Escitas, el imperio nómada olvidado por "racismo" que alumbró el monoteísmo y la filosofía

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 13 nov (EFE).- Los escitas fueron unos guerreros nómadas que dominaron Eurasia central entre los siglos VIII y VII A.C., pero además, según un ensayo recién traducido al español, su asombrosa civilización -olvidada por "racismo" hacia los "bárbaros"- alumbró el monoteísmo y la filosofía que después pasaron a Persia, Grecia y China.

Esta es la novedosa y controvertida tesis del historiador y lingüista Christopher I. Beckwith, en su libro "El Imperio Escita: La civilización clave en el nacimiento de la Edad Clásica", publicado en español por Ático de los Libros, e incluido entre los libros del año 2023 -año de su salida en EE.UU.- en History Today y New Yorker.

Mantiene que los escitas no solo representan uno de los reinos más desconocidos e influyentes de la Historia mundial, sino que Buda, Zoroastro, Lao Tse y Anacarsis (el filósofo griego más antiguo y precursor del escepticismo) eran escitas.

"Lamentablemente, los escitas fueron agrupados entre los bárbaros, que inicialmente en griego designaba a los extranjeros, pero después pasó a tener un significado de incivilizado y malvado. Es una especie de categoría racista", asegura este catedrático de Estudios sobre Eurasia Central de la Universidad de Indiana (EE.UU.) en conversación por videollamada con EFE.

Su agrupamiento histórico con los godos, vándalos y hunos, junto al hecho de que no construyeran grandes ciudades ni dispusieran de una lengua escrita -rasgo común de los pueblos nómadas- se han conjurado para que los escitas fueran considerados "gente sin importancia de la que era mejor librarse" desde los tiempos de Heródoto a los arqueólogos modernos, dice Beckwith.

Pero "los libros nos están mirando a la cara en antiguo escita, desde hace 2.000 o 3.000 años", asegura el profesor, que basa gran parte de sus afirmaciones en la lingüística, el área de especialidad de este investigador del arameo, chino, japonés, goguryeo, tibetano antiguo, lenguas tocarias, túrquico antiguo y otros idiomas, lo que le permite acceso a multitud de fuentes originales.

Entre otros argumentos, señala que la élite gobernante tanto de los antiguos persas como de los antiguos chinos utilizaba el préstamo escita 'Aria' (que significa perteneciente o relativo al linaje real legítimo) de la misma manera, tanto como epíteto para sí mismos como para su lengua. La palabra pronto se convirtió en etnónimo y sigue utilizándose como parte del nombre nacional de Persia (Iran) y China (Hua).

Una palabra que "no tiene nada que ver con los nazis", subraya Beckwith. "Desafortunadamente, al usarla hicieron difícil para cualquiera lidiar seriamente con el hecho de que esa palabra se usa en la antigüedad con un significado especial" como el mencionado, aclara este estudioso.

Los escitas conquistaron y unificaron la mayor parte del vasto continente euroasiático y crearon el primer gran imperio del mundo antiguo. Su estructura feudal, sin esclavos, y con un dios celestial único que legitimaba el poder real puede considerarse un primer monoteísmo, sostiene el autor.

También Zoroastro, figura central en la filosofía persa, predicó una deidad única suprema, y la obra lo considera el símbolo del monoteísmo escita. Otro personaje histórico al que supone este origen es Gautama Buda (su único epíteto, 'Sakyamuni' significa 'sabio escita'); así como al supuesto autor del Tao Te Ching, a quien se llamó Laozi o Lao Tse.

"Los escitas, un pueblo nómada de las estepas, difundieron una cultura por la periferia del mundo euroasiático a finales de la Antigüedad arcaica y lo hicieron gobernando directamente partes de él. Su llegada al sureste de Europa, Oriente Próximo, Asia Meridional y Oriental al mismo tiempo y de la misma forma, produjo el gran florecimiento cultural compartido que se conoce como Edad Clásica", explica el profesor, que asegura que no cree "en las casualidades".

La mayoría de las reseñas de esta obra han sido muy elogiosas, pero a quienes le acusan de estirar las cuestiones etimológicas, o consideran la principal debilidad del libro la escasez de arqueología (revista 'The Past') Beckwith responde: "A la gente no le gusta y dice 'Ah, ¿qué pasa aquí? Ya empieza a hablar sobre el lenguaje'. Pero debemos arreglar la forma no lingüística de pensar sobre los idiomas y la Historia". EFE

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