Carlos Mateos Gil
Madrid, 30 oct (EFE).- El 21 de septiembre el Real Madrid de baloncesto disputaba en Málaga su primer partido oficial de la temporada, la semifinal de la Supercopa de España ante el Barça.
El triunfo aquel día ante el máximo rival hacía augurar un futuro prometedor para el conjunto blanco, pero desde entonces no ha vuelto a ganar lejos de su cancha.
Treinta y nueve días y seis partidos a domicilio después, la maldición vivió un capítulo más en la pista del Olympiacos griego, donde los de Chus Mateo perdieron por 79-69. Este jueves, en la visita al Maccabi de Tel Aviv en el Aleksandar Nikolic Hall de Belgrado, aparece en el horizonte una nueva oportunidad para reconducir el rumbo... o para aumentar la preocupación.
Tras el triunfo ante los azulgrana el bando madridista vivió su primer tropiezo al día siguiente, cediendo por 80-90 contra el anfitrión y dejando pasar la oportunidad de ganar un título, el primero de la campaña, que había conquistado en las seis ediciones anteriores.
Todo hacía pensar que, pese a jugar como anfitrión, el Leyma Coruña, un recién ascendido, pagaría los platos rotos de ese tropiezo. De hecho el Real Madrid llegó a ir ganando de 14 puntos y tuvo una renta favorable de 8 a falta de tres. De nada sirvió, pues el rival acabó ajusticiando con un 3+1 casi sobre la bocina. En ninguno de esos dos duelos estuvo el croata Mario Hezonja.
También le tocó debutar al equipo en parqué ajeno en la Euroliga. Y no en uno cualquiera, pues el azar quiso que fuese el 'invitado' a la inauguración del nuevo pabellón del Bayern de Múnich. Ese día encaró el último cuarto ganando de nueve y acabó perdiendo de ocho, aunque a falta de 20 segundos el resultado era de 90-89.
La frustración por lo vivido acabó con Campazzo sancionado por un partido, que acabó cumpliendo en la siguiente salida continental a la pista del Baskonia, donde el equipo se presentó además sin bases puros debido a la lesión de Andrés Feliz y acabó cayendo por 76-72. Entre medias, otra derrota en el País Vasco, esta en la Liga Endesa por 83-79 contra el Bilbao Basket.
En mitad de esa dinámica, los duelos en el WiZink Center ante el Panathinaikos, el Bàsquet Girona, el Estrella Roja y el Baxi Manresa supusieron una bomba de oxígeno ya que, en contraste con sus guarismos fuera, como local el Real Madrid no conoce la derrota.
Con la esperanza de aprovechar la ola ganadora y la química generada en un grupo en construcción, se esperaba por fin acabar con las malas sensaciones en el Palacio de la Paz de la Amistad. Pero no fue así, siendo víctima el plantel 'merengue' de sus dificultades con el rebote.
Ahí ha encontrado el equipo uno de sus grandes lastres, especialmente a la hora de ceder capturas ofensivas a los oponentes. Eso, sumado a las bajas determinantes en algunas ocasiones; a los momentos de 'desconexión' o al exceso de confianza en otras; y a los 85 puntos concedidos de media han creado un contexto poco propicio.
Pese a ello, el ambiente que reina es de calma pensando en que aún queda mucha temporada y que el tiempo permitirá crear la fluidez necesaria entre los jugadores que ya estaban y los recién aterrizados. Aún así, a fin de evitar que el problema se prolongue, comienza a urgir vencer a domicilio. EFE