Luz Arcas: "No siento mi obra como una valentía, sino como una pulsión"

Luz Arcas reflexiona sobre su reconocimiento en el Premio Nacional de Danza, su enfoque en la creación y el impacto de su legado artístico en el contexto del cuerpo y la danza contemporánea

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José Luis Picón

Málaga, 22 oct (EFE).- Acaba de ser reconocida con el Premio Nacional de Danza por su versatilidad, riesgo e innovación, pero la bailarina y coreógrafa malagueña Luz Arcas no siente que lo suyo sea valentía: "Cuando la gente me dice 'qué valiente', no lo siento como una valentía sino como una pulsión".

"Nadie elige la artista que es ni se toma una decisión, sino que es tu manera de entender el cuerpo la que te lleva a ser una artista u otra", asegura Arcas en una entrevista con la Agencia EFE en su casa de Málaga, pasado ya el aluvión de felicitaciones por el premio.

Le hace especial ilusión haberlo ganado en la categoría de Creación. "Desde el principio, orienté mi trayectoria hacia la creación. Soy una bailarina muy peculiar porque siempre he trabajado sobre mi propio lenguaje, en el que he ido profundizando, y siento que mis obras son versátiles".

Este galardón "puede tomarse como un premio a lo hecho, o como una responsabilidad ante lo que viene (...) Eso me da mucha energía, pensar que es un premio más a lo que puede venir. Espero que me dé seguridad y me ayude a ser más responsable con lo que hago".

Sobre su versatilidad, que le llevó incluso a crear la coreografía de la ópera 'Rigoletto', apunta que, "en el fondo", siempre piensa "en el cuerpo".

"Mis obras están nutridas de muchas cosas que son híbridas. En una ópera hay más personas y es un proyecto con más dinero y que ve más gente, pero en el fondo es encarnar una serie de tensiones que están en juego, y que el cuerpo esté por encima".

Tomó la decisión "vocacional y seria" de que la danza sería su vida a los 18 años, cuando se trasladó a Madrid para formarse: "En Madrid entendí lo que se podía hacer y vi que ese era mi lugar".

En aquellos tiempos, "todo estaba muy influenciado por la danza y el teatro centroeuropeo y estaba muy de moda la danza contemporánea belga y de los Países Bajos".

Pero Luz Arcas "sentía todo el rato una especie de desubicación". "Miraba hacia un lugar muy ajeno y no encontraba mi cuerpo, y empecé a buscar otras fuentes de inspiración", que encontró por ejemplo en el flamenco.

"En 'El monstruo de las dos espaldas' trabajaba con ritmos de soleá internamente, y siempre he sido muy aficionada al flamenco, que he estudiado, pero no me considero bailaora. Siempre he estado muy influenciada por mi tierra. Me he ido, pero me siento muy arraigada, a la vez que muy nutrida de todas las experiencias del mundo".

Cuando crea obras no tiene "una aspiración política o social, aunque todo opera de una manera inconsciente e intuitiva", ni busca una clave de género, pero, "al final, el artista absorbe lo que sucede".

"Por ejemplo, en 'Mariana' hago de animal de carga, de mula, de yegua, y no tenía una motivación de género, pero es mi cuerpo de mujer el que hace de mula, y seguro que mi experiencia de mujer me ha llevado a tomar esa decisión".

"No me interesa mucho cuando la primera motivación para hacer una obra de arte es social o política. Me interesa más cuando lo atraviesa de otra manera", precisa.

Pero sí lamenta que en la danza, "siendo un arte mayoritariamente femenino, con enorme diferencia, los puestos de poder los tienen hombres", algo que ahora "está cambiando porque, por primera vez, dirige la Compañía Nacional de Danza una mujer".

Luz Arcas bautizó su compañía 'La Phármaco' a partir de la palabra griega que significa, al mismo tiempo, veneno, remedio y chivo expiatorio.

"Me interesa esa contradicción, aquello que viene para curar un desorden social, un elemento que se sacrifica para restablecer el orden, un elemento que sana pero que a la vez está cargado de toda esa violencia".

Siente que "el teatro, el cuerpo, la danza es esa sustancia alquímica que viene a restablecer el orden", y que el arte "es lo único que hace justicia al ser humano".

Lleva unos meses trabajando en su próximo proyecto, que estrenará en mayo de 2025, y del que avanza que está "inspirado en las mujeres que en el siglo XIX y XX hacían espiritismo como práctica artística, como Agustina González, Hilma af Klint, Josefa Tolrà o Remedios Varo".

"Me interesa cómo de repente el acto de creación se concibe como un acto de mediumnidad y, en un estado de trance, el yo desaparece y habla otra cosa".

"Eso se une con el interés en todos los rituales de muerte, que están desterrados ahora en este mundo, donde no cabe nada frágil ni decadente, y hay una especie de locura con la belleza, la juventud, el consumo y la hiperproductividad. Me interesa recuperar esos espacios donde se permite tanto despedirse de los muertos como dialogar con ellos". EFE

(foto) (vídeo)

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