David Ramiro
Redacción deportes, 8 nov (EFE).- 250 Expediciones, 350 documentales y más de un millón de fotografías resumen la trayectoria del periodista y alpinista Sebastián Álvaro, que reconoce que, en la montaña, durante muchas de sus aventuras, arriesgó demasiado, algo que no le gustaría que hiciesen su hijo y su nieto para no pasar "mucho miedo en casa".
Sebastián Álvaro (Madrid, 1950) ha sido durante treinta años el mayor jefe de expediciones español de aventuras de alto riesgo. Al frente de 'Al filo de lo imposible' inventó una nueva manera de acercar el alpinismo y contar las historias de sus protagonistas que cautivó al espectador.
Imparte conferencias en España, Estados Unidos, China y Sudamérica y cursos especializados en universidades. Sigue realizando expediciones por todo el mundo y al mismo tiempo impulsa un proyecto de ayuda y cooperación en el Karakórum pakistaní.
Uno de sus últimos proyectos es 'Mis montañas' (Anaya Touring), un libro que recoge una veintena de cimas especiales que van desde Peñalara pasando por el K2, el Mont Blanc, el Everest o el Cerro Ladrillero en la Patagonia chilena.
En él va dejando frases que resumen lo que significa el alpinismo y el amor por las montañas como una particular filosofía de vida: "Se debe viajar impulsado por la curiosidad, sabiendo que nunca encuentras lo que no llevas dentro". "Para el alpinismo es imprescindible tener las virtudes de los filósofos estoicos: la paciencia, la prudencia y la templanza". "La idea del alpinismo que comparto es que la lucha y el estilo son las que confieren una auténtica valía a la ascensión".
P: ¿Qué significa este libro?
R: Primero es un libro de madurez. Es una especie de reflexión y de recorrido sentimental y emocional por algunas de las montañas que me han marcado durante todo el trayecto que fui director de 'Al filo de lo imposible'. Ahora, me puedo permitir el lujo de contar a la gente qué significaron esas montañas para mí y eso tiene que ver seguramente con mi mundo interior, que es el que dictamina lo que somos, cómo pensamos y lo que hacemos.
P: ¿Por qué ahora?, ¿Es un ejercicio de nostalgia, de resumen de una vida o de punto y aparte?.
R: Tengo una edad para poder mirar sobre buena parte de mi vida y sacar conclusiones. Y creo que son enseñanzas que le pueden valer a amar la montaña a un chaval joven. Quiero darles la idea de cómo se vive y qué valores nos sostienen en la vida, no solo para conquistar cimas, que yo jamás pensé en conquistar, sino otras metas. Ha sido a veces duro volver a recordar algunas cosas porque hay historias muy tristes, a veces porque he perdido a compañeros y otras porque las montañas nos trataron mal. Al mismo tiempo, ha sido sumamente gratificante porque además, desde el comienzo, tuve la sana costumbre de llevar diarios muy puntillosos sobre todo lo que hacía.
También ha sido muy gratificante comprobar cómo nos engaña la memoria y cómo fue de fértil ese periodo y cómo de atrevidos y valientes fuimos. Hubo un momento que nos atrevíamos con cualquier cosa y de todo eso supimos contar una historia. Una historia al filo de lo imposible.
P: ¿Se arrepiente de alguna expedición que haya hecho?
R: Más que arrepentirme creo que nos hemos equivocado mucho. El alpinismo verdadero tiene que ver con el compromiso y la dificultad, pero también tiene que ver fundamentalmente con la inteligencia de la gente. Es una historia en la que no puedes mentir ni te puedes mentir, porque el único árbitro de este deporte eres tú mismo. Por eso hay otra cosa que no me gusta, que es el turismo de masas que ha invadido determinadas montañas como el Everest. Eso no es alpinismo. A mí, desde luego, no me interesa nada.
P: ¿Se sientes una referencia del alpinismo?
R: Yo no, pero sí sé que para alguna gente lo soy y eso me compromete precisamente a escribir libros o a contar historias que pueden ser ejemplares para la gente.
P: En el libro hay una foto con su hijo y su nieto. Tres generaciones. ¿Cómo se transmite ese legado?
R: Yo creo que desde niño hay que enseñar a amar la naturaleza y las montañas a la gente pero luego cada uno tiene que encontrar su camino. El camino que te lleva a la montaña, si es lo que quieres. Yo no quiero que mi hijo y mis nietos escalen montañas. Lo que quiero es que lo hagan si ellos así lo desean. Yo encontré mi camino en la montaña y para ellos espero no ser una referencia porque yo arriesgué mucho y hoy en día sigo arriesgando mucho en expediciones. Probablemente si eso mismo lo hiciera mi hijo o mi nieto yo pasaría mucho miedo en casa, que es lo que les pasó a mis padres.
Lo que sí que quiero es que descubran la maravilla, la belleza y la grandiosidad del la soledad de las montañas porque son los últimos refugios emocionales que nos quedan.
P: ¿Qué le parecen deportistas como Kilian Jornet, que también ha dado a conocer otro tipo de alpinismo?
R: Me parece que es un gran montañero y sobre todo un gran atleta. Además es muy joven y puede plantearse, que espero que lo haga, escaladas grandes en el Himalaya o donde quiera.
P: Una de las montañas por las que más cariño siente es Peñalara, en la Sierra de Guadarrama. ¿Qué significa en su vida?
R: Es una montaña a la que siempre vuelvo. Está muy bien lo de viajar y hacer grandes escaladas en montañas lejanas y muy remotas pero al mismo tiempo uno tiene que saber dónde tiene que volver de cada expedición. Tienes que volver a casa con la gente que te quiere y tienes que volver a las montañas cercanas en las que te hiciste montañero.
Peñalara me recuerda el niño que fui y me recuerda que todavía hay una parte de ese niño que vive en mí y que se quedó asombrado la primera vez que fue a ver una montaña tan grande. Luego he conocido montañas mucho más grandes pero Peñalara sigue teniendo y guardando una belleza especial.
P: ¿Echa de menos 'Al filo de lo imposible' o un programa de alpinismo similar en televisión?
R: Lo que echo de menos es una buena televisión pública, nada más. Echo de menos programas documentales en la tele, 'La clave', 'Fortunata y Jacinta', dos obras de teatro a la semana, una de Lope de Vega y otra de Calderón o a los buenos reporteros que teníamos. Yo también ayudé a hacer que aquella televisión fuera probablemente una de las mejores televisiones públicas del mundo.
P: ¿En qué anda inmerso actualmente?, ¿tiene alguna expedición prevista?
R: Tengo preparada una expedición para el invierno para el Karakórum y tengo muchos otros proyectos en la cabeza sabiendo que no tengo treinta años pero sí muchos amigos que sobrepasan los sesenta a los que les gusta la marcha. Ellos me recuerdan esa canción de Burning titulada 'Corre conmigo': "ahora sé que el rock 'n' roll solo nos gusta a ti y a mí. Corre conmigo, huyamos de la ciudad. Me voy contigo, vivir al filo'. Pues eso, hay que vivir. EFE