Ita O'Brien, coordinadora de intimidad: "Tener una coreografía evita abusos en escena"

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 7 nov (EFE).- Ita O'Brien empezó a bailar sobre los escenarios con diez años y ahora es coordinadora de intimidad en espectáculos como la ópera 'Theodora', que estrena este viernes el Teatro Real: "Sin una coreografía clara es más complicado denunciar que te han metido la lengua hasta la garganta", subraya.

La británica es la primera experta en la materia que acude al coliseo madrileño con motivo de la representación entre el 11 y el 23 de noviembre del oratorio escenificado de Händel sobre una mártir cristiana obligada a prostituirse, pero según fuentes del Teatro Real no será la última, ya que está previsto contratar este tipo de asesoramientos en el futuro siempre que se considere necesario.

En una entrevista con EFE, O'Brien -que ha trabajado en películas y series como 'Beetlejuice Beetlejuice', 'El exorcista del Papa' y 'Sex Education'- explica que igual que para representar una pelea hace falta un ensayo preciso de los movimientos, las escenas íntimas necesitan una coreografía pautada y pactada con anterioridad para que todos los intérpretes se sientan cómodos.

El trabajo de un coordinador de intimidad pasa por una conversación previa con intérpretes y directores para acordar cómo se van a desarrollar escenas que puede ir desde una violación -como ocurre dos veces en 'Theodora'- al despertar de dos enamorados, como en 'Romeo y Julieta', donde también trabajó O'Brien.

"Si hay una escena de un beso en los labios y de repente te meten la lengua hasta la garganta, sin una coreografía clara es realmente complicado denunciarlo, sobre todo si eres una joven debutante y el intérprete un divo", ejemplifica sobre casos reales que se han dado en el teatro lírico. "Por eso anclar la intimidad en la coreografías tan importante", insiste.

Preguntada por si cree que las situaciones que se denunciaron en torno a Plácido Domingo se podrían haber evitado con una mayor conciencia y trabajo profesional para controlar los movimientos en escena, evita referirse al caso concreto, pero recalca que estos comportamientos históricos se han visto favorecidos por la ausencia de una estructura para acotarlos.

"Eso es lo que faltaba en la industria, existía la idea de que todo el mundo tiene relaciones sexuales, así que todo el mundo sabe cómo debe besar", enfatiza.

Otro ejemplo extremo es el de la violación de Maria Schneider que perpetró Marlon Brando con el acuerdo del director de cine Bernardo Bertolucci, que quería grabar la reacción de la actriz, en 'El último tango en París' (1972). "Para mí eso no es arte, es abuso y nunca debió haber ocurrido", subraya O'Brien.

En su caso, el trabajo de coordinadora de intimidad comenzó en 2014, cuando le pidieron que compartiera su experiencia en la dirección de la obra de teatro 'April's fool', en la que se tomó muy en serio lograr que sus actores se sintieran cómodos y seguros con las escenas de sexo.

"Me pregunté: ¿cómo puedo llevar a cabo un proceso de ensayo realmente bueno para poder ayudarlos a estar realmente presentes y sanos emocional y psicológicamente con el trabajo?", explica. El buen resultado, unido al movimiento #metoo que surgió por el escándalo del productor Harvey Wenstein, se transformó en unas pautas que ahora aplica en cine, series y teatro, además de ópera.

Ella llevaba desde niña trabajando como bailarina en el teatro musical en el West End londinense, y tenía claro que todo pasa por tener una conversación previa en la que se establezcan los límites y en ejecutar una coreografía de movimientos perfectamente adaptada a esos acuerdos, sin que ello suponga ninguna otra limitación moral o artística que la del consentimiento.

"Lo que me encanta es crear una narración realmente fabulosa y física tras una comunicación abierta en la que los intérpretes están entusiasmados", asegura.

En el caso de 'Theodora', la soprano Julia Bullock explicaba el pasado lunes en rueda de prensa que su trabajo con la coordinadora de intimidad cuando la obra se estrenó en la Royal Opera House le permitió concentrarse plenamente tanto en las actuaciones como en los ensayos y relacionarse del mejor modo posible con todos sus compañeros.

"Pude salir totalmente intacta, sin rasguños, sin los problemas que a veces están ahí y afectan a nuestro sistema nervioso cuando ocurren cosas delicadas", explicó Bullock, que se pone en la piel de una mujer abusada que acaba convirtiéndose en guerrillera, en una visión moderna y feminista de la obra de Händel. EFE

(foto)

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