Ramón Orosa
Bilbao, 8 nov (EFE).- El Athletic Club volvió a mostrar en la cuarta jornada de la Liga Europa, remontando a domicilio al Ludogorets búlgaro (1-2), la tremenda capacidad de respuesta exhibida ya en los tres partidos anteriores del que es su regreso a competiciones continentales tras seis temporadas fuera de ellas.
En el Huvepharma Arena de Razgrad, el equipo de Ernesto Valverde ahondó en la entereza, resiliencia, calidad y capacidad de reacción que había exhibido anteriormente en Roma y dos veces en San Mamés.
Han sido cuatro partidos en los que el Athletic ha sumado 10 puntos por determinación, y que en todos tuvo serias dificultades para superar a rivales con más poderío del que, en principio, se esperaba en Bilbao.
En Roma los 'leones' se sobrepusieron a un primera mitad en la que el conjunto capitalino les superó con claridad y acabaron empatando tras dar un paso adelante en la segunda parte y someter al rival hasta lograr la igualada (1-1).
De ese partido quedará sobre todo el gol entre centrales de Aitor Paredes, flamante nuevo internacional como lo fue hace tiempo Unai Núñez, quien le dio la asistencia en el Olímpico romano.
El segundo partido de esta primera fase fue quizás el único en el que el Athletic fue claramente superior al rival. Aunque para ganar tuvo que 'picar piedra' todo el encuentro y decantarlo al final, cuando los neerlandeses del AZ Alkmaar, desfondados, ya no pudieron seguir los acelerones de Nico Williams para alimentar a su hermano Iñaki y a Oihan Sancet (2-0).
También tuvo mucho que ver mucho Nico Williams en el tercer encuentro, el segundo seguido en 'La Catedral' (1-0). De hecho fue el que marcó el único gol de un partido que el Slavia de Praga dominó de principio a fin y en el que los rojiblancos se vieron maniatados como pocas veces les habrá pasado en San Mamés.
El chut definitivo de Nico lo desvió un defensa, pero el control orientado para poder disparar ya merecía que el balón se alojase en la red.
Y este jueves en Bulgaria, los de Valverde rizaron el rizo y levantaron el 1-0 que varias veces amenazó con el 2-0 con una remontada en un minuto.
Exactamente 74 segundos pero con el matiz de que desde el saque de centro del Ludogorets después del 1-1 hasta el 1-2 solo transcurrieron 14 segundos. En el minuto 72.17 marcó Williams, en el 73.24 sacó de centro el conjunto búlgaro y en 73.38 anotó Serrano.
Un visto y no visto en el que tuvo mucho que ver la mano de Valverde, que con los cambios volteó el partido.
Los tres primeros de una tacada para que salieran Oscar de Marcos, que asistió a Iñaki Williams para el empate en una de esas jugadas entre capitanes que tienen ya casi registradas; Mikel Vesga, que dio despliegue y envergadura al medio campo; y Nico Serrano, que logró el gol de la victoria.
El disparo del joven extremo, que rozó un rival pero llevaba ya marchamo de gol, resume lo que esta mostrando el Athletic en Europa: entereza, calidad y determinación.
Todavía antes del minuto mágico para los rojiblancos había salido Unai Goméz, que aceleró el choque y quebró la presión local para ceder a Serrano en la acción decisiva.
Y ya en el tramo final, Ander Herrera dio descanso a Nico, calidad al control de juego bilbaíno y casi un 1-3 que mereció con un impresionante disparo a la escuadra que desvió, felino, el meta local Segio Padt.
Hubiese sido la guinda a un pastel con 10 sabrosos puntos con los que el Athletic ha cerrado una primera mitad de la primera fase de la Europa League sobresaliente y en la que ha alimentado exponencialmente la ya desatada ilusión con la que arrancó un torneo con la última cita, la final, en San Mamés el 21 de mayo.
No le será fácil llegar a ella, más bien enormemente complicado. Pero, de momento, parece que sabe el camino: entereza, calidad y determinación. No son pocas, ni desdeñables, virtudes. EFE