La cineasta Margarita Ledo: "Hay que reivindicar derecho a los afectos, a la sexualidad"

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José Carlos Rodríguez

Santiago de Compostela, 21 sep (EFE).- La cineasta Margarita Ledo reconstruye en 'Prefiro condenarme' la historia de Sagrario, una mariscadora gallega que en los años 70 logró imponerse al Tribunal Eclesiástico ante su condena por adulterio y conquistar su libertad sexual, su derecho a "los afectos", que no es otra cosa que el derecho a "querer y que te quieran" en total libertad.

Así lo explica Ledo (Castro de Rei, Lugo, 1951) en una entrevista con EFE, en la que asegura que su película reivindica, precisamente, el derecho de las mujeres no solo a cosas "objetivables" como cobrar el mismo sueldo por el mismo trabajo o acceder a profesiones históricamente más masculinizadas, sino también el derecho "al cuerpo, al deseo y a la sexualidad".

'Prefiro condenarme' se estrena este viernes en salas tras su preestreno en el festival Cineuropa de Santiago y su paso por el Festival de Sevilla, donde obtuvo una mención especial en la sección "Nuevas Olas".

En el filme se entrelazan "deseo, desobediencia y clase social" como tres componentes que conforman las capas de un personaje al que Margarita Ledo llegó por casualidad, tras escuchar la historia de una mujer que no llevaba los apellidos de su padre legal, sino los de su padre biológico, que había sido el amante de su madre, algo que no era común en la época.

Esta madre no es otra que Sagrario Ribela, una mariscadora nacida en Ferrol a principios de los años 40 e hija a su vez de madre soltera o "espontaneada", el término por el que se conoce a las mujeres gallegas que tenían hijos fuera del matrimonio pero que recibían un salvoconducto por parte de las autoridades, de manera que daban el bebé en adopción de una familia con recursos y evitaban ser repudiadas.

Sagrario creció por tanto en un ambiente hostil, marcado por la figura de una madre ausente y los abusos, en la época de la dictadura. Con 16 años, en 1955, acabó casándose con un marido que la maltrataba y con el que tuvo tres hijos.

Sin embargo, tal y como cuenta Margarita Ledo, Sagrario renuncia a ser una víctima. Para la directora, "asumir ese papel" es "lo peor", porque supone "una segunda condena".

"Sagrario sufre, pero no admite el sufrimiento", explica la realizadora, que ve en la mariscadora una suerte de Antígona contemporánea, aquella que reclama "la ley no escrita", que es diferente a la del Estado y que pasa "a la escena pública"

La lucha de Sagrario por la emancipación es la de una mujer que rompe las reglas en la España franquista, en la que el adulterio, junto con el aborto y la prostitución se consideraban "delitos específicos" de las mujeres.

Porque Sagrario, en su huida hacia delante busca "lo que todos", que no es otra cosa que "querer y que la quieran". Ahí cobra importancia la figura de Colás, un carpintero que acaba siendo su amante.

En la España de 1976, aún había hasta 350 mujeres en la cárcel por delitos específicos y no fue hasta 1981 cuando se reconoció el divorcio como ley.

Por eso es tan sorprendente que una mujer, de clase social baja, consiguiera mucho antes, en 1972, convencer a un Tribunal Eclesiástico -en esa época tenía la misma potestad que la jurisdicción civil- para librarse de su acusación por adulterio, obtener un acuerdo de separación y desvincularse de su marido.

"La condena por adulterio tiene que ver con el cuerpo, con penalizar la decisión sobre los afectos", apunta Ledo, que recuerda además que las mujeres de clase social alta podían "echarse amigos" sin ser repudiadas, mientras que eran las de clase trabajadora las que tenían restringido su derecho a los afectos.

En "Prefiro condenarme", Margarita Ledo construye la historia de Sagrario a partir de diferentes elementos y materiales, entre ellos imágenes de archivo de la época, registros documentales familiares, recreaciones de la propia Sagrario de joven, así como otras voces y puestas en escena, confluyendo en un relato que podría calificarse como "no-ficción".

"Hay puestas en escena de cuerpos sobre los que se desliza la experiencia de Sagrario, pero también aparece la propia Sagrario como testigo ocular de lo que se está filmando sobre ella", señala la directora.

También imágenes de la migración, archivos mediáticos de Televisión Española -un reportaje de Carmen Sarmiento sobre la despenalización del adulterio, censurado por TVE en 1976 y emitido finalmente en 1978- y otros recursos creativos como poemas de Luisa Villalta, reflexiones de Marguerite Duras e incluso la performance de Mónica de Nut.

Todo ello en favor de un cine que, según Ledo, se configura a partir de la ampliación de distintos lenguajes, con el que está "muy satisfecha" y que espera que pueda llegar al público no experto y no se quede solo en circuitos profesionales o académicos. EFE

(foto)

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