La Audiencia de Jaén ha juzgado este martes a un hombre de 45 años acusado de agredir sexualmente de forma continuada a su vecina, una niña de cinco. Las supuestas agresiones, según recoge la Fiscalía, se produjeron hasta que la menor tuvo ocho años, pero después hasta que cumplió los 17 la estuvo espiando y acosando por la ventana sirviéndose de que las casas eran continuas.
En concreto, el Ministerio Fiscal le acusa, con atenuantes, de un presunto delito de agresión sexual continuada, un delito de provocación sexual por exhibición material pornográfico a menor de edad, y un delito continuado de exhibicionismo. Por todos ellos, le reclama penas que suman once años de prisión.
Según recoge la Fiscalía para argumentar las atenuantes, el acusado presenta un coeficiente intelectual límite asociado a trastorno adaptativo y de conducta que "no le impidió comprender la ilicitud de los hechos", pero "sí alteró de forma parcial su capacidad para controlar el impulso sexual y por tanto mermó sutilmente a su capacidad para actuar conforme a la compresión de la ilicitud de su conducta".
El acusado durante su declaración se ha defendido señalando que "todo es mentira" y que no sabe los motivos por los que le han denunciado. Ha apuntado, a preguntas de la acusación particular, que él no tiene un "deseo sexual incontrolado" y que no entiende por qué tardaron tanto en denunciarle si los hechos ocurrieron entre 2008 y 2011 y la denuncia se interpuso en 2021.
Por su parte, la niña, ahora mayor de edad, ha denunciado separada del acusado por un biombo. Ha declarado que el acusado siempre tenía la cochera entreabierta y que cuando la veía en la calle, donde jugaba con sus amigos, la llamaba y la metía dentro. Ya en el interior, la joven ha descrito con todo detalle las prácticas de índole sexual a las que supuestamente la sometía el acusado.
"Era muy pequeña, no sabía lo que pasaba, no lo entendía. No tenía una connotación negativa ni positiva de lo que estaba pasando", ha señalado la joven, que ha relatado que las agresiones se producían "día sí, día no" y que a veces le mostraba en un ordenador imágenes pornográficas que ella tampoco entendía.
Durante tres años se sucedieron las agresiones, hasta que cumplió ocho años se negó a continuar entrando en la cochera. "Empecé a tener conciencia de que no era normal", ha dicho la denunciante, que ha añadido que los recuerdos de aquellos años en aquel garaje le han acompañado "toda la vida".
Sin embargo, en 2018, sorprendió al acusado espiándola y masturbándose por la ventana, lo que le causó un ataque de pánico. A ello se sumó que en otra ocasión lo encontró dentro de su casa, hablando con su abuela, aprovechando la relación de vecindad entre ambas familias.
"No me sentía segura dentro de mi casa", ha contado la joven, a la que la situación la superó y la llevó hasta sufrir un intento de suicido. Finalmente, en abril de 2021, cuando tenía 17 años, optó por contárselo todo a su madre, que sobre la marcha la acompañó a interponer la correspondiente denuncia.
Tras casi cuatro años de terapia y tras haberse mudado de casa, la joven ha declarado que sigue haciendo frente a episodios de ansiedad, depresión y ataques de pánico, además de temer por su vida.
Además de la pena de prisión, el Ministerio Público pide como accesorias que se le imponga la prohibición de acercarse o comunicarse con la víctima durante ocho años por encima del cumplimiento de la pena de prisión, seis años de libertad vigilada y que indemnice a la joven en 20.000 años por los daños morales causados.