Ana Blandiana: "Ninguna dictadura del mundo puede impedir que un escritor escriba"

Ana Blandiana comparte su experiencia como escritora en la Rumanía comunista, reflexiona sobre la censura, el poder de la poesía y la búsqueda de un significado en la actualidad a través de la literatura

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Oviedo, 21 oct (EFE).- La poeta, prosista, ensayista y periodista Ana Blandiana, considerada un referente de la resistencia frente al comunismo rumano, ha asegurado este lunes que, pese a que parte de su obra ha sido censurada, ella siempre se ha sentido "libre" para componer, porque, a su juicio, "ninguna dictadura del mundo puede impedir que un escritor escriba".

Estas han sido algunas de las reflexiones que la Premio Princesa de Asturias de las Letras 2024 ha trasladado en un encuentro que ha mantenido con alumnado de 3º y 4º de la ESO y de Bachillerato que ha participado en el programa educativo 'Toma la palabra' organizado con motivo de la entrega de estos galardones.

Blandiana (Timisoara, 1942), que convirtió su vocación literaria en resistencia moral frente a la férrea censura del dictador Ceaucescu, ha explicado que "siempre se ha sentido libre para escribir", pero el problema residía "cuando quería publicar" lo que había firmado.

En este sentido, la rumana ha señalado que ha estado censurada en tres ocasiones y que también hubo una época en la que se impidió a sus obras el acceso a librerías y bibliotecas.

Autora de más de una treintena de libros de poesía, novelas y ensayos que han sido traducidos a más de 25 idiomas, Blandiana -seudónimo de Otilia Valeria Coman- ha comentado que la poesía ha sido empleada por ella y también por sus colegas como un "mecanismo" para escapar de la censura, porque "nacía de palabras que decían solamente la verdad".

La escritora, reconocida con el Princesa de las Letras por ser "una creadora radicalmente singular" con una obra "indómita", se ha mostrado optimista con el futuro que tiene la poesía, porque "puede cambiar salvar el mundo".

"Prueba de ello es que en las cárceles comunistas en Rumanía se han escrito muchos poemas, incluso en condiciones en las que no había lápiz ni papel", ha recalcado al respecto.

Blandiana, hija de un sacerdote ortodoxo considerado "enemigo del pueblo, ha dicho, en este contexto, que el actual escenario de "consumismo" puede llevar a que la sociedad "busque un salida espiritual" en este género literario.

La escritora se ha mostrado muy emocionada al conocer los trabajos audiovisuales que han realizado 25 centros educativos del Principado sobre algunos de sus poemas, entre ellos 'Animal Planet', 'En las colinas' y 'Sobre patines'.

La poeta les ha dicho que la etapa adolescente que están viviendo es la "más dramática" de sus vidas, puesto que se trata de un momento en que tienen que entender la "diferencia entre el bien y el mal y establecer unos criterios" que en generaciones anteriores ya venían determinados.

"Antes era suficiente con ir a la iglesia y escuchar lo que se decía, pero vosotros tenéis que fijar vuestros criterios", ha apuntado en este sentido.

Blandiana ha reflexionado acerca del impacto de las redes sociales, unas herramientas que "parecen que van en contra de la soledad, cuando, en realidad, la potencian".

En su opinión, Internet puede "parecer una apertura hacia lo común, pero cuando una persona se conecta "está sola en su habitación sin encontrar a nadie".

Además, la autora ha abordado el impacto que tendrá el desarrollo de la tecnología y, tras mostrarse convencida de que "a corto plazo, en unos decenios, los robots van a ser más inteligentes que las personas", ha dicho que la única forma de resistir es potenciando aquellos espacios que están vetados para ellos como "la naturaleza, los sentimientos y las emociones".

En el actual contexto de conflictos bélicos y ante los retos que enfrenta la sociedad, Blandiana también se ha dirigido a los estudiantes presentes para preguntarse que "quién sabe si el deber de su generación es salvar el mundo". "Para eso tenéis que leer, para enteraros de lo que ha existido hasta vosotros", les ha aconsejado. EFE

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