Nuria Labari vuelve al cuento con relatos sobre los privilegios y el encuentro con el otro

Nuria Labari aborda en 'No se van a ordenar solas las cosas' las desigualdades sociales y la responsabilidad de los privilegiados mediante relatos cotidianos que exploran el encuentro con el otro

Guardar

Madrid, 15 oct (EFE).- La escritora y periodista Nuria Labari regresa al género del cuento con ‘No se van a ordenar solas las cosas’, un libro en el que refleja las contradicciones sociales, las desigualdades de clase, género y raza de nuestro tiempo y en el que pone frente al espejo a los privilegiados.

'No se van a ordenar solas las cosas', publicado por Páginas de Espuma y finalista del VIII premio Ribera del Duero, reúne escenas y relatos de la vida cotidiana y habla al lector del encuentro con el otro.

  "Me parece que en este momento se habla poco de hacernos responsables de nuestros privilegios. Una mujer por el hecho de serlo tiene menos privilegios que los hombres, pero a lo mejor esa misma mujer no piensa en su privilegio respecto de la mujer que ha contratado para que se ocupe de todas las tareas domésticas y tener así una relación más igualitaria”, señala a EFE Labari (Santander, 1979).

"Cada uno se aferra a su parte más frágil sin revisar cuáles son las relaciones de poder que está ejerciendo sobre otras personas", sostiene la cántabra, quien 15 años después de su primer libro de relatos cortos, 'Los borrachos de mi vida' (Premio de Narrativa Caja Madrid), vuelve a este género.

En estas páginas, el lector se encuentra con asuntos como la condescendencia de una señora hacia la trabajadora del hogar que cuida de sus hijas y limpia su casa, la fugaz relación amorosa entre una mujer mayor y un joven inmigrante, la vigorexia y el culto al cuerpo que llevan al límite a un adolescente o los prejuicios que afloran cuando una familia occidental viaja a tierras lejanas.

La autora percibe que esta realidad sobre la desigualdad se ha agudizado en los últimos años y por eso sus cuentos evidencian la necesidad de poner en práctica la responsabilidad social, "lo que implica hacer algo con ese privilegio que uno tiene, y que puede ser algo tan sencillo como escuchar", precisa.

Después de la publicación de ‘La mejor madre del mundo’ y ‘El último hombre blanco’, ambas en Random House y escritas en primera persona, Labari quería saber a qué podría sonar el mundo si hubiera en él muchas voces hablando y si la música no fuera ruido.

El malestar social que sufre cada personaje es el hilo que cose estos relatos. Pero la autora precisa que cada malestar tiene un lenguaje propio, por eso este título recoge una diversidad de lenguajes e idiomas que enriquecen las historias.

"Quería dejar manifiesta la voluntad de escucha y la posibilidad de un lenguaje pegado al cuerpo, que cambia en cada cuerpo y que es lo contrario del lenguaje de la máquina, el algorítmico, la empresa o el trabajo", matiza.

Labari admite que con este libro también quiere interpelar al lector. "Estaría bien que se reconociera ese desorden, saber que no se van a arreglar solas las cosas. Y lo siguiente sería hacer algo como escuchar o mirar desde otro lugar", concluye. EFE

Guardar