Pekín, 1 oct (EFECOM).- Hace 75 años, Mao Zedong proclamó en la plaza de Tiananmen el nacimiento de la República Popular China, que este martes celebra su aniversario en medio de un entorno económico incierto, tras décadas de rápido desarrollo.
Atrás queda el optimismo económico en el que la sociedad china celebró aniversarios pasados, en un contexto de incertidumbre marcado por baja demanda nacional e internacional, unida a riesgos de deflación, un difícil mercado laboral, una crisis inmobiliaria que no ha tocado fondo o una falta de confianza en el seno de los consumidores y el sector privado.
Hace una década, el país celebraba su 65º aniversario tras haber experimentado un crecimiento económico anual promedio del 10 % durante los diez años previos, que hizo posible la mejora generalizada de los estándares de vida y la aparición de una clase media.
Sin embargo, la economía china se ha desacelerado en la última década, habiendo crecido un promedio anual del 5,9 %, afectada por factores como la crisis inmobiliaria y el Covid Cero (2020-22), la estrategia que mantuvo a China aislada del exterior con estrictos controles fronterizos, confinamientos masivos o pruebas PCR constantes, y de la que la economía todavía no se ha recuperado.
Así, China enfrenta en 2024 el desafío de evitar la "trampa del ingreso medio", fenómeno común en economías que han experimentado un rápido crecimiento basado en la inversión.
Lin Yinyue, especialista en márketing, comentó a EFE que China empieza a ver algunos problemas típicos de las economías desarrolladas: "Creíamos que las cosas siempre irían a mejor. Pero ese pensamiento ya no existe", dijo.
El aniversario de la república popular se celebra asimismo en un contexto de desavenencias comerciales: en los últimos años, el rápido desarrollo de China en algunos sectores industriales avanzados ha despertado recelos en algunas capitales, que han respondido con aranceles a ciertos productos chinos.
El pasado julio, Bruselas decidió imponer aranceles de hasta el 36,3 % a los fabricantes chinos de vehículos eléctricos como SAICy BYD, por considerar que reciben subvenciones que dañan a los fabricantes europeos, a lo que China respondió con una investigación a las importaciones de carne de cerdo y productos lácteos continentales.
China mantiene disputas similares con otros países como Turquía, Canadá y Estados Unidos, que han implementado en los últimos años diversas prohibiciones y restricciones a la exportación de productos a China, centradas en tecnología estratégicamente importante como los semiconductores avanzados, los equipos para fabricarlos, ciertos componentes de telecomunicaciones y productos relacionados con la computación cuántica.
Además, la posible vuelta a la Casa Blanca del expresidente estadounidense Donald Trump podría agravar las tensiones comerciales entre Washington y Pekín, si bien el actual presidente de Estados Unidos, Joe Biden, ha mantenido la actitud de desconfianza comercial con el gigante asiático puesta en marcha por su predecesor.
Para contrarrestar el pesimismo reinante, las autoridades chinas presentaron la semana pasada un paquete de medidas que ofrecerá unos 114.000 millones de dólares tanto en financiación a firmas de valores, fondos o aseguradoras, como en créditos para que las empresas que cotizan en bolsa recompren sus acciones y eleven su valor en el mercado.
Además, anunciaron que se reducirán los intereses de los préstamos hipotecarios ya existentes -ahorrarán unos 21.000 millones de dólares a 50 millones de hogares- y que se bajará al 15 % la cuota mínima de entrada que deben abonar quienes deseen comprar una segunda vivienda, además de apoyo a un plan para que los gobiernos locales conviertan casas sin vender en vivienda social.
Dichos anuncios provocaron considerables subidas en las bolsas chinas en los últimos días (del 8,06 % y del 10,6 % en los parqués de Shanghái y Shenzhen este lunes, respectivamente), situándose en los mejores niveles de los últimos doce meses y compensando en parte su mal desempeño desde 2022.
Hasta ahora, las autoridades chinas habían tomado medidas más limitadas ante el temor a repetir las altas tasas de inflación que lastraron las economías desarrolladas tras la pandemia y también para proteger el debilitado tipo de cambio del yuan, pero la reciente rebaja de tipos de interés en Estados Unidos ofrece algo más de margen de maniobra a Pekín.
Estas medidas se produjeron después de que los datos económicos de agosto en China fueran peores de lo esperado y de que el presidente chino, Xi Jinping, pidiera esfuerzos para conseguir el objetivo de crecimiento para este año, de en torno a un 5 %.
Según los expertos, el paquete de medidas supone "un paso en la dirección correcta", aunque será "insuficiente" para reavivar la recuperación económica a menos que venga acompañado de un mayor gasto público, algo que choca con las preocupaciones sobre la sostenibilidad de la deuda. EFECOM
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