Las relaciones de poder moldean la ópera prima de Elena Manrique con "Fin de fiesta"

Un drama que explora la inmigración irregular y las relaciones de poder en una sociedad marcada por la clase, con la historia de una adolescente africana que busca un futuro mejor

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Valladolid, 22 oct (EFE).- Una juerga de señoritos andaluces, por momentos de aire berlanguiano pero en clave 5.0, resume en apenas unos minutos las relaciones de poder que han moldeado el estreno en la dirección de la española Elena Manrique, un drama con alta dosis de comedia y la inmigración irregular como telón de fondo.

Son algunos rasgos de "Fin de fiesta", la ópera prima de la cineasta Elena Manrique después de veinticinco años como productora ejecutiva, y el tanteo de varios documentales hasta que decidió dar el salto con un filme que ha estrenado este martes en España dentro de la 69ª Semana Internacional de Cine de Valladolid (Seminci).

Trata de las relaciones de poder pero también de la "solidaridad entre los más humildes" frente a los "privilegios de clase", lo que muestra en esta cinta protagonizada por Sonia Barba, Beatriz Arjona y la joven Edith Martínez-Val, de origen nigeriano, en el papel de una africana de 19 años que llega en patera hasta la costa andaluza.

"He hecho muchos cortos con libertad absoluta... me ha gustado experimentar y la pandemia me sentó increíble, me hizo parar y me senté a escribir" hasta el punto de que "salí de ella con una primera versión" de un guion inspirado en hechos reales, ha explicado la realizadora durante una rueda de prensa tras una aclamada proyección.

Unos amigos le contaron cómo ayudaron a un inmigrante en Jerez de la Frontera para que pudiera tomar rumbo a un destino que, en el caso de "Fin de fiesta", es una adolescente que desde Senegal llega hasta Marruecos, embarca en una patera, arriba a la costa andaluza y, tras camuflarse en una furgoneta, viaja hasta la periferia de Sevilla.

Logra esconderse en una hacienda de la campiña sevillana donde, tras el susto inicial, es acogida por la propietaria, una rica terrateniente de vida ociosa y disoluta que decide acogerla de forma clandestina, con distintas finalidades, hasta que todo se descubre durante el curso de una juerga monumental.

Es entonces cuando afloran los prejuicios sobre la inmigración irregular: el de la frivolidad y desdén de las clases más pudientes, y la solidaridad con la afectada por parte de las más humildes, en este caso del servicio doméstico, todo ello "en el filo de lo políticamente correcto e incorrecto", en palabras de la directora.

El drama traspasa todo el metraje, pero la comedia aflora en cualquier momento con aires berlanguianos, algún ribete buñuelesco e incluso un 'déja`vu' de "Los santos inocentes" que Manrique no ha negado aunque no haya sido calculado: "Pero las épocas son distintas: ahora estamos en 2024" y además las relaciones entre terratenientes y servidumbre "son distintas entre hombres y mujeres", ha precisado.

Lo que puede ser tomado como un toque exótico entre señoritos juerguistas y ociosos, para la inmigrante africana es sólo un paso más en su duro peregrinaje desde Senegal hasta Marsella para reunirse con un familiar en busca de una vida mejor, con la presión de una posible deportación por su situación irregular.

En todo caso, ha añadido la directora, "me he negado como guionista a que no tuviera un futuro mejor", lo cual insinúa al final de la película.

Casi a mitad de recorrido, el festival de cine de Valladolid reserva otras dos jornadas de su sección oficial a las dos restantes películas en liza: "En la alcoba del sultán", de Javier Rebollo, y "Salve María", de Mar Coll. EFE

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(foto)

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