Lara Malvesí
Barcelona, 27 oct (EFE).- La activista de origen kurdo Payzee Mahmod, superviviente de un matrimonio infantil forzado por sus padres, ha defendido en una entrevista con EFE que España debería blindar la edad mínima para casarse, sin excepciones, en los 18 años, para evitar cualquier posibilidad legal que permita casar a niñas.
Mahmod, quien como activista se involucró en la reforma legal en 2022 en Reino Unido, para elevar la edad legal de matrimonio de 16 a 18 años, reivindicó esta semana en una conferencia con participación de Naciones Unidas en Barcelona una norma a nivel global sobre la necesidad de ser mayor de edad para casarse y evitar así la explotación de las niñas y mujeres.
"En España la ley dice que debes tener 18 años, pero se abre la puerta a excepciones a partir de los 16 cuando hay consentimiento paterno o dispensa judicial", apunta Payzee, para la que esas excepciones dejan un "área gris demasiado amplia".
Para la joven, de origen kurdo y nacionalidad británica, debe partirse de que "un niño es un niño" y que por tal la propia Naciones Unidas apunta que se trata de cualquier persona con menos de 18 años.
"Si entendemos que está prohibido que un niño beba alcohol, ¿por qué no podemos entender que una niña se case?", reivindica Mahmod, quien llama a "aumentar la sensibilización".
Más allá, llama la atención sobre el hecho de que, aunque mucha gente cree que en su país no pasan estas cosas, que es algo que igual ocurre a unas pocas de África o de Oriente Medio, ella fue casada siendo una niña y habiendo nacido en Reino Unido.
"Me casaron a la vista de todos en Londres", advierte la joven, quien recuerda que hasta 640 millones de mujeres en el mundo fueron casadas siendo niñas por pobreza y bajo argumentos como la religión, la tradición o la cultura.
"Muchas veces no se quiere criticar alguna tradición distinta que puede incluir matrimonio infantil por miedo a ser tachado de racista. Pero esto no es un problema cultural, es un asunto penal. Es una vulneración de los derechos humanos", ha añadido.
En la "raíz" de todo el asunto, Mahmod sitúa a la pobreza, la falta de información y la desigualdad entre hombres y mujeres.
"Los hombres hacen las leyes que afectan a las mujeres", lamenta antes de explicar todas las consecuencias que trae consigo un matrimonio infantil para esa niña y futura mujer, desde dejar de ir a la escuela hasta embarazos precoces, pasando por violaciones continuadas de los hombres que las sienten como su "propiedad" y las maltratan desde su posición de adulto.
Mahmod sufrió esas violaciones del hombre con el que la casaron y se quedó embarazada, un embarazo que consiguió que no llegara a termino. Tras el asesinato de su hermana por el hombre con el que también la habían casado siendo menor consiguió salir de esa unión.
"Tuve que esperar a los 18 para divorciarme. En cambio me casaron con 16. Es un sin sentido", reflexiona.
La activista lamenta que no vaya a conseguirse el objetivo del milenio de la ONU de reducir a cero para 2030 el matrimonio infantil, pero pide no caer en la desesperanza.
"Creo sinceramente que es posible hacer muchas cosas. Debemos empezar por aumentar la concienciación colectiva a todos los niveles, desde las instituciones hasta el ámbito educativo o los medios de comunicación", señala.
Para Mahmod, deben establecerse canales directos con las potenciales víctimas para que, primero, puedan saber que lo que les ocurre es denunciable y que no tienen por qué pasar por ello, y deben estar acompañadas para poder pedir ayuda.
"Enfrentarte sola a tu comunidad, a tus padres, que son los que más te quieren, es algo muy difícil, muy duro", ha añadido la activista, quien subraya que el hilo conductor de la lacra del matrimonio infantil suele ser la pobreza y la falta de educación.
Por ello, pide que sea "una prioridad de una vez por todas".
"Hace falta que se pongan recursos y políticas. Y concienciación", ha sentenciado Mahmod, quien ha apuntado al hecho de que Naciones Unidas, "que tiene días para todo", aún no tenga, paradójicamente, un Día Internacional contra el matrimonio infantil. EFE
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