Madrid, 4 nov (EFE).- Los desastres naturales no transmiten enfermedades infecciosas ni los cadáveres son fuente de epidemias en España; el principal riesgo ahora de las aguas de la dana, sobre todo las estancadas, son las enfermedades gastrointestinales, los mosquitos y las heridas que pueden causar los materiales que arrastran.
Es el mensaje en el que este lunes han querido insistir sociedades científicas de salud pública, urgencias y emergencias y ONG que están trabajando sobre el terreno en las zonas más afectadas por la catástrofe para garantizar la salubridad de estas áreas.
Desde el Ministerio de Sanidad ya han aclarado que la contaminación de agua por cadáveres de animales o humanos no es un problema ahora mismo de salud pública en estas zonas, aunque sí ha destacado la importancia de que se retiren cuanto antes.
Lo más habitual que se va a presentar en los próximos días son enfermedades gastrointestinales y, según avancen los días, la proliferación de vectores en aguas estancadas.
El peligro de la acumulación de agua aumenta a partir de las 72 horas, ha recordado Acción contra el Hambre, que desde el pasado jueves trabaja en varios municipios de Valencia con actividades de agua, saneamiento e higiene, centrada en el control de vectores para mitigar los riesgos de infección de enfermedades transmitidas por mosquitos.
Desde los ayuntamientos recomiendan a los vecinos que no viertan el fango en el alcantarillado porque puede terminar bloqueándose y aflorando aguas negras a la superficie, lo que puede suponer un riesgo de salubridad, ha explicado Fátima González, una de las expertas de Acción contra el Hambre que se encuentra en el terreno.
Para minimizar el riesgo de infecciones gastrointestinales, también es fundamental adoptar medidas de seguridad personales como el uso de guantes y el lavado de manos frecuente.
No es posible, recuerda la Sociedad Española de Medicina de Urgencias y Emergencias (SEMES), que las enfermedades que no son endémicas o importadas en las zonas afectadas se produzcan de forma natural. Las causas son la mala higiene, el hacinamiento, la falta de agua potable, el saneamiento ineficaz y alcantarillado deficientes preexistentes.
Por las riadas, por la albufera y por las acequias, en Valencia es endémica la leptospirosis, una enfermedad que puede transmitirse a través del contacto con agua, alimentos y suelo contaminados que contengan orina contaminada (leptospiras) de animales infectados como roedores.
"Es importante que el público, los encargados de la formulación de políticas y los funcionarios de salud comprendan que los desastres no transmiten enfermedades infecciosas; la causa principal de muerte después de un desastre no es infecciosa; los cadáveres no son una fuente de epidemia y que los brotes de enfermedades infecciosas son resultado secundario de la exacerbación de los factores de riesgo de enfermedad", recalca esta sociedad.
Además de los citados, la Sociedad Española de Epidemiología añade otro de los riesgos inmediatos de las aguas de la catástrofe, y es que entre lo que ha arrastrado hay de todo, de objetos punzantes a cristales, maderas o fragmentos de metal que pueden producir heridas.
En esas aguas además pueden colarse algunas sustancias químicas que, tras haberse derramado o extravasado de los lugares que las contenían -por ejemplo, combustible de los coches- pueden resultar tóxicas.
De ahí la insistencia en que las personas que transiten por las zonas afectadas lleven un buen calzado y ropa adecuada que las proteja, recibir atención si resultan heridas y que las labores de limpieza sean asistidas siempre que sea posible por personal con el equipo adecuado.
La Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública y Gestión Sanitaria concluye con un último consejo: solicitar la ayuda psicológica necesaria por parte de ciudadanos, voluntarios, sanitarios y quien lo necesite, pero sobre todo los familiares que han perdidos sus seres queridos y todo lo que tenían en la vida. EFE