) fue deportada junto con su padre, su hermano y su sobrino del campo de internamiento de Drancy, a las afueras de París. De los cuatro, ella fue la única que regresó para contarlo. Llegaron a Auschwitz en el convoy número 71 junto con otras 1500 personas. Su ‘tatuaje’, el 78599.

De este modo, el cómic aborda tres momentos clave de la vida de la protagonista: los meses previos a ser deportada, su periplo en Birkenau y su vida actual, como embajadora de las víctima del Holocausto.

Todo realizado con un trabajo de documentación y detalle descomunal en el que han trabajado expertos, asesores e investigadores.

“La intención de los guionistas era la de hacer el cómic más documentado sobre Birkenau, básicamente porque Ginette se queja siempre de cómo aparecía el campo en películas, otros cómic e incluso documentales”, destaca a EFE en una entrevista Ricard Efa, dibujante del cómic.

Especial cuidado en imágenes, fotografías o información específica sobre las herramientas que se usaron en la construcción de, por ejemplo, la ampliación de las vías del tren que llevaban a los campos de exterminio y en los que trabajó la propia Ginette.

EL ARTE DE NARRAR EL HORROR

“No damos nuestra opinión. Interpretamos lo justo para poder retratar el horror de Ginette, con respeto y distancia. El libro es Ginette y su experiencia. Todo lo que hicimos estaba bajo su supervisión para ser lo más fieles posible”, destaca Ricard, que nos desvela que necesitaron seis meses de trabajo para ilustrar la novela.

“Estuvimos en su casa cenando con ella, su hijo y su pareja, bebiendo vodka y comiendo los mismos embutidos que salen en el cómic. La novela es un retrato de Ginette. Una mujer llena de energía que pese al horror de lo que cuenta siempre encuentra un lugar para una broma, una anécdota, rebajar el tono o ponerte en tu sitio”, añade Ricard.

Desde que fue liberada en 1945, Ginette se pasó más de 50 años sin hablar de lo que le había pasado hasta que empezó a dejar aflorar todos esos recuerdos reprimidos y a recorrer los colegios e institutos de Francia, incluso en muchos casos acompañando a los alumnos al propio Birkenau.

En 2020, a los 95 años, accedió a visitar el campo con los guionistas Victor Matet y Jean-David Morvan para poner los cimientos de una novela gráfica que ve ahora la luz, en la que prometió sería su última visita al centro de exterminio.

Para poder realizar el cómic, Ricard trabajó mano a mano con Cesc Dalmases en el dibujo, las viñetas y el storytelling, y fue Roger Surroca el que se encargó del color.

“Para ella, una mujer que hará 100 años en pocos meses, un cómic no deja de ser algo para críos. Desconfiaba del resultado pero poco a poco se dio cuenta de que era posible contar algo importante de este modo siendo fieles a su historia”, considera.

Tras ver el resultado, “se siente una estrella por la relevancia en ventas del libro y las entrevistas en la televisión francesa que le han salido. Está super contenta con el cómic”, añade Ricard.

Para Cesc, el mayor desafío al que se enfrentaron fue el de “conseguir que fuera creíble, que las páginas reflejaran lo que pretendíamos: llegar al público y contar una historia potente con un estilo semirealista, más suelto y limpio que ayude a los lectores a sentirse reflejados con los personajes. Transmitir esa emoción”.

En este sentido, para el color, Roger se basa en la experiencia que le aporta Ginette, con una paleta de luz para hablar del presente y la oscuridad para narrar el pasado. “Nos interesaba diferenciar la estrategia narrativa con el color de manera sutil”.

El libro busca llegar sobre todo a un público juvenil, capaz de entender lo sucedido en el conocido como ‘el mayor cementerio del mundo’, en el que murieron más de un millón de personas y en el que, casualidades de la vida, no hay ni una sola tumba.

Hace precisamente ahora 80 años, un 24 de noviembre de 1944, las SS destruyeron las cámaras de gas de Birkenau. “Ella no recuerda apenas la cara de la gente. Nosotros no éramos capaces de poner esas caras. Plasmamos eso con fantasmas de humo, lo que anticipa el final y el horror al que se enfrentó”, concluye Ricard. EFE

(foto)

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