Reordenar el territorio, imprescindible para evitar inundaciones y daños a las poblaciones

Geógrafos y ecólogos advierten sobre la importancia de reordenar el territorio en España para prevenir inundaciones, destacando la reflexión sobre la ocupación de llanuras de inundación en núcleos urbanos

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Ciudad Real, 31 oct (EFE).- Geógrafos y ecólogos han vuelto a llamar la atención sobre la necesidad de reordenar el territorio como medida preventiva para evitar que zonas edificadas y pobladas puedan sufrir graves inundaciones como consecuencia de la cada vez más previsible presencia de danas o gotas frías sobre la península ibérica.

La doctora Elena González, profesora jubilada de Geografía Física de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM) ha explicado, en declaraciones a EFE, que las danas son un hecho natural que ocurre en el Mediterráneo y en otros puntos de España, que han pasado con anterioridad y van a seguir pasando y que suponen "un peligro indudable", que puede minimizarse cuando se ordena mejor el territorio para evitar que sus afecciones sean graves sobre la población.

González ha comentado que más que ordenar el territorio lo que ha ocurrido es que "se ha desordenado, creando riesgos que al final nos traen estas tremendas y luctuosas consecuencias".

Este desorden, ha comentado, se explica por el hecho de que las administraciones públicas han puesto su mirada en las llanuras de inundación de los ríos y han permitido que en ellas se construyan polígonos industriales, polideportivos, centros sanitarios, residencias de ancianos, cuarteles de bomberos y viviendas.

A ello, ha dicho, se ha sumado la construcción de otras infraestructuras como autovías y vías de tren que, en muchos casos, favorecen que se represe el agua, de modo que si no se organizan previamente y de manera conveniente estos lugares, se convierten en zonas de peligro, de riesgo para la población que vive en ellas.

Técnicamente, ha señalado, "hay ingenieros, arquitectos o geógrafos que saben cuál es su trabajo para evitar este tipo de situaciones", sin embargo, "el problema es que puede haber gestores que no quieran o desoyen las advertencias de los científicos y de estos profesionales, convirtiendo los riesgos en peligros por una mala ordenación del territorio".

González ha asegurado que en la manos de los responsables políticos está evitar este tipo de situaciones y, para ello, lo único que deben hacer es invertir en medidas preventivas, algo que ahora no se hace tanto como es necesario.

Y ha recordado que ha habido casos en los que se ha actuado con éxito, como el del Turia a su paso por Valencia o el de las inundaciones provocadas por el Guadalquivir y solventadas con los canales de este río.

En España son muchos los núcleos urbanos que están expuestos a sufrir inundaciones, debido en parte a las grandes trampas que suponen las infraestructuras.

El historiador y geógrafo Alberto Celis, que trabaja actualmente en la Universidad de Sevilla, pone como ejemplo a Daimiel, un pueblo situado en plena llanura manchega, que está continuamente amenazado.

Este pueblo, ha recordado, en el siglo XIX sufrió dos grandes inundaciones y en el XX al menos una, pero en el siglo XXI lleva dos crecidas muy seguidas en la década del 2010 que dejaron amplias zonas llenas de agua.

El ecólogo, biólogo y profesor de la UCLM, Máximo Florín, ha asegurado a EFE que otra manera de abordar los riesgos de inundación en el siglo XXI pasa por recuperar los espacios que los ríos necesitan y mejorar su estado ecológico.

Florín ha indicado que la Directiva Marco del Agua deja claro que hay que actuar para mejorar los tramos no urbanos de los ríos y evitar peores consecuencias en los tramos urbanos y ha sido rotundo al afirmar que "es mentira" que los ríos se desborden, como se suele decir, porque no se limpian, puesto que la clave está en recuperar, donde sea posible, el espacio que los ríos reclaman con sus aguas cada cierto tiempo.

A su juicio, estos lugares que los ríos demuestran son suyos, deben convertirse en zonas verdes atractivas para los habitantes, pero, a la vez, en zonas de protección para prevenir avenidas.

Para Florín, "un cauce demasiado estrecho acelera su curso, debilita las protecciones y aumenta las inundaciones río abajo". Por el contrario, "un río con meandros mejora su biodiversidad, la calidad de las aguas y su conexión con las aguas subterráneas, a la vez que ofrece a las autoridades más tiempo para prepararse, al retrasarse los cauces máximos en avenidas".

Las llanuras de inundación son también fundamentales para que los ríos depositen sus sedimentos de gravas, arenas y limos y para que mantengan su equilibrio morfológico, evitando que incluso puentes puedan colapsar.

En las ciudades, ha comentado, también se puede actuar dejando de impermeabilizarlas, ya que al reducir sus zonas verdes o instalar pavimentos impermeables, lo que se hace es contribuir a aumentar las inundaciones. EFE

abc/msm/cc

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