Vilas: Un escritor jamás confesará la terrible dependencia emocional con los lectores

Manuel Vilas explora su relación con los lectores y la escritura en el Festival de Literatura Expandida, reflexionando sobre el impacto emocional del rechazo y la conexión que establece con su obra

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Magaluf (Mallorca), 4 oct (EFE).- El poeta y novelista oscense Manuel Vilas concibe al escritor como un faro moral y social desde su trabajo independiente, pero también tiene su "cara B", que consiste en que "jamás confesará la terrible dependencia emocional que tiene con los lectores".

"El rechazo de un lector conlleva una depresión terrible para un escritor, es como si su vida no tuviera sentido", mientras que "levita" cuando alguien le asegura que un libro suyo le ha cambiado la vida.

Eso mismo es lo que le pasó a Vilas con la obra que le supuso la fama en 2018, 'Ordesa', su trabajo más conocido, donde realizó una crónica de la España de los años 60 y 70 narrada con tintes autobiográficos y que resultó ser una carta de amor a sus padres tras el fallecimiento de su madre.

"He arreglado familias con este libro, con padres e hijos que no se hablaban o hijos que no se hablaban con sus madres, una estupidez", ha afirmado Vilas, quien ha reconocido que esta relación amorosa y platónica con los lectores "crea adicción: esto sí que es una droga muy fuerte de la literatura".

El escritor ha mantenido este viernes un encuentro con periodistas con ocasión de la cuarta edición del Festival de Literatura Expandida de Magaluf, organizado por la librería Rata Corner y el hotel Innside by Melià.

Poeta y novelista, Vilas (Barbastro, Huesca, 1962) estudió Filología Hispánica y se dedicó veinte años a la enseñanza en Institutos de Secundaria, trabajo que compaginó con la escritura, a la que posteriormente se ha dedicado con exclusividad.

En la terraza de un hotel de Magaluf, el escritor ha reconocido que le interesa mucho el fenómeno del 'balconing' y, de hecho, en su último libro el personaje principal, él mismo, se lanza al vacío desde la torre de la iglesia evangélica de Bristia (Rumanía). "Murió en el instante mismo en que su cuerpo se topó con la milenaria piedra del suelo. Tuvo suerte, así lo reveló la autopsia", se lee al inicio de 'El mejor libro del mundo'.

A su parecer, el 'balconing', una actuación "salvaje, irracional", tiene mucho que ver con el elevado consumo de alcohol, pero también con la belleza del lugar, Mallorca, y el síndrome de Stendhal: "Cómo puedo yo asumir tanto paraíso sino con un acto extremo" como lanzarse desde un balcón.

En su nueva obra, autobiográfica y llena de ironía, según él mismo ha resaltado, narra la historia vital de un escritor que se levanta todas las mañanas, desayuna y se va a trabajar a su oficina particular para crear el que espera que sea el mejor libro del mundo.

Según ha contado, es un trabajo "muy salvaje y muy bestia, sin filtros", donde se cuenta a todo el mundo quién es y qué es un escritor, desde su fragilidad, el síndrome de impostor, la constante y "cómica" comparación con los demás, la decepciones, la incertidumbre, la alegría y el fracaso, y así hasta sus últimos días. "He escrito con las tripas y a calzón quitado", ha resumido.

Manuel Vilas reconoce que la "brutalidad" de la conexión con el público no se ha vuelto a producir desde 'Ordesa', un fenómeno que cualquier escritor quiere que se vuelva a repetir.

Sin embargo, "la droga de un escritor es seguir escribiendo". "Yo soy un adicto a la escritura, necesito escribir todos los días, yo no puedo desconectar; o pienso en el libro que estoy escribiendo o en el que voy a escribir, lo que es bastante insano desde el punto de vista psicológico", ha reconocido. Ahora mismo trabaja en un ensayo sobre Franz Kafka.

En su opinión, un libro no se termina nunca de revisar o perfeccionar; de hecho, "si Cervantes se levantara de la tumba o tuviera un ordenador para mejorar El Quijote, lo haría seguro", pero llega un momento en que hay que "abandonar" cualquier obra y entregarla al editor. EFE

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