Fernández-Vidal vuelve a elfos y humanos para narrar el origen de la física de lo diminuto

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Madrid, 3 nov (EFE).- La física cuántica debe nacer en el mundo clásico. Esta es la misión que a comienzos del siglo XX se propone Ada, una niña que lucha contra el aburrimiento de un orfanato y los estereotipos de la época, y la protagonista del nuevo libro de la catalana Sonia Fernández-Vidal.

"El origen de la puerta de los tres cerrojos. La semilla de una revolución" (editorial Destino) acaba de publicarse y es la primera parte de la precuela de una trilogía, también de aventuras cuánticas, llamada "La puerta de los tres cerrojos", de la que su autora ha conseguido vender más de 450.000 ejemplares.

Tanto esta nueva novela como las anteriores están pensadas para un público joven -aunque los adultos también pueden engancharse, admite su autora- y en ellas Fernández-Vidal une a elfos y humanos para explorar, de manera didáctica y divertida, el mundo cuántico.

En esta ocasión, la autora realiza en las 345 páginas del libro un recorrido por la historia y el nacimiento de la física cuántica, que supuso un cambio de paradigma, una "explosión muy fuerte" que obligó a los científicos de la época a pensar el universo de forma diferente.

Un camino, explica a EFE, tortuoso, porque no es fácil cambiar las ideas preconcebidas. Por eso, en este libro Fernández-Vidal habla de la testarudez de muchos a la hora de aceptar lo nuevo, pero también de la imaginación y la creatividad, fundamentales -dice- en la ciencia.

Y, por supuesto, del método científico: "Para mí es muy importante explicar a los niños que los descubrimientos no aparecen porque sí, sino que llevan muchísimos años de trabajo detrás, también de equivocaciones y, en el caso de la física cuántica, de valentía".

"Hoy la ciencia es una manera de pensar que es imaginativa y disciplinada al mismo tiempo, bajo el escrutinio de lo riguroso", argumenta esta doctora en Física, para quien se trata además de una herramienta esencial para la democracia, "y más en la época en la que vivimos, donde la sobreinformación amenaza con socavar la verdad", comenta.

Además de Ada, llamada así por la matemática y escritora Ada Lovelace, y su amigo elfo Don, los protagonistas de este volumen son los físicos Max Planck, Albert Einstein y Mileva Maric -también conocida como Mileva Eisntein- o Niels Bohr.

En sus páginas se habla de átomos, de radiación térmica, de ondas, de electromagnetismo, de la velocidad la luz, de agujeros negros, de armarios teleportadores, del espacio-tiempo, de electrones y fotones.

Pero también de la apertura de mente, de las ganas de aprender y de la importancia de los mentores. Ada tiene una, Sofía, una monja del orfanato cuya misteriosa desaparición desencadena toda esta aventura.

En el libro es una constante la igualdad y la necesidad de fomentar las vocaciones científicas entre las niñas. Ada tiene enfrente a una monja, Urraca, que le pone piedras en su sueño de ser investigadora.

Para Fernández-Vidal, si bien la aparición de la física cuántica fue una revolución, aún quedan muchos retos.

A nivel teórico el desafío está en unificar los dos pilares en los que se basa la física teórica, la relatividad general y la mecánica cuántica. La primera describe cómo se mueven las galaxias, las estrellas, las cosas gigantescas del universo, y la segunda, el comportamiento de las partículas. "Y las dos no se llevan bien", dice.

"El reto está en buscar una sola ecuación que lo describa todo, desde lo más pequeño a los movimientos de las galaxias más grandes, una única fórmula matemática que estampar en una camiseta", afirma.

Y a nivel práctico, "el ansiado" ordenador cuántico, del que si bien hay grandes compañías invirtiendo e investigando, son solo prototipos. "No tengo una bola de cristal, pero está más cerca que lejos", concluye. EFE

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