Muñoz Machado: "Si la RAE define 'judío' como 'avaro' es porque el pueblo lo utiliza"

La RAE defiende su papel como reflejo del uso del idioma, frente a controversias sobre la acepción de 'judío' y el lenguaje inclusivo, subrayando la importancia de la claridad comunicativa

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Marina Estévez Torreblanca

Madrid, 18 oct (EFE).- El director de la RAE, Santiago Muñoz Machado, deja claro que el diccionario "no inventa las palabras" y que la inclusión de 'avaro' como acepción de 'judío' se debe a que "el pueblo lo utiliza". "Si desapareciera del diccionario, nada asegura que no siga empleándose", advierte en una entrevista con EFE.

Muñoz Machado, que acaba de publicar el libro 'Fundamentos del lenguaje claro" (Espasa), explica que no han recibido aún notificación del juzgado argentino que ordenó este septiembre suprimir "inmediatamente" la quinta acepción de la palabra 'judío/a': "Dicho de una persona: Avariciosa o usurera", un uso que el diccionario aclara que es "ofensivo o discriminatorio".

"Si esa palabra está ahí es porque hemos constatado que muchos ciudadanos usan esa acepción de 'judío' y no refleja en absoluto una intención de la Academia, que hace de puro notario", remarca su director.

Una vez se reciba la comunicación, explica, se estudiará en el Pleno. "Es la resolución de un juez, por tanto, la recibimos con todo el respeto, con el valor añadido de que detrás como peticionarios están el Congreso Mundial Judío y muchas otras asociaciones", subraya.

En todo caso, en la RAE casi a diario se reciben protestas de colectivos que no están conformes con "las más diversas entradas", dice Muñoz Machado, pero "el diccionario no está para dar conformidad a los gustos del personal", advierte. Al mismo tiempo, también les llegan "muchísimas indicaciones a favor de que la RAE mantenga a ultranza los vocablos que están verificados", asegura.

A la vista de estas peticiones dispares lo que las academias tienen como guía, explica, son los grandes corpus lingüísticos -conjunto de textos- que recogen los usos que están vigentes en el idioma. Para elaborar estos corpus se cuantifican las veces que una palabra o expresión ha aparecido en periódicos, libros o medios audiovisuales.

Preguntado por si la Academia estaría dispuesta a incluir el uso de la terminación 'e' para dar cabida al género no binario -el de quienes no se sienten en exclusiva ni hombres ni mujeres- subraya que "sin ninguna duda, si se normalizaran esas formas nuevas, habría que tenerlas en cuenta".

De momento, "no parece que tengamos vocablos adecuados y adaptados a la situación", admite, por lo que se decanta por el empleo de la palabra 'persona' para evitar el uso de un género concreto (por ejemplo 'persona trabajadora' en lugar de 'trabajador').

"Cuando se repite mucho en un texto de un modo muy próximo, queda feo, pero bueno, yo comprendo el deseo de esos colectivos de no ser designados como masculino o femenino y hablar de 'persona' es una alternativa gramaticalmente correcta", concluye.

Muñoz Machado afirma que nadie les ha pedido "descolonizar el diccionario", que es una obra de 300 años, recuerda, y patrimonio de las 23 academias de la lengua española en el mundo. "Al contrario, fabricamos un diccionario en el que hay una gran incorporación de términos americanos".

Pero también destaca que tras estos tres siglos regulando con América las grandes cuestiones lingüísticas, "resultaría una catástrofe que por la ocasión de lenguaje inclusivo, políticamente correcto o claro aparecieran mil propuestas que lo que contribuyen es a la oscuridad".

"Si se establecen muchas regulaciones sobre cómo tienen que hablar los ciudadanos y qué es lo que tienen que decir, la consecuencia es que se confunden. Y de ahí resulta la oscuridad y la dificultad", reflexiona.

Muñoz Machado tiene una cruzada para que el lenguaje sea la más transparente vía de comunicación y por eso ha escrito los 'Fundamentos del lenguaje claro', pero reconoce que "la Academia hace lo que puede", entre otras cosas apoyando los movimientos ciudadanos con este mismo objetivo de claridad y facilidad.

"Si tuviéramos un poder de reglamentar, y detrás de él la posibilidad de sancionar a los infractores de nuestras normas, en este caso es posible que lo hiciéramos, porque realmente las comunicaciones a los ciudadanos que no se entienden son una ofensa y además impiden el ejercicio de los demás derechos", opina.

Una opacidad que se arrastra desde hace varios siglos - "en el Siglo de Oro se decía que era un subterfugio para que los abogados pudieran ganar más dinero y los legisladores hacer de su capa un sayo"- y ahora se ha extendido a otros ámbitos, principalmente la administración y las empresas.

Muñoz Machado reconoce que se trata de un asunto político. "Muchas veces hay intereses detrás de la oscuridad del lenguaje, un problema de las compañías de seguros, de los bancos, de muchas entidades privadas que desarrollan servicios de interés general y que tienen la misma obligación que las Administraciones Públicas o los jueces", advierte. EFE

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