La energía nuclear, clave para las aspiraciones 'verdes' y de autosuficiencia de China

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Víctor Escribano

Fuqing (China), 30 oct (EFECOM).- China va camino de convertirse en el mayor productor mundial de energía nuclear hacia 2030, con Pekín redoblando su apuesta por una fuente que se antoja clave ante los planes de descarbonización y de autosuficiencia, tanto a nivel energético como tecnológico.

Estas son cinco claves para entender el impulso de China a la energía atómica:

1. Una apuesta cada vez más firme

En 2015, tras cuatro años de suspensión a raíz del desastre de Fukushima, China retomó su apuesta por la nuclear. Entonces, con 23 reactores en funcionamiento, esta fuente representaba el 2,4 % de la producción nacional de energía; siete años después, en 2022, esa última cifra se había duplicado al 4,8 %, con 56 unidades en funcionamiento.

Y en los últimos años, Pekín ha pisado el acelerador: si actualmente las plantas nucleares del país cuentan con una potencia instalada de unos 56,08 gigavatios (GW), los 46 reactores que se encuentran en construcción prácticamente doblarán ese número, añadiendo otros 54,85 GW.

Para entender estas cifras, los dos países que superan actualmente a China son Estados Unidos y Francia: el primero tiene 94 reactores que generan 97 GW, y el segundo, 56 unidades que producen 61 GW. Pero en la cola de construcción de EE. UU. no hay ni un solo reactor nuevo, y en la de Francia, solo uno.

La apuesta por la nuclear no es casual: es clave para que el Gobierno chino pueda cumplir con sus objetivos de descarbonización, que pasan por alcanzar el pico de emisiones de dióxido de carbono antes de 2030 y la neutralidad de emisiones antes de 2060.

Y es que 2030 es la fecha hacia la que Pekín aspira a conseguir que los combustibles no fósiles proporcionen el 25 % de la energía generada en el país, donde actualmente el carbón produce más de la mitad: en 2023, la proporción fue del 55,3 %, aunque una década atrás superaba los dos tercios del total (67,4 %).

"La energía liberada de la fisión de un kilogramo de uranio-235 equivale a 2.700 toneladas de carbón, y no emite dióxido de carbono", subrayaba hace unos meses el presidente de la operadora nuclear estatal CNNP, Lu Tiezhong, que llamó a las autoridades a incluir esta fuente entre las consideradas 'verdes'.

La reducción del peso del carbón sobre el 'mix' oculta un dato importante: se aprobaron más de 100 GW al año en nuevas plantas de esa fuente de energía fósil tanto en 2022 como en 2023, aunque en la primera mitad de 2024 esa cifra cayó un 83 %. Los objetivos 'verdes' son importantes para Pekín, pero no a costa de su autonomía energética.

Ante un contexto geopolítico cada vez más desfavorable y la cicatriz de la sequía que afectó a la hidroeléctrica y provocó importantes apagones en diversas partes del país -con un grave impacto para la industria- en 2021 y 2022, las autoridades nacionales firmaron en agosto la mayor aprobación simultánea de nuevos reactores de su historia: 11 nuevas unidades y una inversión superior a 30.000 millones de dólares.

"China nunca permitirá que vuelvan a ocurrir incidentes del orden de cortes de electricidad a gran escala", indicó en 2022 el presidente del país, Xi Jinping. Ahora, los planes de Pekín pasan por doblar hasta un 10 % el peso de la nuclear sobre la producción total hacia 2035.

Los planes de autosuficiencia de las autoridades chinas no se limitan solo al campo de la energía sino que ponen especial énfasis en la tecnología, especialmente desde 2018, cuando comenzó la guerra comercial y el cruce de sanciones con Estados Unidos.

Así, Pekín no solo ha impulsado la construcción de nuevas centrales sino también la reducción de la dependencia de tecnología extranjera: ejemplo de ello es que, de los 102 reactores construidos o por construir en el país, 30 ya son del tipo Hualong One, el primero desarrollado íntegramente en China. Tan solo superan esa cifra, con 38, los M310, de diseño francés y base precisamente de la que parte el nuevo modelo chino.

Además, el país asiático desarrolla también un reactor modular de pequeño tamaño, el Linglong One -con un coste de unos 700 millones de dólares frente a los 2.800 del Hualong One-, y ya puso en marcha a finales de 2023 su primer reactor de cuarta generación, que promete más estabilidad, seguridad y eficiencia.

Con el Hualong One, China saca pecho por haber entrado en el club de países a la vanguardia nuclear: es la sexta nación en conseguir desarrollar un reactor de tercera generación de forma independiente tras Estados Unidos, Rusia, Francia, Japón y Corea del Sur.

No obstante, hasta ahora estos reactores solamente presentan dos unidades activas en el exterior -ambas en Pakistán- y un acuerdo para construir otra en Argentina. Los planes de Pekín pasan por impulsar su exportación, especialmente ante la oportunidad que presentan los planes de descarbonización de muchos países.

"Todavía hay enormes desafíos (...). China entrará al ámbito global cuando pueda ofrecer soluciones de financiación más personalizadas y cadenas (de suministro) más completas, pero la geopolítica también podría frenar su expansión, lo que significaría que el crecimiento vendría de mercados en desarrollo", apuntó Alicia García Herrero, economista jefe de Natixis para Asia-Pacífico. EFECOM

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