Cieza (Murcia), 23 oct (EFE).- El abogado del líder espiritual de la fundación budista de Abanilla (Murcia) detenido como presunto autor de varios delitos, entre ellos, uno contra la salud pública por suministrar mercurio a sus seguidores, ha dicho a los periodistas que su cliente ha declarado este miércoles ante una jueza de Cieza que las donaciones por las que le acusan de estafa fueron voluntarias y sin coacciones.
En el marco de un segundo procedimiento por el que dos antiguos miembros de la organización lo han denunciado por ese delito, estos sostienen que le entregaron grandes cantidades de dinero cuando se encontraban sometidos a presión psicológica, sobre lo que el acusado ha respondido a las preguntas de la jueza y de su letrado, Pablo Martínez.
Ha defendido que de los numerosos miembros que la Fundación Mahasandhi ha tenido, solo estos han denunciado supuestas irregularidades en la pieza separada del procedimiento por el que el investigado lo está como presunto autor además de delitos de tráfico de drogas, contra los recursos naturales y el medio ambiente y contra la salud pública por fabricar, suministrar y comercializar productos y medicamentos, intrusismo profesional y asociación ilícita, entre otros.
Estos denunciantes fueron los que destaparon la investigación policial contra quien se hacía llamar entre sus seguidores Trascendencia Total, pero no se aceptó su personación como acusación particular, lo que motivó que cursaran esta segunda denuncia contra él por estafa.
Una de ellas, que pasó diez años vinculada a la fundación, ha explicado a los periodistas tras su declaración cómo con el paso del tiempo el investigado iba pidiendo a sus seguidores cada vez más donaciones para realizar cursos y talleres de espiritualidad o hacer inversiones en su finca de unas 10 hectáreas.
Asegura que abonó en torno a 50.000 euros para diferentes proyectos, como la construcción de su propia casa-cueva, cedida después de forma gratuita al líder, un hospital o un centro de meditación de los que nunca volvieron a saber.
Añade que él les prometió que ambos centros serían para prestar servicios gratuitos, sin embargo, todas las actividades organizadas por la entidad eran de pago o requerían de donaciones y aportaciones, lo que la mujer considera una estafa; el segundo querellante aportó unos 250.000 euros.
Ella ha dicho que los seguidores realizaban continuamente trabajos para la comunidad budista sin retribución ni contrato ni alta en la Seguridad Social y estaban sometidos de manera constante al consumo de sustancias estupefacientes, lo que sumado a las largas jornadas de trabajo y a la falta de sueño, generaban un clima propicio para someter su voluntad.
En ese sentido, el abogado de los denunciantes, el especialista en sectas Carlos Bardavío, ha puesto el foco en la “presión coercitiva” a la que estaban sometidas las víctimas, lo que considera que podría considerarse un “delito de coacciones”, al que se sumaría el de asociación ilícita y estafa.
“Era todo obediencia, te humillaban, tenías miedo a hablar. Te decían que no pensaras, porque eso estorba. Cuando protestabas por algo, te decían que se te estaba colando la oscuridad dentro”, ha explicado ella.
Según sus palabras, el acusado separó a los denunciantes de sus familias y amigos y les hizo pasar todo el tiempo libre del que disponían en la organización, hasta el extremo de que ella llegó incluso a dejar su trabajo para trasladarse a vivir a la comunidad y dedicar toda su vida a ella.
Al igual que el otro denunciante, acabó separándose de su pareja, que continúa vinculada a la fundación, donde actualmente sigue residiendo una de sus hijas, con la que el líder espiritual no le permite tener ningún contacto y que define como una persona “en un estado vulnerable, dependiente psicológicamente, sin capacidad crítica”. EFE
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