Inma Martínez
Valencia, 8 nov (EFE).- "Volveré cuantas veces haga falta", asegura a EFE el cabo del Servicio de extinción de incendios del Ayuntamiento de Valladolid Óscar Vega tras acudir a Aldaia de forma voluntaria el pasado viernes para atender las necesidades de los vecinos, que se han desvivido por facilitarle comida y agua en agradecimiento a su ayuda.
Óscar, de 46 años, es uno de los bomberos de Valladolid que se desplazó a esta población arrasada por la dana y que han ido viniendo para turnos de seis personas desde esta ciudad. En primera instancia ya había una lista de 35 voluntarios en un parque de algo más de un centenar de profesionales, y cuando el cabo vio las necesidades que había pidió que trajeran material, como bombas de achique o eslingas.
Este bombero con diecisiete años de servicio, que antes fue bombero forestal en una unidad helitransportada, monitor de gimnasio e incluso trabajó en atracciones de feria, permaneció en el pueblo desde el viernes 1 de noviembre hasta el martes 5; ese día volvió a su puesto de trabajo y espera arreglar su guardia para poder regresar a colaborar en lo que sea cuanto antes.
Durante sus días de apoyo en Aldaia ha achicado agua de garajes, ha arrastrado coches, ha abierto persianas para que los vecinos pudieran acceder, ha sacado enseres de viviendas y trasteros, ha movido maquinaria de pastelería... "Cualquier cosa que cualquier vecino nos pidiera", añade.
Unas veces su guía ha sido el alcalde, Guillermo Luján, con quien se desplazaba por las calles del municipio con su furgoneta, otras alguien del Ayuntamiento, que le indicaban cómo llegar a los lugares donde hacía falta y él mandaba a su equipo.
Cuando llegó el primer turno tres días después del desastre, sabían lo que iban a encontrar porque habían visto en los medios los daños de la dana y se habían hecho una idea, y ya sobre el terreno cada vecino "te cuenta su testimonio y lo que le hace falta".
"Hay mucha gente que necesita que se le escuche, te cuenta su desesperación porque hay cosas que no pueden resolver por sus propios medios y no saben a quién pedírselo, y luego te están agradeciendo todo el rato y se desviven por intentar traerte comida y agua, cada poco (tiempo) te ofrecen", agradece.
Otro de los trabajos ha sido coordinar a los voluntarios de a pie, que están con intención de ayudar pero sin saber cómo ni dónde y hay que asignarles una tarea: "Quieren sentirse útiles".
Durante estos días ha animado a los afectados a aprovechar la presencia de estos voluntarios porque hay veces que no caían en la cuenta de, por ejemplo, que les ayudaran a sacar enseres de su vivienda, y ha pedido a los voluntarios que sacaran lodo de un garaje ya sin agua.
"Están deseando echar una mano y simplemente es darles una tarea, solo es coordinar un poco", apunta Vega.
Ahora empieza a estar más organizado pero en un primer momento era necesaria esa coordinación, una situación que suele pasar en grandes catástrofes -como en el terremoto de Haití, donde también estuvo-, que necesita su proceso y un engranaje hasta que todo el mundo entra a formar parte de él.
Respecto a la presencia de medios de emergencia cuando llegaron, ha señalado a EFE que han ido en aumento y que tan malo es coordinar pocos medios, como muchos desde un puesto de mando, aunque los vecinos han facilitado mucho el trabajo.
A todos los grupos de bomberos que han venido de Valladolid, según cuenta Vega, les llama la atención la presencia de un gran número de jóvenes con ganas de ayudar. "Eso tiene mucho valor, cuando ha habido que echar el hombro, como ahora, lo han hecho".
La mayoría de voluntarios era gente joven, muy joven, incluso grupos de chavales de 12 años, destaca.
Entre 45.000 y 50.000 voluntarios y voluntarias se desplazaron en los primeros días, del miércoles al domingo de la pasada semana, a las poblaciones de la 'zona cero' para principalmente llevar comida y ayudar en las labores de limpieza, según ha calculado para EFE el experto en redes de participación del departamento de Geografía Humana de la Universitat de València (UV) Javier Serrano a partir de los datos recabados de los colectivos ciudadanos, las asociaciones surgidas tras este episodio derivado del cambio climático y los voluntarios coordinados por la Generalitat.
En su vuelta a Aldaia, sea este domingo o cuando pueda volver, espera ver las calles despejadas y que algo empieza a funcionar, que una parte de la población puede empezar a hacer "una vida normal entre comillas" y que ya hay transporte público para las personas que trabajan fuera del municipio o para ir al médico.
"Es muy difícil volver a la normalidad, por eso que empiece a funcionar -el transporte público- es fundamental, cuanto antes mejor", así como también que se abran carreteras, según este cabo de bomberos. EFE