El recelo a las fusiones de entidades europeas muestra las costuras de la unión bancaria

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Bruselas, 12 oct (EFECOM).- Las reticencias a la posible fusión del italiano UniCredit y el alemán Commerzbank han dejado al descubierto las costuras de la unión bancaria europea, cuya carencia de un seguro común para los depósitos y normas de capital frenan las fusiones transfronterizas que se esperaban cuando se fundó.

Aunque en los últimos años las fusiones bancarias han repuntado tras el descenso a raíz de la crisis financiera, el 80 % de las transacciones han tenido lugar entre entidades del mismo país, con Italia y Alemania a la cabeza, mientras que las fusiones transfronterizas han sido menos frecuentes, de menor tamaño y normalmente entre entidades con vínculos previos, según datos del Banco Central Europeo.

La creación de la unión bancaria en 2014, que puso en común la supervisión y resolución de los grandes bancos, no ha espoleado este tipo de operaciones pese a que tanto el BCE como la Comisión Europea repiten desde hace años que serían "beneficiosas" y "deseables" en la eurozona.

Estas permitirían diversificar riesgos, facilitarían movilizar la inversión privada y llevarían a crear bancos con una escala capaz de competir con las grandes entidades estadounidenses o chinas, como han recordado recientemente los informes Draghi y Letta para aumentar la competitividad europea.

Si bien la falta de armonización de los marcos nacionales de insolvencia y fiscalidad son la principal barrera en general para la integración de los mercados financieros en Europa, en el caso de los bancos los expertos destacan las normas de requisitos de capital como uno de los grandes frenos a las fusiones internacionales.

Estas limitan las transferencias de capital entre las entidades de un mismo grupo situadas en distintas jurisdicciones, exigen que cada filial tenga sus propios colchones de capital y dejan margen para que las autoridades nacionales impongan requisitos adicionales.

Esto da más garantías a los países dónde se encuentran las subsidiarias, que temen que sin estas salvaguardas las entidades locales se verían más perjudicadas que la matriz si el grupo atraviesa dificultades; pero al mismo tiempo genera un trato desigual entre países y dificulta la distribución eficiente de los recursos del banco, lo que resta atractivo a las fusiones transfronterizas.

Mientras que los grandes bancos europeos obtienen la mayor parte de sus beneficios en sus países de origen - Alemania, Francia, Italia y España, sobre todo -, sus subsidiarias representan en algunos Estados del centro y este de Europa más de un 25 % del mercado bancario, por lo que hay una brecha entre la importancia sistémica de estas filiales para los países de acogida y su irrelevancia para los grandes Estados.

Esta "asimetría" hace que los intereses de los grupos bancarios y de los Estados que acogen sus subsidiarias diverjan e incluso entren en conflicto, lo que lleva a esos países a tomar medidas para proteger su mercado, explica en un análisis Nikos Maragopoulos, investigador asociado del Instituto Bancario Europeo.

A ello se suma que la unión bancaria sigue careciendo de un pilar fundamental: un sistema común de garantía de depósitos.

Este aseguraría que, en caso de crisis, todos los depositantes gocen de la misma protección independientemente del país de la eurozona en que se encuentre su dinero, ya que este intervendría si los fondos de garantía nacionales llegan a agotarse, por ejemplo.

"Si este esquema estuviese en marcha, es más probable que algunas autoridades nacionales permitiesen la libre circulación de capital y liquidez más allá de sus fronteras, lo que a su vez aumentaría el apetito de los bancos por las fusiones transfronterizas", apunta Kerstin af Jochnik, miembro del consejo supervisor del BCE, en un reciente análisis.

Pese a que estaba previsto desde que se concibió la unión bancaria, este sistema nunca ha llegado a ver la luz por el recelo de muchos países, en particular Alemania y los del norte, a tener que responder por la banca de otros, temor que surgió con la crisis del euro y ha llevado a que el debate se politice hasta el punto de imposibilitar cualquier avance.

"Nuestro modo de usar los servicios bancarios va muy por delante de la legislación. Para los ciudadanos europeos ya no hay fronteras. Estos enfoques nacionales en los fondos de garantía de depósitos no se corresponden con nuestro modo de usar las 'apps', tarjetas, cuentas bancarias", decía esta semana el presidente de la Junta Única de Resolución, Dominique Laboureix, en un encuentro con prensa.

Se trata de "aumentar la confianza en la unión bancaria y nuestro sistema bancario", explicó Laboureix, quien se mostró convencido de que "los usuarios de bancos europeos forzarán a los legisladores a volver a la mesa" de negociación. EFECOM

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