Paula Lerín
Paiporta (Valencia), 5 nov (EFE).- Una semana después del catastrófico paso de la dana por la provincia de Valencia, el CF E1 Paiporta no desfallece en su ayuda a reconstruir un pueblo devastado por unas inundaciones que ha destrozado la vida de miles de familias y tiene ya como objetivo a medio plazo que los más de quinientos jugadores de su cantera vuelvan a jugar, pese a que sus instalaciones están destruidas.
Paiporta vive entre caos, barro, muebles apilados y coches inservibles en sus calles a las que siguen llegando voluntarios y efectivos de distintos cuerpos de seguridad para intentar acelerar la vuelta a una nueva normalidad, porque en esta localidad y en el resto de la zona asumen que nada volverá ya a ser igual.
“Ahora mismo el fútbol es lo menos importante, ha pasado a un segundo plano y lo primero es ayudar a toda la gente de Paiporta. Muchísimos papás somos de València, Alzira o Alginet y vamos cada día como voluntarios. Lo primero es solucionar todos los bajos de los vecinos y luego ya nos centraremos en el fútbol”, explica el director deportivo Javi Sáez a EFE.
El E1 Paiporta cuenta con una masa social importante y con una escuela de 560 jugadores en la que hay muchos afectados, entre los que está su presidenta, Yolanda Folguera, quien lo ha perdido todo.
Situada a unos cinco kilómetros al sur de València, con unos 25.000 habitantes y al menos 62 fallecidos de los 211 oficiales, la localidad de Paiporta recibió a través del barranco del Poyo una avalancha de agua a mitad de la tarde del pasado martes.
Según la delegación territorial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) y la Associació Valenciana de Meteorologia (Avamet) hubo momento en los que llegaron a bajar 2.284 metros cúbicos por segundo por una rambla que en el mejor de los casos podría haber asumido cerca de la mitad.
“Hablo por Paiporta porque es la parte que me pilla de muy cerca. Quiero vuelva a ser la Paiporta que todos conocemos, una localidad alegre. Estoy orgulloso de sentirme un paiportino más y pertenecer a este club con los valores que están demostrando los papás y mamás. Y también queremos que sea igual en el resto de pueblos afectados”, señala.
Desde el club hay un petición clara: que las autoridades no se olviden de ellos. “Hemos visto en otras catástrofes como en unos meses hay otra noticia y se olvidan de los afectados. Debemos luchar para que se solucione todo en cuanto antes, que las viviendas se arreglen y que los negocios se abran para que no sea un pueblo fantasma”, reflexiona Sáez.
Las instalaciones del club no han sobrevivido. El campo El Terrer, que está justo al lado del barranco, es ahora un solar lleno de lodo, objetos y coches. “Las instalaciones están totalmente destrozadas. El primer día el agua llegaba al primer asiento de la grada en la que caben 1.000 personas y flotaba un coche y cuando volvimos a los dos días había 44 coches dentro del campo”, recuerda.
“Vecinos que son entrenadores y socios del club han visto cómo han sacado alguna que otra víctima mortal. Hay sobre un metro y medio de fango y barro. La situación del campo es catastrófica. El agua se ha llevado hasta una de las torres de luz. El césped está todo en el centro del campo replegado, es un desastre”, explica.
El día de la tragedia en el club decidieron, junto a los técnicos del ayuntamiento, suspender los entrenamientos. “Me llamó un técnico de deportes porque protección civil y la policía había comunicado que era peligroso entrenar por el aire. Dimos el aviso a las familias, aunque, como siempre, unos lo entendían y otros no”, recuerda.
“Gracias al ayuntamiento y a la presidenta Yolanda nos pusimos de acuerdo y suspendimos los entrenamientos. Gracias a Dios, la Virgen nos puso su manto y todo fue como tenía que ser. Si en ese momento hubiéramos entrenado, hubiera habido muchísimos fallecidos”, comenta aliviado.
Mientras se intensifica la búsqueda de víctimas con drones y unidades caninas de rastreo y prosiguen las labores de limpieza, desde el club quieren ser positivos con la reanudación de su actividad. “Vamos a tardar porque el daño es descomunal, pero el club está por encima de todos y no podemos dejar a 560 jugadores sin jugar”, apunta Sáez.
“Muchos clubes se han puesto en contacto con nosotros para utilizar sus instalaciones. Entrenar va a ser más complicado, porque todos los clubes tienen muchos equipos y los espacios son muy reducidos. Pero, como he dicho, el fútbol es secundario, lo primero son las vidas humanas y la gente que se ha quedado sin nada”, finaliza el director deportivo. EFE
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