Juan Javier Ríos
Madrid, 17 nov (EFECOM).- El metano es un gas contaminante sobre el que se está poniendo el foco en la cumbre del clima (COP29) y, aunque la ganadería es un actor relevante en su emisión, está empleando aceite de insectos, algas o enzimas para crear piensos que el ganado digiera de tal forma que no genere ese gas durante su digestión.
Los investigadores llevan varios años librando su particular batalla en esta línea pero es ahora cuando hay un boom de proyectos que coinciden en el tiempo para conseguir un ganado más sostenible y que expulse menos metano, uno de los gases más perjudiciales para el medio ambiente debido a su alta capacidad de retención de calor.
El objetivo no es de menor importancia para el sector agropecuario, responsable del 12,2 % de las emisiones totales nacionales de gases de efecto invernadero (datos del avance 2023 del Miteco), situándose por detrás del transporte (32,6 %) y la industria (18,1 %).
Además, la expulsión de metano supone casi la mitad de todas las emisiones de gases de efecto invernadero registradas por el sector primario el año pasado en España.
Centrándose en la ganadería, en su "factura" contaminante pesa principalmente la emisión de este gas: de hecho, el 39 % de todo el metano emitido a la atmósfera en España por las distintas actividades económicas procede únicamente de la fermentación entérica del ganado.
Esta fermentación es el proceso por el que los microbios presentes en el tracto digestivo descomponen y fermentan los alimentos produciendo metano que se expulsa al exterior.
En definitiva, si se consiguen mitigar estas emisiones, el papel de la agricultura y de la ganadería como actor contaminante se vería aún más reducido y consolidaría su senda descendente: en 2023, la ganadería contaminó un 3,1 % menos anual y la agricultura un 5,4 % menos (principalmente por la reducción de fertilizantes aplicados al suelo), siempre según el Miteco.
España es uno de los países que lidera esta investigación y, de hecho, sólo en el último mes se han dado a conocer tres proyectos al respecto.
Uno de ellos es "Metanostop", que se desarrolla de la mano de la empresa Fertinagro Biotech en colaboración con la Universidad de Huelva, y que persigue reducir las emisiones de metano en rumiantes introduciendo algas en su dieta.
En concreto, "Metanostop" plantea la incorporación de microalgas en la alimentación de los rumiantes para disminuir la producción de metano sin comprometer la calidad de la leche ni los índices reproductivos.
Por su parte, el Instituto catalán de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (IRTA) está impulsando dos iniciativas pioneras para reducir la emisiones de metano en la producción de carne de ternera.
Uno de ellos, que ya inició en 2022, es "Beefmetalist" para conocer mejor las emisiones de metano entéricas en vacuno de engorde mediante una herramienta de medida con tecnología láser y el uso de una aplicación que funciona como si fuese una "calculadora".
El proyecto se ha llevado a cabo en una granja comercial y la "calculadora" permitirá a los ganaderos conocer mejor las emisiones de metano de sus animales y a los nutrólogos ajustar las estrategias de alimentación.
Por otro lado, el proyecto "Beefmetareduction" permite aplicar estrategias nutricionales para minimizar "significativamente" las emisiones de metano entéricas en la producción de ternera.
Los investigadores del IRTA han identificado dos estrategias nutricionales clave; una es la de sustituir el uso de aceites tradicionales por fuentes sostenibles.
En concreto, este enfoque busca sustituir el aceite de palma, comúnmente utilizado, por otras fuentes locales y sostenibles como el aceite de girasol o colza, así como alternativas como el aceite de insectos.
Los resultados preliminares del proyecto han demostrado en una primera fase "in vitro" una reducción de hasta el 30 % en las emisiones de metano de algunos ingredientes analizados a nivel de laboratorio en comparación con el aceite de palma.
La segunda estrategia se centra en el uso de enzimas, como las amilasas, para mejorar la eficiencia digestiva ya que su incorporación contribuye a mejorar la digestión de los almidones, aumentando la eficiencia energética de los animales y reduciendo al mismo tiempo las emisiones de metano.
Toda una declaración de intenciones y de objetivos con los que la ciencia, de la mano de la ganadería, busca dar saltos cuantitativos y cualitativos en su camino hacia una mayor sostenibilidad. EFECOM