Benamargosa se sacude el barro tras su peor inundación en un siglo

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Enrique Bermúdez

Benamargosa (Málaga), 14 nov (EFE).- La pequeña localidad malagueña de Benamargosa, de unos 1.500 habitantes, trabaja para sacudirse el barro que llena sus calles tras las inundaciones que este miércoles la situaron en el epicentro de la dana en Málaga, las peores que se recuerdan en el pueblo, al menos, en el último siglo.

Según los más viejos del lugar, hay un dicho -que los jóvenes del pueblo ya ni conocen- que predice que cuando el Río Benamargosa se desborda y después se seca, como ya ha ocurrido este jueves, vendrá una época de lluvia generalizada. La profecía tendría especial impacto en una zona, la comarca de la Axarquía, muy afectada por la sequía.

Sin embargo, por el momento las lluvias torrenciales de la dana solo han conllevado daños, muchos en el pueblo, con medio centenar de establecimientos y viviendas inundados y llenos de barro, y también en los cultivos, donde se han perdido grandes cosechas de aguacate, uno de los emblemas de la comarca, que es despensa de subtropicales en Europa.

En el pueblo trabajan vecinos, bomberos y personal del Infoca (servicio de extinción de incendios), entre otros, para limpiar el barro que anega calles y locales. Escobas, mangueras y tractores retiran todo lo que pueden, mientras el mobilario inutilizado se acumula a las puertas de esos establecimientos.

El puente de los diez ojos vio ayer por primera vez en un siglo cómo el agua le pasaba por encima y después arrasaba un campo de fútbol, arrastraba algunos vehículos y agitaba los miedos de Valencia.

La Guardia Civil y la Policía Local ya se habían afanado la noche anterior en avisar a los vecinos para que retiraran los vehículos que se aparcan en esa zona, aunque a la vista de los acontecimientos, algunos de ellos no se enteraron o no llegaron a tiempo.

A partir de las 10:00 horas las lluvias arreciaron en un día de aviso rojo en Málaga y el río, hoy ya seco como casi siempre, arrastró muchas cañas que actuaban como presa, por lo que el agua subió aún más en altura.

Fraguas, fruterías, bares, viviendas... El pueblo se inundó por lo que venía del río y por lo que llegaba de arriba, y después quedó cubierto de marrón. También la iglesia del pueblo, que ha resultado muy afectada.

El párroco de Benamargosa, Carlos Samuel, admite que es "muy duro" ver cómo ha quedado el templo, cómo están todos los bancos, el confesionario. Casi ni podían abrir la puerta de la iglesia para entrar.

Tras el desastre, el clima axárquico vuelve a su sitio. Es noviembre pero hace calor, se limpia en manga corta. El campo de fútbol está inutilizado, pero el agua que llegó al larguero ya se fue y varios jóvenes -con los colegios suspendidos- juegan a la pelota. Benamargosa baja el balón al barro y trabaja para olvidarse de la dana. EFE

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