Valladolid, 25 oct (EFE).- Lejos de obrar como un frenazo en seco la pandemia del coronavirus (2020-2021) ha estimulado el afán creativo de numerosos artistas y penetrado, con derecho propio y galones de época, dentro del imaginario cinematográfico como punto de partida de películas como la estrenada este viernes en Valladolid.
De largo recorrido, el realizador Olivier Assayas (París, 1955) ha inscrito en el confinamiento que sufrió la población mundial en 2020, con motivo de la pandemia, la película ('Hors du temps'), que ha estrenado en España dentro de la sección oficial de la 69ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).
Dos hermanos, con sus correspondientes parejas, pasan un mes confinados en su casa familiar del campo, escenario de su infancia y adolescencia y de periodos vacacionales, que ahora se convierte en refugio para uno y cárcel para el otro en la medida que nos soporta la restricción de sus libertades.
Ni el estro cultural y creativo de ambos puede amortiguar la percepción de todo lo que les sucede: el tiempo detenido para el más impaciente y un punto y aparte para el más filosófico, también algo neurasténico ante la posibilidad de un contagio.
El cine francés ha puesto el punto y final a las proyecciones a concurso del festival de Valladolid, con Olivier Assayas y a través del último trabajo de Alain Guiraudie, 'Miséricordie', que ha concursado dentro de una sección oficial que espera la deliberación del jurado internacional para conocer, este próximo sábado, el filme ganador de la Espiga de Oro y el resto de premios del palmarés.
Una comedia negra de enredo, con ribetes cómicos y situaciones hilarantes, caracteriza a una película que desliza mensajes como la moralidad e hipocresía en torno al sexo, en este caso dentro de una pequeña comunidad rural hasta donde regresa un antiguo mozo de panadería para asistir al funeral de su maestro y valedor.
"Es una película de los 70 y de la actualidad, entre el ayer y el hoy, atemporal", donde parece un cura con sotana al lado de coches modernos: evito todos los elementos que definen una época", ha explicado el director durante una comparecencia informativa.
El misterio "es el gran motor" del largometraje junto al deseo de posesión sexual que reflejan todos los personajes mientras acontece y se investiga un crimen ocurrido en el pueblo.
Seminci no ha perdido nunca de vista el cine chino, siempre en el escaparate de una sección oficial que este año ha vuelto a visitar Guan Hu (Pekín, 1968) con 'Black dog', un relato de supervivencia, redención personal y lealtades con el evidente trasfondo de las transformaciones del país a raíz de los Juegos Olímpicos de 2008.
Una película de Guan Hu ('Eyes of beauty') ya formó parte del ciclo que el festival de Valladolid dedicó en 2002 al cine chino y ahora retorna, más de dos décadas después, como uno de los principales portavoces de la nueva generación de realizadores del país asiático, al que retrata en su última película.
La lealtad de un perro callejero, como el personaje principal, es lo único que encuentra a su regreso a casa un expresidiario después de varios años de reclusión por una muerte accidental, protagonistas ambos de una carrera contrarreloj por la supervivencia dentro de una sociedad hostil.
Cargada de simbolismos, en buena medida para sortear la censura aque fue sometido el filme, Guan Hu carga tintas contra un régimen dirigista y ordenancista.
Guan Hu, que se ha traído a Valladolid el premio de la sección Un certain regard (Una cierta mirada) del pasado final de Cannes, establece un paralelismo entre este lucha por la vida y los cambios sociales y económicos de China a raíz de los Juegos de Pekín 2008, una película donde en medio de tanta desolación ha deslizado los primeros acordes de "Recuerdos de la Alhambra", compuesto en 1896 por el guitarrista Francisco Tárrega: ¿suspiro o esperanza?. EFE
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