Adrián Arias
Valladolid, 22 oct (EFE).- Como el mito griego de Ícaro, el músico argentino Waldo de los Ríos ascendió aupado por su talento y motivado por el ansia del recuerdo eterno, que lo llevó tan cerca del sol que sus alas se quemaron en una espiral de depresión que lo llevó al suicidio, como así recuerda la película 'Waldo'.
Estrenada este martes en la sección Tiempo de Historia de la Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci), 'Waldo' narra la vida de este compositor y músico argentino que "revolucionó" en la década delos 60 y 70 la industria musical y legó obras como el 'Himno de la alegría', pero que hoy es un "perfecto desconocido" para casi todo el mundo, como explican en una entrevista a EFE los directores de la cinta, Charlie Arnaiz y Alberto Ortega.
"Waldo tenía un miedo atroz a quedar en el olvido", explica Arnaiz, que resalta precisamente la paradoja de que un personaje que por aquel entonces era muy televisivo y llegó a casarse con una de las actrices del momento, Isabel Pisano, hoy es una persona cuyo nombre "no ha trascendido", reflexiona por su parte Ortega.
Rupturista en lo musical, De los Ríos pronto hizo sus maletas y abandonó su Argentina natal para recaer en una España de los 60 que se estaba abriendo al mundo, pero cuya estructura musical y del 'show business' seguía aún anquilosada: "Waldo vino e hizo saltar todo por los aires", narran los cineastas.
"En el país de los ciegos, el tuerto es el rey", reflexionaba el de Buenos Aires tras llegar a España y poner todo patas arriba con nuevos formatos y sonidos impulsados por la compañía discográfica Hispavox y que tuvo incluso su propio programa en TVE con 'La hora de...'.
Pero, por paradójico que suene, el músico escondía una vida emocional muy desestructurada y el arco de su personalidad fue mutando con los años desde una juventud alegre y feliz, que "disfrutaba de su adolescencia y su primera novia"; a un Waldo más maduro "centrado en su trabajo y consciente de su talento"; hasta llegar a ser una persona "ostentosa, solitaria y depresiva": "El típico arco de Ícaro", resume Arnaiz.
Y toda esta evolución está fielmente documentada a través de las decenas de cintas, cartas y fotografías que el propio De los Ríos acopiaba en ese impulso vital por registrar su vida para la posteridad y que ahora los cineastas han recuperado para "redescubrir" quién fue Waldo.
Waldo fue una persona que tuvo un trágico final, un suicidio muy sonado que se prestó a las teorías conspirativas y que alimentó el germen de lo que hoy conocemos como prensa rosa, según indican los directores de la película, que explican cómo se generó una "leyenda" en torno a su muerte con cábalas que iban desde el suicidio o el asesinato, pues la causa de su muerte dio pie a ello: dos tiros en la cara.
Y todo ello, enmarcado en un contexto de homofobia por la inclinación sexual de Waldo, en un país donde por aquel entonces era ilegal ser gay y las personas homosexuales tenían que construirse una fachada social cimentada en la aparente heterosexualidad normativa con esposas, maridos e hijos.
Es por ello que la película también "fantasea" con "lo feliz que hubiera sido Waldo" en nuestros días, como así se refleja en la cinta, que termina su metraje con un reconocimiento a la legalización del matrimonio homosexual en España en 2005.
Y es que, Waldo tenía un miedo atroz al olvido y, en cierta medida, esta película es una "reivindicación a su memoria", al autor del 'Himno de la Alegría' que escondía mucha tristeza en su corazón. EFE
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