Huelva, 9 oct (EFE).- Santa Olalla, la mayor laguna del espacio natural de Doñana, en Huelva, ha cerrado el verano “en una situación crítica”, prácticamente seca -por tercer año consecutivo- y con solo una lámina superficial de humedad residual y barro, según ha advertido un equipo de la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC).
Esta laguna, la mayor de la región, se secó por completo dos veranos consecutivos, en 2022 y 2023, algo que no había ocurrido nunca desde que la EBD-CSIC comenzó a tomar datos hace 50 años.
“Doñana está atravesando años muy duros. La combinación de una intensa y prolongada sequía y la sobreexplotación del acuífero están teniendo un gran efecto sobre el sistema de lagunas del espacio protegido”, ha explicado en un comunicado Eloy Revilla, director de la EBD-CSIC.
El ciclo hidrológico que se acaba de cerrar, el de 2023-2024, comenzó con una Santa Olalla totalmente seca, situación que se mantuvo durante dos meses continuados hasta que las primeras lluvias caídas a mitad de octubre ayudaron a que el nivel del acuífero subiera y el agua comenzara a inundar la cubeta de la laguna: "El máximo de inundación se alcanzó a finales de febrero”, ha indicado Javier Bustamante, también de la EBD-CSIC.
A partir de abril, los sensores de la ICTS-Doñana detectaron una gran proliferación de algas filamentosas debido a una proporción elevada de nutrientes, favorecida por las altas temperaturas y la poca movilidad del agua. El pico más alto se detectó a finales de junio, con más de 280.000 células de cianobacterias por mililitro.
Aunque no todas son tóxicas, se consideran excesivas cifras superiores a 100.000 células/ml, ya que puede aumentar la probabilidad de toxicidad sobre otros organismos como aves o peces.
Más tarde, en el mes de julio, debido al aumento de temperaturas y a la progresiva disminución de la superficie inundada, hubo una gran proliferación de fitoplancton que se extendió por toda la superficie de la laguna; se observó también, como cada año, que los valores de salinidad de la laguna aumentaban según avanzaba el verano por efecto de la evaporación del agua y la pérdida de superficie inundada.
Desde hace algunos días, el equipo de Monitorización Ambiental de la ICTS-Doñana, ya no puede tomar muestras representativas de agua para analizar, ya que solo queda humedad residual y barro.
Por su parte, la laguna Dulce, situada muy próxima a Santa Olalla y considerada hasta hace algunos años también una laguna permanente, se ha secado por completo durante la segunda semana de septiembre, algo más de un mes después que el año pasado, mientras que la laguna del Hondón sí ha mantenido agua a lo largo del verano.
La laguna de Santa Olalla, así como todas las del Parque Nacional, que se sitúan en la zona próxima a las dunas, se inundan gracias a las descargas del acuífero, por lo que sus ciclos de inundación dependen de los niveles de las aguas subterráneas.
Estudios recientes de la EBD-CSIC han constatado que un 60 % de las lagunas que existían en los años ochenta del siglo pasado ya han desaparecido. Además, gran parte de las que aún permanecen se inundan mucho menos y por un periodo de tiempo más corto de lo que se espera por el clima.
El personal científico advierte de que esta situación se está agravando en los últimos años debido a la sequía: Doñana lleva más de diez años con precipitaciones por debajo de la media.
Estudios de la EBD-CSIC muestran que el deterioro del sistema de lagunas está teniendo un gran impacto sobre la fauna y flora de Doñana, en particular, sobre su comunidad de anfibios y reptiles acuáticos, especialmente vulnerables. EFE
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